Política

Papa Francisco beatificó a Juan Pablo I quien solo tuvo 33 días de pontificado

–El Papa Albino Luciani, quien optó por el nombre de Juan Pablo I, conocido como “el Papa de la sonrisa”, fue beatificado este domingo por el Papa Francisco, quien en su homilía afirmó que el nuevo beato vivió con la alegría del Evangelio, sin concesiones, amando hasta el extremo y siguiendo el ejemplo de Jesús, fue un pastor apacible y humilde.

La ceremonia para elevar a los altares a Luciano, quien ejerció el papado solo 33 días, pues falleció mientras dormía, se cumplió en la Plaza de San Pedro, en una jornada gris, bajo una intensa lluvia.

Como es tradición, el rito de la Beatificación se llevó a cabo al inicio de la Santa Misa.

El obispo de Belluno – Feltre, Mons. Renato Marangoni, junto al postulador de la causa, el Cardenal Beniamino Stella, solicitaron al Santo Padre beatificar al Siervo de Dios Juan Pablo I.

El Cardenal Stella leyó una breve biografía de Albino Luciani acompañado por la vice postuladora, Stefania Falasca.

Al terminar la lectura de los datos biográficos, el Papa Francisco declaró Beato a Juan Pablo I.

Luego, se descubrió un gran retrato del nuevo beato colocado en la fachada de la Basílica de San Pedro, mientras que se los presentes aplaudían y el coro entonaba el Aleluya.

Durante la beatificación de Juan Pablo I, el Papa Francisco destacó la humildad y la alegría de Albino Luciani y alentó a imitar su ejemplo para “vivir sin concesiones”, “no a medias”, a amar “hasta el extremo”.

El Santo Padre presidió el rito de la beatificación y pronunció la homilía, mientras que la Santa Misa fue presidida por el prefecto del Dicasterio para las Causas de los Santos, el Cardenal Marcello Semeraro.

Durante la liturgia eucarística el Papa permaneció sentado a un costado del altar.

La Eucaristía fue concelebrada por el postulador de la causa, el Cardenal Beniamino Stella, el secretario de Estado Vaticano y presidente de la Fundación Vaticana Juan Pablo I, el Cardenal Pietro Parolin, y también por numerosos cardenales, obispos y sacerdotes.

En su homilía, el Papa invitó a imitar a Jesús para “amar sin medida”, mirando al Crucificado para “purificarnos de nuestras ideas distorsionadas sobre Dios y de nuestras cerrazones, a amarlo a E?l y a los dema?s, en la Iglesia y en la sociedad, tambie?n a aquellos que no piensan como nosotros, e incluso a los enemigos”.

“Amar; aunque cueste la cruz del sacrificio, del silencio, de la incomprensio?n y de la soledad, aunque nos pongan obstáculos y seamos perseguidos. Porque -como dijo tambie?n Juan Pablo I- si quieres besar a Jesu?s crucificado no puedes por menos de inclinarte hacia la cruz y dejar que te puncen algunas espinas de la corona, que tiene la cabeza del Sen?or”, dijo el Papa.

En esta línea, el Santo Padre alentó a amar “hasta el extremo, con todas sus espinas; no las cosas hechas a medias, las componendas o la vida tranquila”.

“Si, por miedo a perdernos, renunciamos a darnos, dejamos las cosas incompletas: las relaciones, el trabajo, las responsabilidades que se nos encomiendan, los suen?os, y tambie?n la fe”, advirtió.

“¡Cuánta gente vive a medias! También nosotros, muchas veces tenemos la tentación de vivir a medias. Vivir sin dar nunca el paso decisivo, esto significa vivir a medias, sin despegar, sin apostar todo por el bien, sin comprometernos verdaderamente por los dema?s. Jesu?s nos pide esto: vive el Evangelio y vivira?s la vida, no a medias sino hasta el extremo. Vive el Evangelio, vive la vida sin concesiones”, invitó el Papa Francisco.

Por ello, el Papa invitó a imitar al nuevo beato Juan Pablo I porque “vivio? de este modo: con la alegri?a del Evangelio, sin concesiones, amando hasta el extremo. E?l encarno? la pobreza del disci?pulo, que no implica solo desprenderse de los bienes materiales, sino sobre todo vencer la tentacio?n de poner el propio ‘yo’ en el centro y buscar la propia gloria” y añadió que “por el contrario, siguiendo el ejemplo de Jesu?s, fue un pastor apacible y humilde”.

“Con su sonrisa, el Papa Luciani logro? transmitir la bondad del Sen?or. Es hermosa una Iglesia con el rostro alegre, un rostro sereno y un rostro sonriente, que nunca cierra las puertas, que no endurece los corazones, que no se queja ni alberga resentimientos, que no está? enfadada, una Iglesia no enfadada, ni es impaciente, que no se presenta de modo a?spero ni sufre por la nostalgia del pasado, cayendo en el ‘indietrismo’”, indicó el Papa.

De este modo, el Papa Francisco sugirió pedir “la sonrisa del alma” que es una sonrisa “transparente, que no engaña” y sugirió rezar con las palabras de Juan Pablo I “Sen?or, to?mame como soy, con mis defectos, con mis faltas, pero hazme como tu? me deseas”.

Antes de concluir la ceremonia, el Papa Francisco dedicó un particular saludo a las delegaciones oficiales presentes, encabezadas por el presidente de la República Italiana, Sergio Mattarella y agradeció la presencia de los fieles procedentes de Venecia, Belluno y Vittorio Veneto, Diócesis en las que ejerció su ministerio sacerdotal y episcopal el Beato Albino Luciani.

Luego, el Santo Padre invocó su oración a la Virgen María “para que obtenga el don de la paz en todo el mundo, especialmente en la martirizada Ucrania”.

“Que Ella, la primera y perfecta discípula del Señor, nos ayude a seguir el ejemplo y la santidad de vida de Juan Pablo I”, rezó el Santo Padre.

Al finalizar la Misa, el Papa Francisco saludó en silla de ruedas a los cardenales presentes y recorrió en el papamóvil los pasillos de la plaza de San Pedro para saludar y bendecir a los miles de fieles presentes en el Vaticano.

DIARIO DEL PONTIFICADO

La fundación vaticana Juan Pablo I difundió una síntesis del “Diario del Pontificado” de Albino Luciani, conocido como “el Papa de la sonrisa” cuyo papado duró solo 33 días: del 26 de agosto al 28 de septiembre de 1978.

Durante su breve Pontificado realizó cuatro Audiencias Generales, presidió el rezo del Ángelus en cinco ocasiones, pronunció dos homilías, nueve discursos oficiales y recibió a numerosas personas en el Vaticano.

El 26 de agosto Albino Luciani fue elegido sucesor del apóstol Pedro en la cuarta votación del cónclave. Elige el nombre de Juan Pablo I e imparte la bendición desde el balcón central de la fachada de San Pedro.

Al día siguiente, el Papa Juan Pablo I concelebra con el Colegio Cardenalicio una Misa por la mañana, envía un radiomensaje Urbi et Orbi y dirige el rezo del primer Ángelus dominical del Pontificado.

En el Ángelus del 27 de agosto el Papa Luciani explicó que eligió el nombre de Juan Pablo I en recuerdo de sus predecesores San Juan XXIII y San Pablo VI.

El 30 de agosto se reúne con el Colegio Cardenalicio y destaca a los purpurados del mundo la importancia de la unidad.

El 31 de agosto pronuncia un discurso al Cuerpo Diplomático acreditado ante la Santa Sede, recuerda el legado de San Pablo VI, y alienta a los diplomáticos a buscar “las soluciones mejores de los grandes problemas en los que están en juego la distensión, el desarme, la paz, la justicia, las medidas o las ayudas humanitarias, el desarrollo”.

El 1 de septiembre Juan Pablo I recibe a los representantes de la prensa internacional y les pide “tratar de comprender las razones profundas por las que el Papa, la Iglesia y sus Pastores deben pedir a veces, en el ejercicio de su servicio apostólico, espíritu de sacrificio, de generosidad, de renuncia para edificar un mundo de justicia, de amor y de paz”.

El 2 de septiembre Albino Luciani recibe a sus familiares y se reúne con las delegaciones de las iglesias no católicas.

El 3 de septiembre el Papa Juan Pablo I invita en el rezo del Ángelus “procuremos que haya más oraciones y menos batallas” y celebra la Santa Misa de inicio oficial del Pontificado.

El 6 de septiembre realizó su primera Audiencia General que dedicó a “la gran virtud de la humildad”.

El 7 de septiembre se reúne con el clero de Roma.

El 10 de septiembre el Beato Juan Pablo I dice en el Ángelus dominical que “Dios es Padre, más aún, es madre” y explicó que Dios “no quiere nuestro mal; sólo quiere hacernos bien, a todos. Y los hijos, si están enfermos, tienen más motivo para que la madre los ame. Igualmente nosotros, si acaso estamos enfermos de maldad o fuera de camino, tenemos un título más para ser amados por el Señor”.

El 12 de septiembre, Juan Pablo I va a rezar a la tumba de su predecesor, San Pablo VI.

El 13 de septiembre preside su segunda Audiencia General y dedica su catequesis a la virtud teologal de la fe y dice que “la Iglesia católica tiene un jabón excelente: Evangelio, sacramentos, oración; Evangelio leído y vivido, sacramentos celebrados del modo debido y oración bien hecha, serían un jabón maravilloso capaz de hacernos santos a todos” y advierte que “no somos todos santos por no haber utilizado bastante este jabón”.

El 17 de septiembre el Papa Luciani dirige el rezo del Ángelus y destaca la importancia de la escuela y la sociedad.

El 20 de septiembre preside la tercera Audiencia General dedicada a la virtud de la esperanza “obligatoria para todo cristiano”.

El 23 de septiembre Juan Pablo I toma posesión de la Cátedra romana de la Basílica de San Juan de Letrán y expresa su deseo de servir y ponerse “a disposición de todos mis pobres fuerzas, todo lo poco que tengo y que soy”.

El 24 de septiembre el Papa Juan Pablo I dirige el rezo del Ángelus dominical y advierte que “no es la violencia la que puede todo, sino el amor”.

El 27 de septiembre preside su cuarta y última Audiencia General en la que dedica su catequesis a la caridad y afirma que “¡Dios es demasiado grande para darle solo unas migajas de nuestro tiempo o corazón!”.

“El amor a Dios es inseparable del amor al hermano, un amor que no debe ser sólo de palabra, sino de hechos; concretizado en la práctica de las obras de misericordia, que hay que completar con el amor y ayuda efectiva a los pueblos que sufren hambre y necesitan justicia, además de caridad”.

El 28 de septiembre recibió en Visita Ad Limina obispos de Filipinas y por la tarde permaneció en el apartamento pontificio. Las religiosas que vivían con él lo describieron como sereno y contento.

Tras una conversación telefónica de alrededor de 30 minutos con el entonces Arzobispo de Milán, el Cardenal Giovanni Colombo, se despidió de las hermanas y se fue a su habitación a dormir.

Al día siguiente, las religiosas descubrieron que había fallecido. El médico Renato Buzzonetti reconoció el cadáver y escribió que la muerte fue causada por un infarto cardiaco. (Información Aciprensa).