El Viacrucis en el Coliseo Romano alzó la voz contra la guerra en Ucrania y la violencia guerrillera y el narcotráfico que asolan a Latinonamérica
–La guerra en Ucrania, la violencia de las guerrillas en Sudamérica y el narcotráfico que asola Centroamérica centraron tres de las catorce meditaciones que el Papa Francisco dedicó en el tradicional Viacrucis del Viernes Santo celebrado en el Coliseo de Roma, sin la presencia del pontífice.
Francisco, a causa del frío, y para cuidar su salud quebrantada por una reciente bronquitis, siguió desde su residencia, el Via Crucis. El cardenal vicario De Donatis dirigió la celebración.
Jesús, que por nosotros abrazas la cruz, mira nuestra tierra sedienta de paz, mientras la sangre de tus hermanos y hermanas se sigue derramando y las lágrimas de tantas madres que pierden a sus hijos en la guerra se mezclan con las lágrimas de tu santa Madre. pic.twitter.com/rbSX2qH6DD
— Vatican News (@vaticannews_es) April 7, 2023
Si hace tres años, debido a la pandemia del Covid-19, este que es uno de los momentos más intensos de la vida espiritual de la ciudad de Roma se celebró en ausencia del pueblo, este año tiene lugar en ausencia del Papa.
El pontífice dispuso que las catorce estaciones del rito describieran este año lo que él llama la «Tercera Guerra Mundial a trozos», con un repaso a los dramas del mundo.
Más de veinte mil personas rezaron en la evocadora celebración del Viernes Santo a lo largo de los Foros Imperiales.
«Gracias, Señor Jesús, por la luz que has encendido en nuestras noches y, reconciliando toda división, nos ha hecho a todos hermanos, hijos del mismo Padre que está en los cielos».
De las meditaciones del #VíaCrucis 2023 en el Coliseo de Roma pic.twitter.com/PxO10pXKyh— Vatican News (@vaticannews_es) April 7, 2023
En las catorce estaciones, el dolor de las víctimas de la guerra, la injusticia y la pobreza que invocaron de Dios los dones de la esperanza, la conversión, el diálogo y, sobre todo, el perdón.
En cada estación del recorrido intervinieron víctimas de algunas tragedias como la migración forzada en África, la guerra de Ucrania y los conflictos religiosos en Oriente Medio.
Por parte de América Latina habló un joven de Centroamérica en la tercera estación y una madre de Sudamérica, que tomó el testigo en la cuarta parada.
«Nosotros los jóvenes queremos la paz. Pero con frecuencia caemos, (…) Nos tiran al suelo la pereza, el miedo, el desaliento y también las promesas vacías de una vida fácil pero sucia, hecha de avidez y corrupción», expresó el joven.
En su meditación preguntó: «Esto es lo que hace crecer las espirales del narcotráfico, de la violencia, de las dependencias y la explotación de las personas, mientras muchas familias siguen llorando la pérdida de los hijos, y la impunidad del que estafa, secuestra y mata no tiene fin. ¿Cómo obtener la paz?».
Y finalmente mencionó, en castellano, la palabra «compromiso», necesario para tomar las riendas de la vida buscando la paz y decir «no» a otros compromisos falsos que la matan.
A continuación, una madre de Sudamérica relató el drama de vivir bajo la acción de las guerrillas.
«En el 2012 la explosión de una bomba puesta por los guerrilleros me destrozó una pierna», recordó la mujer.
«Lo que más me aterrorizó fue ver a mi hija de siete meses, cubierta de sangre, con muchos trozos de vidrio incrustados en su carita. ¡Lo que debe haber sido para María ver el rostro de Jesús deformado y ensangrentado!», continuó.
Aún así, la madre pidió no dejarse llevar por «la rabia y resentimiento», ya que descubrió que al «difundir odio creaba más violencia».
«Comprendí que muchas víctimas necesitaban descubrir (…) que no se puede vivir de resentimiento. De este modo empecé a ayudarles: Estudié para enseñar a prevenir los accidentes causados por los millones de minas diseminadas», concluyó en su reflexión.
La guerra de Ucrania también estuvo presente este año en el Viacrucis: en el anterior una mujer ucraniana y rusa llevaron la cruz juntas en una de las estaciones, lo que provocó quejas de la embajada ucraniana ante el Vaticano.
En esta ocasión, la meditación de la décima estación fue coescrita por un joven ucraniano y un ruso.
El ucraniano recordó cuando huyó con su familia de Mariúpol hasta Italia, donde vivía su abuela, pero al poco tiempo decidieron regresar, ya que su padre fue reclutado por el Ejército.
«Aquí la situación sigue siendo difícil, hay guerra por todos lados, la ciudad está destruida. Pero en mi corazón quedó esa certeza que me decía mi abuela cuando lloraba: ‘Ya verás, todo pasará. Y con la ayuda de Dios, la paz volverá'», precisó.
Por su parte, el ruso admitió que hablaba «con sentimiento de culpa» y rememoró cuando una carta informó a su familia del fallecimiento de su hermano: «Todos nos decían que debíamos estar orgullosos, pero en casa había tanto sufrimiento y tristeza».
Mientras Jesús estaba en la cruz dijo siete palabras, es decir, siete frases que nos revelan una dimensión más profunda de su entrega.https://t.co/b0nIdK5zKI
— ChurchPOP Español (@ChurchPOP_es) April 7, 2023
(Información Vatican News)