Opinión

Violentos e ignorantes

por Mauricio Botero Caicedo
No nos dejemos engañar: a pesar de las reiteradas afirmaciones del autodenominado Comité Nacional del Paro que las marchas son pacíficas, la realidad ha demostrado que esto no es verdad.El lunes pasado en Medellín un joven, sin duda con enorme falta de experiencia en el manejos de explosivos, murió a causa de le explosión de varias papas bomba que llevaba en el bolsillo.

Este joven llevaba las bombas, no con fines pacíficos, sino para hacer el mayor daño posible tanto a la policía, como a las personas que no estuvieran participando en el paro. ¡Entonces que no nos vengan con el cuento ridículo y pueril que el paro es eminentemente pacífico!

Por otra parte, los convocantes al paro son profundamente ignorantes de las leyes en general y de la constitución en particular. El inteligente analista de diario acontecer, Rafael Nieto Loaiza, anotaba en reciente artículo: “Es antidemocrático e inconveniente reemplazar el debate en el Congreso por el diálogo directo con grupos sociales para la definición de la agendas, las políticas y programas que debe adelantar el Gobierno. En Colombia, las leyes se hacen en cuatro debates, en órganos distintos, con tiempos definidos entre cada uno. Las reformas a la Constitución en ocho, en dos legislaturas distintas. No es un capricho. La Constitución ha previsto un sistema deliberativo, razonado, plural y pausado para hacer y modificar las leyes y cambiar la Constitución. En el Congreso están representados 18 partidos y movimientos distintos, todos ellos, menos las Farc, con probado respaldo ciudadano. Finalmente, hay que decirlo con todas sus letras, es una pretensión totalitaria que unas minorías, que además perdieron las elecciones, quieran imponer su agenda y sus posiciones políticas a las mayorías silenciosas que no marcharon y a las mayorías que ganaron en las urnas. Y es una pretensión fascista que quienes están organizados corporativamente, por muy representativos que sean de sus grupos sociales, quieran reemplazar al Congreso y al gobierno elegidos popularmente. Y es fascismo puro y duro pretender gobernar por las vías de hecho, por la posibilidad de organizarse e ir a las calles, por la capacidad para perturbar la movilidad y el orden o por la violencia para enfrentarse a la Fuerza Pública o causar daño a los indefensos ciudadanos. Los gobiernos deben tener el oído fino para captar, más allá de las elecciones, lo que los ciudadanos sienten y dicen. Y deben escuchar con atención a quienes protestan. Pero tienen que tener cuidado de no horadar el sistema democrático que les da su legitimidad. El Gobierno debe oír a los marchantes, pero no puede, de ninguna manera, negociar su agenda, sus políticas y sus programas.”

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