Opinión

Nikoll sabe dónde está parada

mauricio-botero-caicedo Por Mauricio Botero Caicedo
A finales del año anterior se presento una interesante polémica sobre la prostitución en que participaron dos mujeres. Una de ellas era Rosen Hitcher, una señora europea que sostiene que la prostitución es una forma de violencia, y por lo tanto debe ser prohibida de manera tajante. La otra es Nikoll Ortiz, una trabajadora sexual que se opone con igual vehemencia a la prohibición de la prostitución. Nikoll es bailarina profesional de folclor, estilista y trabajadora sexual desde hace 20 años. Además es activista a favor de la creación y protección de los derechos de quienes ejercen la prostitución en Bogotá, específicamente en las localidades de Los Mártires, La Candelaria y Santa Fe.

El autor de esta nota ha quedado descrestado con la claridad de ideas de Nikoll y quisiera trascribir algunas de las respuestas de Nikoll a preguntas que le hace una periodista del diario El Espectador:

Pregunta: ¿Cree usted que la prostitución es una forma de violencia, como lo asegura Rosen Hitcher?
Respuesta: No. La prostitución es una opción laboral que algunas personas escogen cuando no hay otro medio de subsistencia o de trabajo. Es una decisión, porque no a todo el mundo se le obliga para que ejercerla. Claro que hay circunstancias desagradables que te obligan a pensar en ver la prostitución como opción de vida, pero no por eso estás obligada a tomarla. Lo veo grave en el caso de los menores de edad, porque ya hablaríamos de un delito y una vulneración clara de los derechos humanos.
Pregunta: Rosen Hitcher, de alguna manera, ve dicha libertad como un disfraz. Por ejemplo, las trabajadoras sexuales llegan al oficio porque no hay otra opción y, según ella, ni siquiera tienen la libertad de escoger sus clientes…
Respuesta: Yo decido qué cliente atiendo o no, al igual que el monto por lo que lo hago. Porque yo ejerza la prostitución no quiere decir que los demás puedan tomar decisiones sobre mi vida o tener algún tipo de autoridad sobre mi cuerpo. Estoy en la calle, pero eso no les da ningún derecho sobre mí, porque soy la que ofrezco el servicio y suplo una necesidad. ¿Quién trae la necesidad? El cliente. En ese caso, ¿quién se aprovecha de la necesidad de quién? Así como tengo necesidad de dinero, también tengo que tener en cuenta que esa persona que me busca tiene una necesidad sexual o quiere cumplir una fantasía. Muchas veces se confunde este oficio con la trata de personas y son muy diferentes. Allí está el error. Lo nuestro es una opción, lo otro es una vulneración de los derechos humanos. Lo nuestro es avalado por nosotras, lo otro es una obligación.
Pregunta: ¿Usted cree que este es un trabajo digno?
Respuesta: Por supuesto que lo es. No soy menos digna por ejercerlo. Soy menos digna cuando no reconocen mis derechos. Pero este no es el único oficio al que se le vulneran sus derechos. Yo lucho por la reivindicación de la prostitución como una opción laboral. No hablo de ella como si fuera un trabajo, porque mientras el Estado no reconozca nuestras necesidades y no nos garantice nuestros derechos, como los tienen los demás trabajadores, seguirá siendo un “rebusque”. Claro, no hay que negar que hay violencia, que hay clientes que de pronto cuando entran a una habitación pueden tornarse agresivos y cambian las reglas de juego. Soy consciente de que no todas las trabajadoras sexuales laboran de manera digna, pero eso no quiere decir que el oficio como tal no lo sea.
Pregunta: ¿Qué le diría usted a Rosen Hitcher si pudiera tener una discusión con ella sobre la prostitución?
Respuesta: Cada quien está en su derecho de expresar lo que piensa. Ella lo ve como una situación de violencia. Supongo que en su vida ha tenido que padecer muchos maltratos o altercados con los clientes. Pero 20 años en la calle, lo mismo que yo he vivido, no solamente sirven para darse cuenta de que hay violencia. Sirven también para comprender que hay herramientas que pueden mejorar las condiciones para las personas en ejercicio de prostitución. Le diría que no tiene que satanizar un ejercicio que durante la historia de la humanidad ha sido practicada. Ella, que está en un lugar donde se protegen más los derechos, debería trabajar por la reivindicación de la dignidad en la prostitución y no estigmatizarla como un tipo de violencia. Sí, hay violencia, pero me la puede aplicar más mi pareja y no mi cliente. Me la puede aplicar mi familia, mis compañeros, mis vecinos. Incluso la Policía cuando me ve en una calle y porque se les da la gana me golpean y luego me llevan a un CAI. Así que aquí lo importante es que todos juntos aprendamos a aceptar este oficio y a respetar las escogencias de los demás, pero sobre todo empecemos a buscar estrategias en beneficio de quienes practican la prostitución, porque este oficio por más que lo prohíban, no se va a acabar.