El perro Excalibur, mascota de la enfermera española diagnosticada con ébola, fue sacrificado este miércoles, en medio de una decisión judicial tomada para minimizar riesgos de la infección.
Excalibur fue sacrificado por precaución ante el riesgo de que sea portador del ébola a pesar de la potente campaña que han montado sus propietarios, en particular el marido de la auxiliar de enfermería infectada, para evitarlo.
Gritos de «asesinos» despidieron al perro Excalibur en las puertas de la urbanización de la localidad madrileña de Alcorcón donde vive su dueña, la auxiliar de enfermería infectada de ébola.
El cadáver del animal, que fue sacrificado dentro de la vivienda por miembros del laboratorio de Seguridad Biológica de la Facultad de Veterinaria de la Universidad Complutense, fue trasladado a una incineradora de Paracuellos del Jarama en una furgoneta blanca a la que se le habían tapado las lunas para impedir que se viese el interior del vehículo.
Se cumplía así la orden de la Consejería de Sanidad de la Comunidad de Madrid, ratificada por un juzgado de la capital, que había ordenado matar al perro y luego incinerarlo.
«Desgraciadamente no ha quedado más remedio», declaró el consejero de Sanidad, Javier Rodríguez, en la Asamblea de Madrid. Una opinión que no comparten las asociaciones en defensa de los animales ni el marido de la auxiliar de enfermería, aislado en el Hospital Carlos III, que rechazó el sacrificio cuando fue consultado al respecto. Fue necesario entrar por la fuerza al piso, donde Excalibur permanecía solo, pues sus dueños están ingresados.
Durante la salida, un manifestante resultó herido y fue trasladado en ambulancia a un centro médico. Unos activistas aseguran que fue golpeado por la policía, mientras que otros testigos, citados por Efe, afirman que se hirió al caer al suelo cuando arrancó la furgoneta. El hombre, de unos treinta años, quedó tendido inconsciente en el asfalto sobre un charco de sangre, procedente en apariencia de una herida en la cabeza (vídeo).
Protesta contra el sacrificio
Desde esta mañana, un grupo de personas protestaba ante el edificio contra el sacrificio del animal, cuya salida, al filo de las 18.30 horas, desató la rabia de los manifestantes, controlados por los antidisturbios, que desplazaron cinco furgonetas al lugar.
A lo largo del día, hubo intentos de la policía de dispersar a los concentrados, dos de los cuales resultaron heridos una vez que la furgoneta salió de la urbanización: una señora mayor y el citado varón, golpeado según testigos por la policía, que permaneció tendido en el suelo hasta que se lo llevó una ambulancia.
Los comentarios están cerrados.