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Papa Francisco desconoce a Maduro como presidente de Venezuela

–Tácitamente, el Papa Francisco no reconoce a Nicolás Maduro como jefe de Estado de Venezuela, de acuerdo con una carta que le envió y en la cual le saluda como «excelentísimo señor» y no como «presidente».

El documento, que fue revelado por el diario italiano Corriere della Sera, el Pontífice responde a la décima petición de Maduro para que medie en la crisis de Venezuela, a propósito de lo cual el Papa Francisco le acusa de incumplir los compromisos que asumió en pasadas reuniones. «Lo que se acordó en reuniones pasadas no fue seguido por acciones concretas», le dice.

La carta, fechada el 7 de febrero, tiene dos páginas y media de largo, y lleva la pequeña, casi invisible firma de «Francisco», reseña la información del periodista del diario italiano, Massimo Franco, quien agrega que esta es la respuesta del Papa a la décima solicitud de mediación recibida un par de días antes, siempre por escrito, del jefe del régimen comunista de Venezuela. Y aclara lo que quiso decir el secretario de Estado del Vaticano, cardenal Piero Parolin, cuando el 8 de febrero habló de la «neutralidad positiva» de la Santa Sede con respecto a una guerra civil que no era demasiado intensa.

El Papa Francisco reseña en la misiva los repetidos intentos solicitados por el régimen de Maduro y realizados por la Santa Sede en los últimos años, «para tratar de encontrar una salida a la crisis venezolana», pero advierte:

«Desafortunadamente, todos fueron interrumpidos porque lo que se había acordado en las reuniones no fue seguido por gestos concretos para implementar los acuerdos».

Añade que «las palabras parecían deslegitimar las buenas intenciones que se habían escrito».

Francisco destaca el papel desempeñado por la Santa Sede y los obispos de Venezuela «como garante y a solicitud de los partidos», en una fase que comenzó a fines de 2016.

Fue un esfuerzo por resurgir de la crisis «de manera pacífica e institucional», a través de la negociación, entre el gobierno de Maduro y la Mesa de Unidad Democrática; y con una serie de condiciones que deben cumplirse, confiadas a una carta del cardenal Parolin fechada el 1 de diciembre de 2016.

Recuerda que «la Santa Sede indicó claramente cuáles eran las condiciones para que el diálogo fuera posible» y que en ese marco adelantó «una serie de solicitudes que consideró indispensables para que el diálogo se desarrolle de manera fructífera y efectiva».

Hoy, según el Papa, esas solicitudes y «otras que se han agregado como resultado de la evolución de la situación» son más necesarias que nunca. Por ejemplo, agrega, «el expresado en la carta que los envió a la Asamblea Nacional constituyente» y la necesidad de «evitar cualquier forma de derramamiento de sangre».

Según el diario Corriere della Sera la decepción también surge de la forma en que esos intentos se vieron frustrados por la sordera y sorda resistencia del régimen de Maduro y por la realidad de una oposición venezolana dividida y confundida.

No sólo eso, subraya, la referencia a la carta de Parolin sirve para alinear, incluso sin mencionar, los insultos que el círculo de «duros» de Maduro se dirigió a las solicitudes del Vaticano para que despegue una verdadera negociación.

Las palabras contenidas en la carta del Papa del 7 de febrero, sin embargo, siguen siendo cautelosas. Tan cautelosos que corren el riesgo de ser malinterpretados: casi el signo de una eliminación progresiva e inexorable del papado argentino de las alianzas occidentales y su dinámica.

Sin embargo, puntualiza, la prudencia de Francisco parece responder al deseo de mantener una posición mediana entre Estados Unidos y Europa, favorable al reconocimiento del jefe de la Asamblea Legislativa, Juan Guaidó, como presidente interino legítimo, proclamado después de una manifestación el 23 de enero; y China, Rusia, Turquía e Irán, que en cambio sustentan el inestable régimen de Maduro, liderados por importantes intereses económicos y geopolíticos. Junto con Cuba, son los mayores financistas y, por lo tanto, los acreedores del régimen. Más allá de la cautela diplomática, el juicio de Francesco y sus asesores sobre Maduro es nada menos que negativo.

Finalmente, el diario italiano, un mes más tarde , sin embargo, la situación ha dado un giro dramático: hasta el punto de que cualquier mediación probablemente aparezca fuera de plazo.

«De este temor, en la carta de Francisco hay una huella profunda en la final: allí donde le explica a Maduro que «perturba profundamente la situación». Y confiesa que está preocupado por «el sufrimiento del noble pueblo venezolano, que parece no tener fin». Quizás, es la última mano extendida a la que el régimen puede aferrarse. Pero incluso el papal ahora parece ser una mano generosa, y al mismo tiempo cauteloso», concluye la nota del Corriere della Sera.