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Salsa de tomate Heinz ahora tendrá que cambiar su etiqueta por la muerte de Isabel II

Foto Heinz
Son muchas las cosas que cambiarán en el Reino Unido con la muerte de la Reina Isabel II. Pero nadie pensó que el fabricante de alimentos Heinz se vería obligado a modificar las icónicas botellas de su salsa de tomate y eliminar el escudo real de las etiquetas.

El motivo es que con el fallecimiento de la monarca quedan sin efecto los permisos otorgados por Isabel II a las empresa para usar el escudo de armas real en sus productos y campañas de mercado a cambio de suministrar bienes y servicios a la realeza. Esas autorizaciones son conocidas como Royal Warrants.

El diario británico Mirror explicó que la imagen distintiva del escudo real de armas representa el león de Inglaterra, el unicornio de Escocia y un escudo dividido en cuatro cuartos acompañados de las palabras “por designación de Su Majestad la Reina”.

Las botellas de salsa de tomate Heinz vendidas en el Reino Unido muestran el escudo de armas en la parte superior y frontal.

La Royal Warrant Holders Association (RWHA) confirmó que los permisos quedaron anulados cuando la Reina murió.

Unas 800 marcas enfrentan el complicado proceso de modificar sus empaques para eliminar el escudo real y presentar nuevamente la solicitud de servir al rey Carlos III. Pero la fila de espera será larga porque por norma la realeza otorga y retira 30 permisos al año.

La RWHA dijo que las empresas tendrán que comprobar que la casa real usa sus productos, que tienen políticas adecuadas de sostenibilidad y responsabilidad ambiental.

Cadbury, Coca-Cola, Premier Foods, Unilever, British Sugar, Britvic, Martini, Dubonnet, Johnnie Walker, Bentley, Jaguar Land Rover, Barbour, Burberry, Boots, Clarins, Molton Brown, Hunter y Mappin & Webb The Famous Grouse, Matthew Gloag & Son, Gordon’s, Pimm y Twinings Teason algunas de las empresas que quedaron huérfanas del sello real.

Solo en el sector de alimentos y bebidas, 100 marcas se han visto afectadas por esta norma, según la publicación The Grocer. Ahora tienen dos años intentar recibir los favores de Carlos III. De lo contrario deberán retirar el escucho de manera definitiva.

Poseer un Royal Warrant es un gran logro y un honor que se remonta al siglo XII.

El monarca reinante puede otorgar autorizaciones reales y puede designar a otros miembros de la familia real el poder de otorgarlas. Antes de su muerte, la reina Isabel II y el príncipe de Gales (ahora rey Carlos III) podían otorgar Royal Warrants. Además, la Reina Madre y el Príncipe Felipe, Duque de Edimburgo, también pudieron otorgar estas órdenes antes de su muerte. Es probable que el rey Carlos III otorgue el poder al príncipe Guillermo y a la reina consorte Camila en los próximos meses.

Otro grupo al que le pegará en los bolsillos la muerte de la reina es a los trabajadores de Clarence House, que había sido la sede oficial y de trabajo de Carlos de Inglaterra durante las décadas que esperó ascender al trono.

The Guardian informó el lunes que unos 100 empleados en la antigua residencia oficial del rey recibieron una notificación de que podrían perder sus trabajos luego de su ascenso al trono.

Las secretarias privadas, la oficina de finanzas, el equipo de comunicaciones y el personal doméstico se encuentran entre los que recibieron avisos de despido durante el servicio de acción de gracias a la Reina en la Catedral de St Giles en Edimburgo.

La poderosa marca real
Los permisos, o Royal Warrants, forman parte de una elaborada estrategia corporativa en la que la realeza presta el prestigio de su propia marca para apuntalar la imagen de algunas empresas de su interés.

“La reina Isabel II no era solo una monarca, representaba una marca global. Y durante las últimas siete décadas, esta marca ha definido y promovido en cierta medida a la nación británica en todo el mundo”, escribió John M.T. Balmer, profesor de Marketing Corporativo, en la Brunel University London, en The Conversation.

El académico explicó que la monarquía británica tiene varias marcas: Una es la institucional (la corona), los reinos de la Commonwealth (incluidos Australia y Canadá, entre otros), la familia real y sus miembros individuales.

Uno de los grandes éxitos de la reina fue reunir a todos esos grupos en un solo paquete mundial que era manejada como una marca corporativa.

Balmer afirma que los símbolos de la monarquía como la corona, la cifra real (que es el monograma del monarca reinante, que para la reina Isabel II era «EIIR») y el escudo de armas real son poderosos símbolos de marca que funcionan como marcas registradas.

Otras organizaciones tienen permitido usar la palabra “Real” junto a sus nombres la Royal Opera House de Londres. Para obtener permiso para usar «Royal» en un nombre, las organizaciones tienen que tramitar la solicitud a la Oficina del Gabinete en Inglaterra e Irlanda del Norte, o al gobierno de Gales y Escocia.

“Con la muerte de la reina Isabel, el Reino Unido no solo ha perdido a un monarca constitucional incomparable, sino también a uno de los mayores activos de marca del país. El nuevo Rey tiene que reemplazar a una figura importante pero en la Reina Isabel también tenía una guía experta”, concluyó Balmer. Yahoo News