Internacional

Lo que viene para América Latina en la segunda ‘era Trump’

–Desde la víspera de su toma de posesión, ante una multitud de simpatizantes en Washington D.C., Donald Trump notificó sus primeros objetivos: «Vamos a detener la invasión de nuestras fronteras, vamos a reclamar nuestra riqueza, vamos a desbloquear el oro líquido que está justo debajo de nuestros pies».

«Cuando el sol se ponga mañana por la tarde, la invasión de nuestras fronteras se habrá detenido y todos los intrusos fronterizos ilegales estarán, de una forma u otra, regresando de vuelta a casa», enfatizó.

Así, el regreso de Donald Trump a la presidencia de EE.UU. deja a América Latina expectante ante el impacto que tendrán en la región las políticas que ha prometido el republicano de cara a los próximos cuatro años.

El precedente de su primer mandato, la mediática campaña electoral y los últimos dos meses dan algunas pistas del rumbo que emprenderá la Casa Blanca, lo que alista a los países para las previsibles consecuencias que acarreará el relevo de Joe Biden.

Por descontado se da la alineación de Trump con líderes de derecha en Latinoamérica, como el presidente de Argentina, Javier Milei, lo que permite augurar una cercanía que para Buenos Aires puede traducirse en beneficios en las ansiadas negociaciones con el Fondo Monetario Internacional (FMI), el reimpulso a las inversiones y la ampliación de la cooperación en materia de seguridad, refiere TN.

Por contrapartida, el respaldo de Milei, aunado a sus simpatías con presidentes como el salvadoreño, Nayib Bukele, pueden ayudar a Trump a armar su propio eje de influencia en Latinoamérica.

Traducción:
ESTADOS UNIDOS HA VUELTO. ??

Todos los días lucharé por ti con cada respiración en mi cuerpo. No descansaré hasta que hayamos entregado la América fuerte, segura y próspera que nuestros hijos merecen y que ustedes merecen. Esta será realmente la edad de oro de América.
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La migración ha sido uno de los temas clave durante la campaña electoral de Trump, que ha anunciado en repetidas ocasiones que llevará a cabo el mayor caudal de deportaciones de la historia, amenazando con expulsar a millones de personas sin papeles en EE.UU.

Se especula que hay una altísima probabilidad de que se cierren programas como la Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA), el Estatus de Protección Temporal (TPS) o el estatus de permiso humanitario para ciudadanos de algunos países de la región. Asimismo, parecen peligrar algunas de las vías legales de migración, como las Oficinas de Movilidad Segura en Colombia, Costa Rica, Ecuador y Guatemala.

Este tipo de políticas aumentarán la presión sobre países atravesados por la ruta migratoria, que podrían ver crecer el número de migrantes y solicitantes de asilo, en una región donde ya se calcula que hay más de 20 millones de desplazados, según ACNUR.

Otro de los grandes asuntos es la anunciada implementación de una política económica proteccionista en EE.UU., que estará acompañada de una subida generalizada de aranceles.

El foco de Washington está puesto en la pugna comercial con China, pero las amenazas se han ampliado a otras regiones, como la latinoamericana, en donde se ha mencionado a México de manera explícita.

De implementarse la medida de proteccionismo prevista por la administración republicana, se prevén graves afectaciones a sectores como el agroalimentario, esencial en todos los países de la región.

Los choques con México han sido frecuentes durante las últimas semanas. El discurso expansionista de Trump le ha llevado a expresar su deseo de anexionarse desde Groenlandia –bajo la soberanía de Dinamarca–, hasta Canadá o el propio México.

De hecho, el mandatario estadounidense ha llegado a proponer una intervención militar en territorio mexicano, como una posible respuesta al problema del narcotráfico. Aunque esta propuesta no termine materializándose, sí parece augurar una relación basada en medidas unilaterales.

Venezuela ha sido uno de los temas olvidados en la campaña de Trump. Una de las pocas referencias llegó tan solo un día antes de que el presidente reelecto, Nicolás Maduro, asumiera su nuevo mandato en Caracas.

En la víspera de la toma de posesión de Maduro, el mandatario electo de EE.UU. se refirió al opositor venezolano Edmundo González como «presidente electo».

Otra de las señales de una posible pugna con Caracas está en una nominación de Trump: el próximo secretario de Estado, Marco Rubio. El político, de línea conservadora y férreo detractor de Maduro, acusó sin pruebas a Venezuela de estar «controlada por una organización criminal y narcotraficante», tras criticar a la saliente administración de Joe Biden por haber atenuado levemente las sanciones económicas.

Aunque parece poco probable que EE.UU. avance de frente hacia el restablecimiento de las relaciones diplomáticas con Venezuela, no se descarta un acercamiento de facto. ¿La razón? Las licencias petroleras de empresas estadounidenses en territorio venezolano y el factor migratorio.

En ese último punto, Trump ha apuntado que pretende reanudar los vuelos de repatriación con Caracas, en su lucha contra la migración irregular, por lo que se podría imponer el pragmatismo.

Con toda probabilidad, América Central se verá severamente afectada por las nuevas políticas de la ‘era Trump’, ya que se espera el cierre de importantes programas que trataban de paliar las causas estructurales de la migración en estos países.

Además, ha tomado relevancia el asunto de canal de Panamá. Trump quiere retomar su gestión, justo cuando se cumplen 25 años del paso de esa ruta a manos panameñas. En juego está el control del canal por el que transita alrededor del 5 % del comercio mundial.

Milei es uno de los invitados ilustres a la toma de posesión de Trump este lunes, un gesto que refleja la buena sintonía que hay entre el republicano y el mediático presidente libertario.

Sin embargo, sus intereses económicos pueden estar encontrados. Así, los aranceles anunciados por Trump podrían hacer un roto en el cotizado sector agropecuario argentino.

Pese a ello, no se espera que Milei alce la voz contra Washington, ya que aspira a que la nueva administración estadounidense le respalde en la nueva revisión pendiente con el Fondo Monetario Internacional (FMI), en la que pretende que se liberen nuevos recursos financieros.

La toma de posesión de esta jornada también pone en duda la continuidad de la tímida apertura que hubo hacia Cuba durante el mandato de Joe Biden, quien amplió los viajes autorizados y sacó a la isla de su listado unilateral de países «patrocinadores del terrorismo». De hecho, La Habana entró al temido ranking durante la primera administración de Trump.

Se vislumbra que varios partidarios de la línea dura con Cuba formarán parte del nuevo Gobierno de EE.UU., como el propio Rubio, por lo que es de esperar un aumento de la presión que podría agravar la crisis en la isla, sometida a más de medio siglo de bloqueo económico y comercial por parte de EE.UU. (Información RT).