Por: Diego Calle Pérez
CORTO Y PUNTUAL
Para volver a mirarnos debemos superar los distintos baches dejados por años. Un país que no tiene memoria repite constantemente los errores dejados por las herencias que nos separan desde los comienzos de la República. Estos son algunos de los muchos aspectos que debemos superar para volver a mirarnos.
Corrupción institucionalizada como hábitat en que la vida económica se sorprende, pero aprende a convivir como parte de su cotidianidad. Todos quieren y pretenden llegar para desvarar sus presupuestos personales. Algunos invierten en campañas para llegar por medio de la contratación estatal y otros más osados se inventan hasta carreteras para pavimentar y escuelas para dotar.
Un régimen de connivencia con los escándalos que se muestran en los noticieros donde se involucran magistrados, jueces y ministros con senadores y hasta llega al alcalde del pueblo más remoto de la geografía nacional.
La ausencia de la ética en el discurso oficial y permea a todos los funcionarios en su actuar. Nadie se salva, todos tienen culo de paja. Muchos ni saben etimológicamente el significado de la ética pública. Resultan operados de glúteos y espalda con pecho de nadadora y se lavan las manos con el de menor rango.
La poca sintonía de las universidades con los hechos y sucesos que se dan en la cotidianidad. Pareciera no les toca para nada. Solo les preocupa el presupuesto fiscal del año. Las universidades, y en especial las oficiales, poco argumentan los sucesos de un país que no investiga. Los estudiantes se quedan en la marcha y la piedra. No fluye el discurso que convoque a la reflexión nacional. No se genera la realidad de una Colombia educada.
Una democracia desmedida en reclamar por medio de las tutelas revocatorias de mandatarios de turno, sin medir las consecuencias de un fisco nacional que afecta sus compromisos establecidos en un plan de desarrollo. Consultas de partidos políticos que desgastan la estructura del estado, sabiendo de antemano que no hay buenos resultados.
Agotamiento de un estado que no cumple con lo mínimo de la Constitución Política. La destrucción del estado del bienestar. El futuro en manos de unos cuantos, los grupos empresariales empeñados en no perder el control del fisco nacional, la competencia electoral que divide y algunos pocos reinaran, para elegir el que por otros cuatro años marca en su plan de desarrollo que hacer con el tema de la paz.
Estas son algunas de las muchas maneras de volver a mirarnos. Mirar un país en su conjunto, en sus subregiones, en sus departamentos y en sus municipios, grandes o pequeños, que acogen sus decisiones. Mirar un país fracturado en sus muchas zonas de guerras y combates. Un país de muchos miedos, un país constituido de una constitución con miedos, un país que se adivina cada que hay que hacer una reforma tributaria. Así, y de muchas maneras podemos volver a mirarnos.