
Sin embargo, fue al amanecer del siguiente día, con los primeros rayos del sol, cuando se comenzó a establecer las verdaderas dimensiones de la catástrofe: el municipio de Armero, ubicado al norte del departamento del Tolima, había sido borrado del mapa. Y entre 22 mil y 25 mil habitantes perdieron la vida.
El volcán, pese a estar ubicado en sus inmediaciones, no afectó a la ciudad de Manizales, la capital del departamento de Caldas, pero sí a los municipios aledaños, de Chinchiná y Villa María.
Entonces, como en cada aniversario, se habló de una tragedia anunciada y no solo se responsabiliza al gobierno y a las autoridades, sino a los mismos pobladores que perdieron la vida y a los cientos que sobrevivieron heridos.
Juan Pablo Jaramillo, historiador regional dijo al respecto: “El sacerdote y el alcalde del pueblo conocían de la actividad volcánica. Sin embargo, se encargaron de dar un parte de tranquilidad a la comunidad, lo que hizo que cientos de personas desistieran de la idea de abandonar el pueblo ante los rumores de una posible avalancha”.
En efecto, los sobrevivientes recuerdan que la noche avanzaba tranquilamente aunque durante el día había caído ceniza volcánica.
Sin embargo, las autoridades locales hicieron un llamado a la calma porque la ceniza «no era nada».
Hacia las 9 de la noche se escuchó a lo lejos una sorda explosión y se sintió un leve temblor, pero muy pocos le prestaron atención.
No obstante, posteriormente se cortó intempestivamente la energía eléctrica y las radios que estaban informando periódicamente sobre los boletines de las autoridades, se apagaron.
Pasadas las 11 y 30 fue cuando arribó la primera riada que penetró por el centro de la población, llevándose personas y vehículos.
La avalancha, afirmaron los técnicos, avanzó en tres grandes oleadas, técnicamente conocidas como lahares, esto es, flujos de sedimento y agua que se moviliza desde las laderas de los volcanes.
Uno de los lahares, de 30 metros de profundidad que se movió a 12 metros por segundo y duró de 10 a 20 minutos.
Otro, se movilizó a 6 metros por segundo y duró media hora y el tercero duró cerca de dos horas.
Para ese momento, el 85% de Armero estaba cubierto de lodo, piedras y escombros de árboles y otros desechos. Los edificios colapsaron, aplastando personas y generando escombros.
El lodo que bajó del volcán estaba caliente, quemando todo, incluyendo a los seres humanos y animales.
El lodo se introducía fácilmente en las heridas abiertas y en otros orificios corporales, —ojos, orejas y boca— con suficiente presión como para inducir asfixia traumática en uno o dos minutos a cualquier persona enterrado en éste.
La catástrofe pudo haberse evitado, afirma José Eduardo Rueda Enciso, en un escrito sobre “La tragedia de Armero y la niña Omaira Sánchez”en la revista Credencial Historia, en donde relaciona así la situación:
Desde octubre de 1984 existía la advertencia de una eventual erupción; en diciembre de 1984 se presentaron fumarolas, clara evidencia de lo que se gestaba.
Entre febrero y octubre de 1985, técnicos de Ingeominas acompañados por geólogos norteamericanos trabajaron en la zona y elaboraron un mapa preliminar de riesgo volcánico.
El 24 de septiembre de 1985 el representante de Caldas, Hernando Arango Monedero, adelantó un debate en la Cámara a cuatro ministros sobre el peligro; muchos no le creyeron y fue considerado como un sensacionalista.
Fue una tragedia anunciada, que sirvió para que la toma del Palacio de Justicia, ocurrida la semana anterior, pasara a un segundo plano en las noticias, precisó.
Con anterioridad a 1985 se habían presentado erupciones en 1595 y 1845, y en ambas oportunidades hubo avalanchas de aguas fétidas y calientes por el río Lagunilla, que nace en el flanco noreste del nevado, y a cuya orilla se ubicaba la desaparecida Armero.
Las poblaciones de Ambalema, Anzoátegui, Cambao, Chinchiná (la más perjudicada después de Armero), Guarinocito, Guayabal, Honda. Lérida, Líbano, Mariquita, Murillo,
Santuario y Santa Isabel fueron afectadas; los gases, el humo y las cenizas se levantaron hasta 15 km de altura y provocaron cambios climáticos en la zona central del país (por ejemplo, 25 mil hectáreas de papa del altiplano cundiboyacense fueron cubiertos por la ceniza proveniente del volcán) y alteraciones ecológicas en el 60% del país; el caudal del río Magdalena creció de forma vertiginosa.
El símbolo humano de la tragedia fue Omaira Sánchez, una niña armerita residente en el barrio Santander, de 13 años, que quedó atrapada entre rocas y ladrillos y que agonizó durante sesenta horas en el fango, víctima de la gangrena gaseosa.
La situación de esta niña fue dramática, angustiosa, pues aguantó más de 60 horas atrapada bajo el lodo y los escombros que arrastró el volcán.
Resultaron vanos los esfuerzos para desenredarla y extraerla. Murió en el sitio ante la mirada impotente de muchos.
Durante el tiempo que sobrevivió habló con periodistas y socorristas y constantemente envió un mensaje de fe y esperanza.
Luego de la tragedia, los centenares de cadáveres recuperados fueron sepultados en fosas comunes para prevenir posibles epidemias. Comenzó el proceso de reubicación de los damnificados en Guayabal, donde se erigió una alcaldía militar, Ibagué, Lérida, Venadillo, Ambalema y Cambao, donde se construyeron barrios para acogerlos.
El gobierno se vio obligado a declarar la emergencia económica y contó con la ayuda de agencias internacionales y la solidaridad nacional e internacional. Pero los programas de reubicación nunca tuvieron el cubrimiento ni la efectividad esperada, teniendo en cuenta las millonarias donaciones y partidas presupuestales de las que se habló. Armero, declarado Campo Santo, fue visitado por el papa Juan Pablo II en 1986, y durante un tiempo se convirtió en lugar de romería y saqueo.
Pero, lo peor es que la tragedia de Armero se puede repetir.
Desde hace varios años, el volcán nevado del Ruiz sigue en actividad.
Los expertos mantienen la alerta amarilla, casi en forma permanente, debido a los continuos cambios en el comportamiento de la actividad volcánica, que se evidencian con alta emisión de gases a la atmósfera, vapor de agua, dióxido de azufre y ceniza.
A través de los equipos instalados en el área cercana al cráter, incluidas cámaras de video, se hace una permanente vigilancia al volcán por parte de un grupo de 34 personas entre geólogos, ingenieros, fotógrafos y químicos. Diariamente se expiden boletines al respecto.
Lo que dicen estos expertos es que nunca se puede descartar una situación como la registrada hace 30 años y actualmente, más de 12 mil personas siguen habitando en la zona de riesgo.
COMPORTAMIENTO DEL VOLCAN
Y en efecto, el Volcán Nevado del Ruiz sigue en plena actividad.
El siguiente boletín del Observatorio Vulcanológico de Manizales registra la actividad del volcán en esta semana que está terminando:
Nivel Amarillo de actividad ó (III): cambios en el comportamiento de la actividad volcánica.
Durante la última semana el sistema volcánico continuó presentando un comportamiento inestable. La actividad sísmica registrada estuvo principalmente relacionada con el fracturamiento de roca al interior de la estructura volcánica. Este tipo de sismicidad estuvo localizada en los sectores noroccidental, suroccidental y nororiental al cráter Arenas y en menor proporción en el sector suroriente y en inmediaciones a éste. Las profundidades oscilaron entre 1.0 km y 9.0 km. Se destaca un incremento de actividad durante los días 04 y 05 de Noviembre localizado en los sectores noroccidental y suroccidental del cráter Arenas a profundidades entre 2.85 km y 8.33 km. La máxima magnitud registrada durante la semana fue de 3.1 ML (Magnitud Local), correspondiente a un sismo ocurrido el 08 de Noviembre a las 22:48 (hora local), localizado al nororiente del cráter Arenas, a una profundidad de 3.79 km, el cual fue reportado como sentido por habitantes en el área de influencia de la estructura volcánica.
La actividad sísmica asociada a la dinámica de fluidos al interior de los conductos volcánicos, se caracterizó por el registro de sismos de tipo LP (Largo Periodo) y episodios de tremor volcánico de corta duración. Algunos de estos episodios estuvieron asociados a emisiones de gases y ceniza a la atmósfera, las cuales pudieron verificarse a través de las cámaras web instaladas en el área del volcán, y por reportes de funcionarios del PNNN. La sismicidad relacionada con el movimiento de fluidos se localizó principalmente en el sector suroriental al cráter Arenas y en cercanías a éste. La deformación volcánica medida a partir inclinómetros electrónicos, estaciones GNSS e imágenes Satelitales, que registran los cambios en la inclinación, posición y forma del volcán, durante el último periodo evaluado no han mostrado cambios significativos.
El volcán continúa emitiendo a la atmósfera cantidades importantes de vapor de agua y gases, entre los que se destaca el dióxido de azufre (SO2). La columna de gases, vapor y ceniza alcanzó una altura máxima de 1500 metros sobre la cima del volcán. La dirección de dispersión de la columna estuvo en concordancia con el régimen de vientos, el cual durante la semana mostró una dirección variable entre el Suroccidente y el Noroccidente con respecto al edificio volcánico.
Recuerde, usted es importante en el monitoreo volcánico y puede apoyarlo. Si observa caída de ceniza o cambios en los ríos que nacen en el volcán por favor repórtelo al observatorio.
Si bien el volcán Nevado del Ruiz permanece hasta este momento en nivel de actividad amarillo, no se descarta que se presenten cambios adicionales en el comportamiento de la actividad volcánica que indiquen mayor inestabilidad del sistema y puedan implicar cambios en su nivel de actividad, por lo anterior reiteramos a las autoridades en los departamentos de Caldas y Tolima extremar acciones enfocadas a los procesos de reducción de la vulnerabilidad y manejo en la gestión del riesgo por actividad del volcán Nevado del Ruiz.
El Servicio Geológico Colombiano a través del Observatorio Vulcanológico y Sismológico de Manizales se encuentra conmemorando los 30 años de la erupción del volcán Nevado del Ruiz de 1985, la cual dejó como resultado la perdida de alrededor de 25.000 personas, en los departamentos de Caldas y Tolima. “Lecciones de un desastre para Colombia y el mundo. La historia debe ser la base para construir un mejor futuro”.
El SERVICIO GEOLÓGICO COLOMBIANO a través del OBSERVATORIO VULCANOLÓGICO Y SISMOLÓGICO DE MANIZALES sigue atento a la evolución del fenómeno volcánico y continuará informando de manera oportuna los cambios que se puedan presentar. Adicionalmente, recomienda visitar la página web en el siguiente enlace:
http://www.sgc.gov.co/Manizales.aspx, donde se continuará situando información complementaria a este boletín y de interés general.