Internacional

Latinoamérica y Europa definen en Bolivia nueva estrategia para combatir el narcotráfico y el crimen organizado 

–En La Paz, Bolivia, se realiza este martes la Tercera Reunión Anual del Programa de Cooperación entre América Latina, el Caribe y la Unión Europea (Copolad), bajo el título ‘Por unas políticas de drogas más humanas y efectivas’, que congrega a países de ambos lados del Atlántico con un objetivo común: dialogar sobre el tráfico de drogas desde un punto de vista sanitario, de seguridad y de combate, además de crear condiciones para reforzar la cooperación internacional frente a este flagelo.

Entre hoy y mañana, se tratarán cuestiones como el abordaje de las vulnerabilidades de ciertos colectivos o la mejora del acceso a servicios de atención de calidad e inclusión social. En el ámbito de la reducción de la oferta, se analizará el control de precursores químicos para la fabricación de drogas ilegales y se debatirán estrategias contra el narcotráfico y el lavado de activos de los grupos criminales. Asimismo, se plantearán enfoques innovadores de desarrollo alternativo y se estudiarán los retos y oportunidades para la mejora de la proporcionalidad y la alternatividad penal frente a los delitos menores de drogas.

Según explicó Borja Díaz, director de COPOLAD III, “en la búsqueda de soluciones integrales, nos centramos en el desarrollo alternativo y sostenible, así como en la cooperación internacional para investigar el tráfico de drogas, los capitales ilícitos, el blanqueo de capitales y el control de los precursores químicos. Además, impulsamos alternativas penales para delitos menores relacionados con las drogas. Nuestra aportación se basa en un enfoque multiactor, en la coordinación interinstitucional y en la movilización del talento público, estableciendo alianzas estratégicas con redes y organismos internacionales, abordando los desafíos de manera conjunta y fomentando el diálogo entre la Unión Europea, América Latina y el Caribe”.

A la par con el aumento de los decomisos de drogas que salen de puertos latinoamericanos con destino a Europa, el poder de fuego y la capacidad corruptora de los carteles de droga y del crimen organizado se ha incrementado fuertemente en los últimos años. Por ello, tratar de poner freno a esa proliferación es el objetivo de estos encuentros.

«Lamentablemente, los resultados que se han obtenido en todos estos acuerdos multilaterales son escasos, tenemos un panorama de negociación internacional carente de acuerdos de peso», dijo a DW David Saucedo, experto en seguridad y analista político mexicano.

En su opinión, los acuerdos binacionales dan mejores resultados, como los de Estados Unidos con Colombia o México. En la cita de dos días en Bolivia, «quizás haya compromisos y algunas negociaciones de intercambio de información policial, pero no creo que pase de eso», indicó.

Una visión distinta ofrece el experto uruguayo en crimen organizado Gonzalo Croci. Para él, lo importante es focalizar las respuestas según los problemas de cada país, dependiendo de si son productores, de tránsito o consumidores. «Todos se enfrentan a problemas distintos y necesitan un paquete de políticas públicas diferentes. Por ejemplo, los países de tránsito deben tener políticas que se focalicen en sus fronteras y, más importante aún, en sus puertos, pero también deben tener políticas contra la corrupción», señaló el Doctor en Ciencias de la Seguridad y el Crimen por la University College London (UCL).

Añadió que el que el hecho de que en este encuentro no participe Estados Unidos, principal mercado de consumo de drogas, no debería ser tan problemático, porque está Europa, «que es el segundo mercado y con mayor crecimiento».

Además, explicó, «existen alianzas cada vez más fuertes entre grupos criminales europeos y latinoamericanos». Se trata de entidades que «buscan optimizar sus recursos, comparten información, servicios, rutas de tráfico, capacidades de distribución y de blanqueo de capitales. Es decir, están cooperando y no compitiendo».

Saucedo, en tanto, destacó que el de las drogas es «un fenómeno de mercado». «Algunos países pasaron de ser productores a tener un mercado local. La expansión del consumo ha incrementado los márgenes de ganancia de los grupos criminales».

El especialista añadió que los estudios demuestran, además, que cada vez el inicio en el consumo es más temprano -a los 10 años en algunos países- y el abaratamiento de costos en la producción ha permitido que sectores bajos y medio-bajos se sumen al negocio como compradores. O sea, la tormenta perfecta.

Para Saucedo, el enfoque punitivo y prohibicionista ha demostrado ser ineficiente a la hora de combatir a los grupos criminales: «Lo único que ha hecho el combate es frenar de manera marginal el comercio. Sí, en casi todos los países hay sistemas penitenciarios donde purgan sentencias los líderes de alto perfil de los carteles, se han iniciado procesos, se han desmantelado grandes grupos, pero como el mercado sigue creciendo, estos logros son menores».

Añadió que habría que empezar a pensar en liberalizar el consumo de drogas blandas y cambiar el enfoque, dando mayor relevancia a los aspectos sanitarios del problema.

«No podemos repetir los errores de antes, hay que intentar estrategias nuevas, políticas nuevas», precisó Croci.

«Ahora existen muchas más herramientas que antes. Y no hay que hablar de ‘narcotráfico’ o siquiera de ‘drogas’… Hay que hablar de mercados ilegales, porque el crimen organizado no solo se nutre del mercado de la cocaína. Después de entender cada mercado ilegal y las capacidades institucionales de cada país, se pueden diseñar políticas públicas eficaces y específicas a cada contexto», indicó.

El investigador uruguayo agregó que la criminalidad no siempre es violenta. «La violencia surge en circunstancias específicas, por ejemplo, por cambios en los equilibrios del mercado. Es decir, un país puede tener niveles muy altos de actividad criminal y niveles muy bajos de homicidios».

El problema, apuntó Saucedo, es que el poder erosionador que tienen estas mafias es demasiado grande. «Son los grupos del narcotráfico los que se infiltran en los sistemas penitenciarios, los que asesinan a jueces para evitar sentencias y desatan estrategias de narcoterrorismo para no ser extraditados a Estados Unidos», cuando lo lógico, apuntó, sería que fuera el Estado quien mordiera más fuerte. (Información DW).