La cínica declaración de las Farc sobre encíclipa ecológica del Papa Francisco en medio de la catástrofe ambiental causada con sus acciones terroristas en Colombia
–Por qué el presidente Juan Manuel Santos les dijo cínicos y faltos de coherencia a los cabecillas de las Farc? Pues, porque en medio de una de las peores catástrofes ambientales causadas en Colombia por acciones terroristas del grupo guerrillero, enmitieron una declaración “saludando» la enciclica que promulgó el Papa Francisco «Laudato sí o el cuidado de la Casa común».
Sin hacer la más mínima referencia al desastre ecológico causado con el derrame de más de 300 mil galones de crudo que transportaban 19 tractocamiones en el Putumayo, ni el vertimiento de otros 410 mil galones por los atentados contra el oleoducto TrasAndino en inmediaciones de Tumaco, Nariño, los «voceros» de las Farc instalados en La Habana, Cuba, afirman que han «observado esta encíclica como un importante instrumento de reflexión para los pueblos y los gobiernos del orbe».
Además, hablan de «la explotación minero-energética desbocada», que, como se sabe, las Farc son las promotoras de la llamada «minería ilegal» que también está causando desastres ambientales irreparables.
Igualmente, los cabecillas de las Farc dicen que «dentro de esta perspectiva la Encíclica Laudato Si, puede ser un instrumento para pensar los tiempos de hoy en función del futuro, actuando en defensa del género humano y de la naturaleza como un solo conjunto indisoluble, interdependiente»
Aquí reproducimos de nuevo el pronunciamiento de los «voceros» de las Farc sobre la encíclica del Papa Francisco:
FARC SALUDA ENCICLICA PAPAL
LAUDATO SI O EL CUIDADO DE LA CASA COMÚN
Por un mundo mejor para la humanidad
En junio 18 de 2015, el Papa Francisco presentó al mundo su encíclica Laudato si (Alabado seas), subtitulada “Sobre el cuidado de la casa común”, que no es otro lugar que la Tierra, nuestro planeta.
En apenas una semana de haberse publicado, este documento ha sido ponderado por millones de personas en diferentes latitudes, como la expresión de una nueva visión, avanzada y paradigmática, frente a problemas cruciales que en materia de economía, política, modelos de desarrollo, cambio climático, biodiversidad y las desigualdades, que enfrenta el planeta dentro de un rumbo de depredación, que si no recibe un golpe de timón, por efecto del “consumismo extremo” y de la desfiguración de los valores humanos que entraña el capitalismo, nos conducirá al caos y a la destrucción.
En una de sus tantas reflexiones importantes, el Papa Francisco ha dicho que invita “a todos a detenerse a pensar en los desafíos sobre el medio ambiente”, agregando que “necesitamos un nuevo diálogo sobre el modo como estamos construyendo el futuro del planeta”, ideas absolutamente acertadas, que convocan a la construcción colectiva del otro mundo posible en el que las necesidades básicas del conjunto de la humanidad estén resueltas, en un ambiente de paz, dignidad y justicia.
Hemos observado esta encíclica como un importante instrumento de reflexión para los pueblos y los gobiernos del orbe, que puede contribuir a la búsqueda de formulaciones y prácticas que abran camino a la concreción de un mundo en el que se superen las desigualdades y se conquiste un estadio de equilibrio entre el ser humano y el conjunto de la naturaleza, de manera tal que sea efectivamente, la casa común de la humanidad, en la que podamos convivir, cuidándola, sin abusar de sus dones y posibilidades, pensando en el bienestar de toda la sociedad.
Dentro de esta perspectiva la Encíclica Laudato Si, puede ser un instrumento para pensar los tiempos de hoy en función del futuro, actuando en defensa del género humano y de la naturaleza como un solo conjunto indisoluble, interdependiente, que requiere de profundos y urgentes cambios en el modo de vida, hasta alcanzar una era postcapitalista, que garantice la sostenibilidad del planeta. Esto obliga, para el caso de Colombia, en el camino de forjar la paz, a poner freno también a la explotación depredadora y al pillaje de los bienes comunes de sobrevivencia colectiva, reuniendo voluntades, organizaciones políticas y sociales, al movimiento popular en general, en una alternativa de cambio sin más demoras, porque no es posible dar un salto hacia nuevos escenarios de convivencia, sin conflicto, haciendo abstracción de las causas que lo generaron. Hay que apuntar a resolver los problemas que originaron la confrontación, observando en la defensa de los derechos fundamentales, materiales y espirituales, y en convocar como nunca a la protección de la Madre Tierra.
En este plano de ideas, la discusión y el replanteamiento de políticas neoliberales sobre asuntos como la explotación minero-energética desbocada, y la misma explotación agroindustrial desmedida que incluye la extranjerización de la tierra, que hoy por hoy se aventuran en nuestro país, por ejemplo, están al orden del día esperando acuerdos que beneficien a la nación, y sobre todo a los pobres.
Saludamos la valentía del diagnóstico que hace el Papa Francisco, con una visión incluyente y esperanzadora, con una perspectiva histórica y de futuro posible, para enfrentar con determinación e inteligencia, los abusos de los poderes económicos y políticos que postran la Tierra degradándola, sometiendo a millones de seres al hambre, a la penuria, a la miseria y a la inconformidad que no pocas veces deriva hacia la rebelión como derecho de los pueblos a alzarse contra los regímenes injustos.
Desde la insurgencia fariana, en medio de una confrontación agudizada por la profundización de la miseria y las desigualdades, creemos que existen en Laudato si, formulaciones que pueden contribuir a encontrar salidas a muchas de las contradicciones que hacen que persista la guerra. Pero para que las propuestas de orden económico, social, político, cultural y ambiental sean debatidas sin el estallido de más acciones de fuerza de lado y lado, que pueden frustrar el proceso de paz que adelantamos, urge pactar medidas racionales y razonables, como la del cese al fuego bilateral, que vayan creando condiciones para llegar al Acuerdo Final, no para que todo siga igual en beneficio de un puñado de ricos y de multinacionales, sino para construir el buen vivir, el bienestar colectivo.