Desde 2012, cada primer viernes del mes de noviembre se celebra en todo el mundo el Día de la Pluma Estilográfica; una ocasión creada por entusiastas de este instrumento de escritura para promover su utilización en el día a día y que busca revivir el placer del arte de la escritura a mano como manera única y particular de expresión absolutamente personal.
Durante los últimos años ha habido un «resurgimiento» en todo el mundo. La pluma estilográfica es quizás el ejemplo perfecto de cómo la tecnología transforma la función de un objeto clásico. Es difícil ser específico acerca de sus orígenes. Comenzó siendo el único instrumento fiable para plasmar palabras imborrables que resistirían el paso de los años.
Plumas de cálamo o de oca utilizadas por escribientes fueron las transmisoras de muchas de las mejores obras literarias jamás escritas, desde las obras de Shakespeare hasta el Quijote de la Mancha. Grandes hitos de la historia están entrañablemente ligados de un modo u otro a la escritura, primero en piedra, después en papiro, hasta llegar al papel.
En toda Europa, pero especialmente en Alemania, distintas compañías desarrollaron gradualmente sus propios diseños y materiales. El mayor desarrollo se dio durante el siglo XIX, cuando los métodos artesanales se convirtieron en claves para alcanzar la perfección de las plumas que hoy llegan a nuestras manos. A pesar de la amenaza que presentaría el bolígrafo, y la escritura electrónica en general, la pluma estilográfica encontró un camino. Si bien la digitalización de la vida cotidiana ha generado marcados cambios en la escritura a mano, la pluma estilográfica es generalmente la protagonista cuando hablamos de la firma de documentos importantes.
En nuestros tiempos, la pluma se ha convertido en un artículo de lujo y encontró un nicho; quienes las compran para sí mismos realizan una elección consciente; piensan «quiero escribir de manera tradicional». Se la obsequia en ocasiones especiales como en una graduación o para desear buena suerte en el primer día de trabajo.
La pluma estilográfica tiene una peculiaridad que la distingue de los demás elementos de escritura; conforme más se la utiliza, más se adapta a su dueño. La punta se impregna personalidad (la forma de escribir, la fuerza con la que se la utiliza, el ángulo con el que se utiliza).
Para este fin de año, la tendencia en plumas muestra productos en tonos apagados, en donde la serie LOOM Gunmetal de Faber-Castell manifiesta esta tendencia con un nuevo aspecto en acero: el eje, la empuñadura y el clip en la tapa de estos instrumentos de escritura son gris titanio mate o muy brillante. El resultado es una apariencia genial que combina practicidad con modernidad. El bolígrafo y la pluma estilográfica (disponibles con una punta de acero inoxidable en cuatro tamaños) son impresionantes por su estilo puro como compañeros atemporales.