Opinión

RECUERDOS DE LA VIDA CAMPESTRE

Diego Calle Pérez Por: Diego Calle Pérez.
CORTO Y PUNTAL
La sinfonía Nro. 6 llamada Pastoral, de Beethoven, fue terminada en el año 1808, y la subtítulo Recuerdos de la vida Campestre. Es una de las obras más representativas del gran compositor Alemán y se ha convertido en una de las obras centrales del repertorio sinfónico.

Tiene una duración de 40 minutos de acuerdo al director que le quiera incluir algunos toques más extensos en violines o en los instrumentos de viento.
La sexta sinfonía fue compuesta simultáneamente con la quinta sinfonía, no recibiendo los halagos respectivos del reconocido músico de Bonn, Alemania. Beethoven afirmo que la sexta sinfonía es “más expresión de sentimientos que pintura de sonidos”, y en el primer movimiento ofrece la vivacidad de la melodía.
El segundo movimiento es el de mayor vivacidad y refleja la escena junto al arroyo. El propio Beethoven decía, este movimiento representaba a las vacas entrando al establo para el ordeño de la tarde. En el tercer movimiento, es la reunión de los campesinos después de realizar las tareas de recoger la leña para la hoguera. El cuarto movimiento, refleja la tormenta con relámpagos y el quinto movimiento es el himno de los pastores alegres por la tormenta que refresca la tierra.
La sinfonía Nro. 6, no es la más conocida de la colección de obras del maestro, siendo la quinta la que opacara la calidad instrumental y sonora de la sexta sinfonía. Su producción musical fue tan constante que el propio compositor muchas veces se confundía en presentarles a sus músicos los movimientos de sus obras maestras, que para él no eran más que ensayos que se refinaban con la presentación ante el público conocedor de sus obras inspiradas en la vivencia cotidiana.
Recuerdos de la vida campestre o la pastoral de Beethoven debe ser la obra que la nueva directora de la Orquesta Sinfónica de Colombia, incluya en el repertorio para salir a dar a conocer la sensibilidad que expresa la cadencia musical de una obra que dice mucho de lo que representa el campo, y que no sea solo la música carrilera y la de despecho que cantan los que siguieron a las Hermanitas Calle, la manera y forma de representar la cultura musical que se puede trasladar de lo universal a lo local.
En un momento muy coyuntural a nivel nacional, donde se estrangula el presupuesto del Ministerio de Cultura, y se siguen patrocinando eventos en las Fiestas de los Municipios con honorarios para cantantes de música carrilera cobrando sumas que empiezan desde 25 millones en adelante y poco espacio dejan para las muestras artísticas de cada municipio. Música, beba y desorden social. Sin tener en el programa una presentación de la banda municipal o promover un festival de canción juvenil.

No somos Dinamarca para imitar la música selecta, pero si deberíamos aprender que la cultura es una manifestación que debe tener más de campo que de ciudad. Un campo con olor a pueblo y un pueblo que se distinga por sus diferentes maneras de entender y comprender la cultura de convivencia. Recuerdos de la vida campestre o llamada la Pastoral por los musicólogos que clasificaron la obras de Beethoven, sirve de preámbulo a los talleres didácticos que hacen falta promover en las instituciones educativas de cualquier ciudad y pueblo sin esperar Hay! Festival.