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Suicidio de enfermero en Antioquia expone la presión del personal de salud a causa del Covid-19

El jefe de enfermería del municipio de Nariño – Antioquía, Santiago León, se sumó a lista de personal de salud que ha cometido suicidio durante la pandemia. El caso devela las presiones laborales y psicológicas en que trabajan, especialmente ahora, los profesionales de la salud.

Santiago León no es el primer caso de un trabajador de la salud que comete suicidio durante la pandemia de COVID-19. Si bien quienes trabajan en este rubro suelen estar expuestos al estrés emocional y psicológico propio del cuidado de la vida de las personas, la situación sanitaria actual ha agravado las condiciones laborales y aumentado las presiones del sector.

León tenía 24 años cuando cometió suicidio en la sala de su casa el pasado 25 de junio. Había conseguido, hacía dos meses, trabajo como jefe de enfermería del Hospital San Joaquín, único centro médico del municipio de Nariño, en el departamento de Antioquía, noroeste de Colombia.

De clase trabajadora, León logró graduarse de enfermero en 2018 en la Universidad Católica de Oriente, en Colombia, gracias al esfuerzo de su mamá, quien pagó sus estudios vendiendo empanadas y trabajando como empleada doméstica. La muerte de su madre por un derrame cerebral un mes atrás devastó el joven y sus allegados comenzaron a notar los primeros indicios de lo que luego derivaría en que se quitara la vida.

«Su vida giraba en torno a ella y siempre decía que era feliz porque pudo profesionalizarse, atender a su comunidad y darle ese orgullo a su madre», había dicho Juan David Sánchez, secretario de Educación de Nariño, que había sido su profesor, al semanario colombiano Semana.

León había asistido al funeral de su madre e inmediatamente regresó al hospital, sin tomar licencia alguna. En Nariño hay solo cinco médicos para atender a los más de 10.000 habitantes de la localidad.

La situación sanitaria en Colombia ya preocupaba al personal de salud de Nariño. Los números de contagios han aumentado drásticamente en el último mes, superando los 90.000 casos, lo que llevó al presidente Iván Duque a extender la cuarentena obligatoria hasta mitad de julio.

Semanas atrás, el Instituto Nacional de Salud (INS) había registrado el primer caso positivo en el municipio, que se supo luego había sido contabilizado por error, según informó al mismo medio la secretaria de Salud local, María Eugenia Hernández. De acuerdo con algunos audios que el joven enfermero había enviado, sentía grave preocupación por el error institucional, que permanece hasta ahora en los registros oficiales.

«Esto nos afecta bastante. Al aparecer como municipio COVID en los datos oficiales todas las Entidades Protocolar de Salud nos exigen protocolos distintos. Eso altera sustancialmente la forma en que estamos trabajando. Y prácticamente, junto a la policía, nos tocaría aislar a la mitad del personal. La situación nos tiene contra las cuerdas», explicó Hernández.

Hasta la noche del miércoles 24, León cumplió con sus labores en el hospital y luego presentó su carta de renuncia. Aunque tenía una prima y una tía con quien vivir, desde la muerte de su madre convivía con Andrés Castaño, abogado de la alcaldía, quien lo encontró muerto al día siguiente.

«Más o menos a las 7:40 pm le pregunté si quería comer. Comimos hacia las 8 y lo acompañé hasta las 10:40. Me acosté y no escuché ningún ruido. Pero al otro día quedé impactado cuando lo encontré. No podía entender. Nuestra última conversación había sido amena», contó Castaño.

A medianoche, León publicó historias de Whatsapp a modo de despedida, que rezaban frases como «perdóname», «cómo me haces falta» y «la vida no es justa». Castaño recordó que, la noche anterior, el joven le había recordado que su madre llevaba un mes muerta y que había fallecido el 25 de junio a las 5 a. m. Por la hora en que fue encontrado y el estado en que estaba el cuerpo, se presume que esa fue la hora en que el joven se quitó la vida.

Aunque las causas de suicidio no son fácilmente atribuibles a un motivo en particular, estudios sugieren que los trabajadores de la salud están particularmente expuestos al fenómeno por sobre otras áreas. Si a esto se le suma las condiciones psicológicas provocadas por la pandemia, el personal médico puede ser claramente identificable como población de especial riesgo en este sentido.