Opinión

RECORDANDO A ‘ZACRANA’ -La Novela

Pedro Arias Por: PEDRO ARIAS*
Todos los seres humanos, imperceptiblemente, perdemos la memoria a lo largo de los años. Pero cuando la totalidad de los recuerdos se pierden, puede ser una tragedia.Y es ese el caso de Emma, en este libro de fantasía de Juanita Cepero que leí hace unos años, que soporta el paso del tiempo, que sigue vivo al margen de modas y tendencias y que hoy me cautiva nuevamente.

Los estudios históricos de la raza humana, por desgracia, siguen obedeciendo a un racionalismo que, necesariamente, los congela y los deshumaniza. Parece como si la historia no admitiese las preguntas sin respuesta. Como si, cuando surgen, fueran vetadas hasta el momento preciso en que, real o inventada, se tuviera lista una contesta¬ción. Por eso parecería pecado preguntar, aventurar o hu¬manizar siquiera el devenir del hombre sobre la tierra. Lo ortodoxo es encontrar -o fabricar- los hilos que mueven al ser humano como una marioneta. Y, cuando todo está atado, mover esos hilos haciendo que los muñecos sigan la senda estricta que se les ha marcado previamente. ¡Pobre del muñeco que se salga del camino previsto! Se le relegará al olvido o se fabricará para él una razón gratuita para justificar su rebeldía. Así le sucedió a Emma, y en castigo, le bloquearon todos sus recuerdos.
A lo largo de la vida no se pueden evitar los interrogantes, las dudas, las sospechas. Pero debemos negarnos rotundamente a admitir todo aquello que se nos trata de imponer como dogma inamovible. Porque, si el ser humano es capaz de evolucionar, esa evolución no la provocan los que asienten, sino los que niegan y cuestionan y nunca se sienten con¬formes ni con lo que se les ordena creer, ni con lo que su misma razón -secularmente programada- les dicta.
La historia de Zakrana no es, de ningún modo, una aventura aislada que empieza y se limita en las extrañas realidades de los demás. Emma es una pieza necesaria, a pesar de la brevedad de su existencia, del inmenso juego histórico que ha propiciado la evolución humana al buscar las raíces remotas y desconocidas –pero no por eso menos ciertas- en las que se asienta el inconsciente colectivo del ser humano.
La historia de la evolución ha sido, en el fondo, una historia de penetración en el pasado que ha permitido, aunque parezca paradójico, los saltos cul¬turales sucesivos hacia el futuro. En cierto modo, ha sido la sustancial negación del tiempo, un elemento determinante de progreso y hasta de vida -individual o colectiva- del hombre.
La historia del pensamiento humano es la historia misma de su evolución. Sólo aquellos que se han negado a admitir la aparente banalidad de los símbolos remotos y les han reconoci¬do su carácter de mensaje cifrado han conseguido avanzar hacia el futuro, precisamente porque profundizaron en el ayer y rechazaron su evidente oscuridad negándose a aceptarla como una muestra de magia irracional.
Descifrar los símbolos de los dioses caprichosos es penetrar en el lenguaje esencial del hombre. Porque el hombre vive de desentrañar y difundir el conocimiento; es decir, de universalizarlo. Y cuando las palabras no bastan para expresar los grados superiores del saber -porque el lenguaje es fundamentalmente pobre y limitado-, el hombre recurre, a veces hasta sin saberlo, a los símbolos universales, que han sido exotéricos o esotéricos según su comprensión inmediata haya esta¬do al alcance de una mayoría creyente o de una minoría consciente.
En cierto modo -y esto ha sucedido siempre, para desgracia his¬tórica, el hombre creyente ha constituido la gran masa que se ha dejado arrastrar, por miedo o por esperanza de premio, por los sucesivos dog¬matismos oficiales que han ordenado a su gusto y capricho la marcha del mundo. En cierto modo también -y esto no siempre-, la minoría cons¬ciente ha formado un núcleo de proscritos y condenados porque se atre¬vieron a enfrentarse, a los preceptos establecidos por los sectores que detentan el poder y que cifran el mantenimiento de dicho poder en la ignorancia y la obe¬diencia ciega a las normas establecidas.
Emma pertenece a ese pequeño grupo de proscritos intelectuales. Emma solamente tiene razones para intuir, la realidad paranormal de determinados lugares en su travesía, incluso muchos siglos antes de que tal realidad se hiciera patente. Ella sabe que esos hechos, tanto los sucedidos como los imprevistos, no son milagro divino ni diabólico, sino muestras de una supra realidad cuyas razones están ya expresadas en los signos cifrados de la sabiduría antigua.
Ella no es conocedora de esos mensajes, ni de ese juego, pero si sospecha su importancia. El hecho mismo de buscar los lugares de la aventura de Emma es, en sí, la aventura apasionante de una búsqueda en el terreno de lo insólito. La sombra fantasmal de los aprendices iniciados se cierne sobre sus viejos enclaves y sigue transmitiendo el mensaje que nunca llegó a hacerse público, pero que se conformó con su presencia. Y por decisión de esos dioses caprichosos Emma pudo de nuevo recordar… y salvó a su padre y a su hermano Milo. Agradable historia la que relata la formidable Juanita Capero.

* Comunicador Social y Periodista
Email: pedroariasvilla@gmail.com
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