Ciencia y Tecnología Nacional

En la UNAL hallan fórmula para controlar los tóxicos de los empaques de plástico que contaminan los alimentos

–El acrilonitrilo, un líquido sintético cuyo olor es similar al de la cebolla o el ajo, usado para elaborar el plástico que envuelve los alimentos gracias a su maleabilidad, transparencia y resistencia, fue clasificado como un posible carcinógeno después de haber sido probado en animales. Una experta en Ciencia y Tecnología de alimentos encontró la fórmula precisa para que la industria no sobrepase los niveles permitidos de esta sustancia tóxica; los lácteos fueron los alimentos seleccionados.

El problema se da cuando el acrilonitrilo empieza a “migrar” moviéndose hacia el alimento, impregnándolo y alterándolo; por eso la Resolución 4143 de 2012 del Ministerio de Salud y Protección Social estableció que en el país la concentración máxima no puede exceder los 20 microgramos por kilogramo (µg/kg), pero al parecer no existe un control riguroso, ya que la mayoría de los productores no cuentan con la tecnología necesaria para detectarlo.

Esto dejaría de ser un problema gracias a los esfuerzos del Instituto de Ciencia y Tecnología de Alimentos (ICTA) de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), en el Laboratorio de Empaques y Vida Útil de Alimentos, y el apoyo del Laboratorio Lepton SAS, ya que la investigadora Adriana Forero Hernández, magíster en Ciencia y Tecnología de Alimentos logró que los niveles de acrilonitrilo presentes en el plástico no superen los 16 µg/kg, lo cual sería un paso fundamental para que los alimentos no presenten daños ni representen un riesgo para la salud.

En la actualidad el polipropileno es uno de los materiales empleados por excelencia para fabricar todo tipo de plásticos de un solo uso, entre ellos el que cubre las frutas en el supermercado, lo mismo que las botellas de gaseosa o de agua. Tiene buena resistencia frente a altas temperaturas y resiste a la humedad y acidez.

Cuando se obtiene el material, que se ve como pequeñas cápsulas de plástico llamadas pellets, inmediatamente se aplica la resina a base de acrilonitrilo –que es barata y se usa mucho en la industria–, aditivo que le da consistencia y lo convierte en una especie de gel más fácil de aplicar, logrando en el proceso de transformación del moldeo por inyección, láminas de alta transparencia que no se deterioran tan fácilmente.

El primer paso fue validar la técnica de cromatografía de gases con detector de ionización de llama (GC-FID) y muestreo de espacio de cabeza (Headspace Analyser-HS) para determinar las concentraciones de acrilonitrilo en los empaques, y se encontró que sí es posible identificarlo aún en una cantidad baja, que de hecho es uno de los principales problemas para la industria en este tema, ya que este monómero no es fácil de detectar.

Después de probar esta técnica se propuso utilizar dos simulantes alimentarios, o sea sustancias cuya composición es similar a la de un alimento, en este caso agua y etanol, las cuales se asemejan a la composición de alimentos acuosos como la leche y sus derivados; el experimento se realizó a distintas temperaturas, pues era necesario analizar un empaque a 20 °C, que es un calor promedio de almacenamiento ambiente, y 40 °C, que se relaciona con el uso de un microondas para calentar la comida, por ejemplo.

“Durante 43 días los pellets para fabricar empaques se pusieron en contacto con los simulantes alimentarios estudiados, y se encontró que para la temperatura promedio los valores no superaron los 15,99 mg/kg de acrilonitrilo, mientras que para los 40 °C se llegó a máximo 16,58 mg/kg de esta sustancia”, asegura la investigadora Forero, cuyo trabajo fue dirigido por el doctor Diego Castellanos Espinosa, profesor del ICTA.

A partir de los datos obtenidos se aplicó un modelo de migración del acrilonitrilo para cada simulante alimentario a las dos temperaturas aplicadas, con el fin de evaluar y predecir qué pasaría incluso si los alimentos se dejaran almacenados todo un año. Se determinó que, a una temperatura de 44 °C, la cual es mayor que la de los dos ensayos anteriores, la concentración de nitrilo no superaba los 15,89 mg/kg.

Según la experta, los insumos para realizar este tipo de experimentos son costosos y requieren de instrumentos como el utilizado en el ICTA, por lo que en el país es difícil que los productores hagan mediciones o controles de estos niveles; no obstante, se destacan iniciativas de laboratorios en otras ciudades como Medellín o Cali, a las que acuden empresas como Lepton SAS, quienes solicitaron los servicios de la UNAL para disminuir este problema en sus empaques.

“En Colombia se ha investigado poco sobre cómo identificar los niveles de acrilonitrilo en empaques, lo cual evidencia la falta de regulación y la necesidad urgente de implementar metodologías como la que se propone en este trabajo; así mismo, aplicar modelos matemáticos para predecir el comportamiento de un posible contaminante se convierte en un aliado fundamental para las empresas y entidades interesadas”, concluye la magíster Forero. (Información Agencia de Noticias UNAL).