Bogotá

Lanzan propuesta en el Concejo para que Transmilenio sea operado por el Distrito

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El autor de la iniciativa, el concejal Manuel Sarmiento, argumentó que el proyecto pretende modificar un Acuerdo de 1999 que fue expedido en la primera Administración del alcalde Enrique Peñalosa, con la que se creó el sistema y en el que se fijó que su operación fuera exclusiva para empresas privadas.

Sarmiento sostuvo que: “En los distintos debates en el Concejo se demostró que la concesión exclusivamente privada del servicio ha causado una ineficiente operación, con uno de los pasajes más caros de América Latina, hacinamiento, frecuencia insuficiente para atender la demanda y además un desangre constante de la Hacienda Pública, que con enormes transferencias financia excesivas ganancias al oligopolio particular y hasta sobrecostos”.

Para Sarmiento, el proyecto plantea que los vehículos se obtengan mediante la figura de la reversión, es decir, que los articulados con los que actualmente opera el sistema se entreguen paulatinamente al Distrito. Esta reversión se haría bajo ciertas condiciones técnicas que permitan su uso mientras se adquiere nueva flota.

Y agregó que: “Transmilenio podría realizar inversiones en flota nueva a partir de presupuestos de vigencias futuras, los cuales tienen su fundamento legal en el Estatuto Orgánico de Presupuesto Distrital”, indica el proyecto, que además prevé que, dado que la operación directa generaría gastos corrientes para el Distrito, estos que serían financiados con los subsidios que hoy se destinan “para sufragar las utilidades pactadas en los contratos de concesión de Transmilenio en favor de los operadores privados”.

También explicó que: “Por esta razón, el proyecto contempla para el operador público, la creación de un Fondo de Reposición de Flota que, con los utilidades obtenidas en el tiempo provenientes de las unidades que reciba en reversión, puedan irse sustituyendo los buses que cumplan su vida útil por otros nuevos”.

Y terminó su exposición: “Cada vez es más evidente la necesidad de que Bogotá dé oportunidad a la existencia de un operador público, que, tal como sucede en las principales capitales del mundo, funcione con una lógica distinta a la del lucro privado, de auténtico servicio y no como negocio”.