Al llegar la Navidad, algunos padres de familia sienten que sus hijos no valoran los obsequios que les regalan. Sin lugar a dudas, darles a los pequeños todo lo que piden y sobrecargarlos de premios materiales, tiene consecuencias negativas en el desarrollo emocional, según lo comenta Víctor Alberto Gómez Cusnir, especialista en educación y rector del colegio Gimnasio Moderno.
Es normal que los padres quieran brindarles lo mejor a sus hijos, ya que dentro de su naturaleza está el protegerlos y hacerlos felices; y es por esta razón, que muchos caen en el error de sobrecargarlos con regalos y juguetes. Según el experto, cuando los niños reciben tantos obsequios, se puede llegar a caer en el denominado: “Síndrome del niño hiperregalado” y las fiestas de fin de año suelen ser el pretexto para esto.
Los padres deben conocer y transmitir el significado real de lo que es un regalo: “un regalo es brindar un don con un significado emotivo más no material” indica el rector; a partir de lo anterior, resulta pertinente identificar otras opciones para que los obsequios que se entregan en Navidad cumplan con un propósito pedagógico.
La escuela juega un rol fundamental en la creación y reforzamiento de las conductas significativas en los niños, es decir, que hagan cosas que construyan, no por seguir las pautas establecidas socialmente, sino con todo un proceso de elaboración interna, que redunde en el crecimiento emocional, en la consideración del otro y en la capacidad para ser conscientes del efecto de sus conductas en los otros. Por eso, brindar obsequios, dar un regalo, se configura más bien en la entrega de dones preciados que puedan construir en los otros las mismas aptitudes de servicio, solidaridad y compromiso.
A la hora de pensar en la temporada de navidad, lo primero que se debe entender, es el hecho de que recibir muchos estímulos provoca la pérdida de concentración en los niños, la falta de imaginación y el perder poco a poco la ilusión sobre el valor de las cosas. Como consecuencia, se le estaría enseñando a los pequeños a darle solo importancia a lo material, a no esforzarse por obtener lo que desean, a restarle importancia a la generosidad y a la austeridad; y también, a darle pie a las pataletas cuando no tienen en sus manos el capricho que desean.
Dar regalos no tiene nada de malo, el problema surge cuando no se establece un límite en el tipo de regalo en correspondencia con la edad de quien lo recibe. Es importante pensar que aquellos juguetes deben adaptarse al desarrollo mental según el crecimiento y desarrollo de los niños, permitiéndoles evolucionar como personas para incentivar el sentimiento de compartir y valorar.
¿Qué podemos regalarles a nuestros hijos para que lo recuerden toda su vida? Víctor Alberto Gómez Cusnir, menciona cinco tips:
Tiempo de calidad en familia: sin duda alguna, los niños recordarán mucho más, las veces en que jugamos con ellos, en que nos disfrazamos e intercambiamos risas. Ellos lo revivirán más que el carrito, el aparato electrónico o la muñeca que estuvo de moda en su infancia.
Un viaje: experiencias únicas en las que la familia completa disfruta de unas vacaciones, permitiendo fortalecer sus lazos de amor.
Un libro: la lectura puede estimular en ellos más de lo que pensamos, la clave no está solo en regalarlo, sino en disfrutar diariamente de un tiempo del día para interactuar e incentivar estos hábitos juntos.
Regalar experiencias: aprender canciones, disfrutar de épocas importantes del año, ir al teatro, al cine, al parque. Etc. Sin duda, serán las experiencias más emotivas que les podemos regalar.
Hacer donaciones: en Navidad, podemos enseñarles a nuestros hijos el valor de compartir con los demás; una buena opción puede ser llevar detalles juntos a fundaciones, que los niños donen sus juguetes o hacer voluntariado social que pueda renacer en el corazón de alguien más.
Finalmente, regalar sonrisas a los niños no resulta ser tan complicado. En el oficio de ser padres puede haber equivocaciones ya que cada familia es completamente diferente. Por esta razón, el experto recomienda aprovechar la época de Navidad para lograr que sus hijos también brinden algo de sí mismo a los demás y así reemplazar los incentivos materiales por tiempo tiempo constructivo de calidad.