Opinión

¿Por fin formalización y empleo en el campo?

Luis Eduardo Forero Por: Luis Eduardo Forero Medina
A falta de una Política Nacional Agraria, se han impuesto programas temporales de los gobiernos de turno, y así continúan enterrados los buenos propósitos para el mejoramiento del campesinado, cuyo día se celebra el primer domingo de junio, desde hace 50 años.

En 1936, 1944, 1961, 1968, 1973, 1982, 1988 y 1994 el Estado colombiano se ha ufanado de llevar a cabo una Reforma Agraria, que siempre ha naufragado en perjuicio de más de cinco millones de campesinos que continúan olvidados e inseguros en sus parcelas o las han abandonado.

En este siglo la formalización laboral de los trabajadores del agro ha sido anunciada repetida e infructuosamente; por el contrario la inversión en el sector disminuyó en el último cuatrimestre de 2014. Entre tanto las jornadas laborales de los campesinos se extienden de sol a sol; la contratación es escaza, presentándose algunas veces sólo en tiempos de recolección de cosechas; la parte que se contrata se hace a destajo, remunerados por debajo del salario mínimo y casi siempre excluidos de seguridad social integral; el trabajo infantil rural ha aumentado y se subvalora el trabajo femenino. El trabajo decente no existe en el campo, otra de las locomotoras, en donde algunas veces falta agua potable, alcantarillado, hospitales, centros de salud y vías terciarias. Equivocadamente el gobierno auspicia la subsidiariedad al momento de ofrecer salud por cuenta del Sisbén, y excluyéndolos del régimen ordinario de pensiones, por ser amparados en los Beps, Beneficios Económicos Periódicos.

El gobierno busca con el Gran Pacto Agrario y la asesoría de la Organización Internacional del Trabajo, OIT, entregar antes que finalice este semestre, la carta de navegación sobre formalización y empleo en el campo, que se desarrollaría a corto plazo en doce meses, y a largo plazo en 4 o 5 años. La cartera encargada de esa labor cuenta con un presupuesto de $5,2 billones y ha tenido una marcada interinidad en este gobierno.

Para Guy Ryder, Director General de la OIT, “la mejor garantía para la paz en cualquier país es el acceso a un trabajo decente y con justicia social».

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