Fiebre Amarilla: Todo lo que se debe saber sobre esta enfermedad y la diferencia con Dengue, Chikungunya y la Malaria
–El pasado 27 de marzo, la Organización Panamericana de la Salud, OPS, emitió una nueva alerta epidemiológica debido al incremento de casos de fiebre amarilla en las Américas durante los primeros meses de 2025. El número de casos humanos confirmados hasta el 22 de marzo había más que duplicado el total registrado en todo 2024, lo que generó preocupación por una posible expansión de la enfermedad.
En los primeros casi tres meses de 2025, se confirmaron 131 casos humanos, con 53 fallecimientos. En comparación, en todo el 2024 se reportaron 61 casos, de los cuales 30 fueron fatales. Los casos se reportaron en Bolivia (1 caso, 1 fallecimiento), Brasil (81 casos, 31 fatales), Colombia (31 casos, 13 fallecimientos) y Perú (18 casos, 8 fatales), con casos notificados fuera de la región amazónica, tradicionalmente afectada.
En particular, se destacan los casos nuevos desde octubre de 2024 en el departamento de Tolima, Colombia, lo que evidencia la aparición del virus en áreas geográficas no afectadas en años anteriores.
En estas zonas, actividades laborales como la agricultura representan un factor de riesgo de exposición al virus. El aumento de nuevos casos y su expansión resaltan la urgencia de fortalecer las medidas de vigilancia, prevención y control para contener la enfermedad.
La fiebre amarilla es una enfermedad viral grave transmitida por mosquitos que puede ser mortal y que es prevenible mediante la vacunación. La gran mayoría de los casos detectados corresponden a personas no vacunadas.
En la alerta emitida el 27 de marzo, la OPS insta a intensificar la vacunación en zonas de riesgo, buscando coberturas homogéneas superiores al 95%. La vacunación es la herramienta más eficaz contra la enfermedad. Además, recomienda a los países revisar sus reservas de vacunas, contar con planes de respuesta rápida ante brotes y asegurar que los viajeros a áreas endémicas estén informados y vacunados.
Desde la epidemia de fiebre amarilla en Brasil entre 2016 y 2018, la amenaza para la salud pública de la enfermedad ha resurgido en las Américas. El virus de la fiebre amarilla se mantiene en un ciclo selvático entre algunas especies de mosquitos y primates no-humanos de 13 países y territorios de la región. Desde 1960, ha causado 9.591 casos en humanos y 3.444 muertes.
En febrero pasado, basándose en el aumento de casos en varios países durante los últimos meses de 2024 y las primeras semanas de 2025, la OPS publicó una evaluación de riesgos en la que consideró que el riesgo de brotes de fiebre amarilla en la región es alto.
La OPS seguirá monitoreando la situación y apoyando a los países para que se adopten las mejores estrategias de vigilancia, prevención y control de la fiebre amarilla.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, OMS, y la Organización Panamericana de la Salud, OPS, la fiebre amarilla la provoca un arbovirus (virus transmitido por artrópodos, como mosquitos, garrapatas y otros vectores) que es transmitido a los humanos por la picadura de mosquitos Aedes y Haemagogus infectados.
Estos mosquitos que pican durante el día se reproducen cerca de casas (domésticos), en bosques o selvas (selváticos) o en ambos hábitats (semidomésticos).
La fiebre amarilla es una enfermedad que supone una gran amenaza, acarrea múltiples repercusiones y tiene el riesgo de propagarse por todo el mundo, por lo que representa una amenaza potencial para la seguridad sanitaria mundial.
La fiebre amarilla es prevenible mediante vacunación, que es una medida segura y asequible. Una sola dosis de la vacuna contra la fiebre amarilla es suficiente para garantizar una protección de por vida.
La fiebre amarilla es una enfermedad viral hemorrágica aguda que es endémica en áreas tropicales de África y de América Central y del Sur. El «amarillo» en el nombre de fiebre amarilla se refiere a la ictericia que afecta a algunos pacientes.
Los casos pueden ser difíciles de distinguir de otras fiebres hemorrágicas virales como el arenavirus, hantavirus o dengue.
La fiebre amarilla es una enfermedad de alto impacto y alta amenaza, con riesgo de propagación internacional, representando una posible amenaza para la seguridad sanitaria global. Grandes epidemias de fiebre amarilla ocurren cuando personas infectadas introducen el virus en áreas densamente pobladas con alta densidad de mosquitos y donde la mayoría de las personas tienen poca o ninguna inmunidad, debido a la falta de vacunación. En estas condiciones, los mosquitos infectados de la especie Aedes aegypti transmiten el virus de persona a persona.
Fiebre amarilla en las Américas
En siglos pasados (del XVII al XIX), la fiebre amarilla fue transportada a América del Norte y Europa, causando grandes brotes que interrumpieron economías, desarrollo y, en algunos casos, diezmaron poblaciones.
Desde 1970, la fiebre amarilla ha resurgido como una amenaza para la salud pública en las Américas. La enfermedad es endémica en territorios y regiones de 13 países y territorios en América Central y del Sur (Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador, Guayana Francesa, Guyana, Panamá, Paraguay, Perú, Surinam, Trinidad y Tobago, y Venezuela), causando brotes y muertes. En 2014, el virus se propagó más allá de la cuenca del Amazonas. Algunos atribuyen esta propagación a cambios en los mosquitos y los humanos.
Desde los últimos meses del 2024 se ha registrado un aumento en los casos humanos de fiebre amarilla confirmados en varios países de la región. En 2025, se ha observado un cambio en la distribución geográfica de la enfermedad. Mientras que en 2024 los casos se concentraron principalmente en la región amazónica, en 2025 la enfermedad comenzó a extenderse a áreas fuera de esta zona.
Síntomas
El periodo de incubación de la fiebre amarilla es de tres a seis días. Muchas personas no experimentan síntomas. Algunos síntomas comunes son: fiebre, dolor muscular, dolor de cabeza, pérdida de apetito, náuseas o vómitos. En la mayoría de los casos los síntomas desaparecen en tres o cuatro días.
Un pequeño porcentaje de pacientes entran a las 24 horas de la remisión inicial en una segunda fase, más tóxica. Vuelve la fiebre elevada y se ven afectados varios órganos, generalmente el hígado y los riñones. En esta fase son frecuentes la ictericia (color amarillento de la piel y los ojos, hecho que ha dado nombre a la enfermedad), el color oscuro de la orina y el dolor abdominal con vómitos. Puede haber sangrado por la boca, nariz, ojos o estómago. La mitad de los pacientes que entran en la fase tóxica mueren en un plazo de siete a diez días.
Diferencias clínicas entre el Dengue, la Fiebre Amarilla, la Fiebre de Chikungunya y la Malaria
Los virus del Dengue, Fiebre Amarilla y Chikungunya son virus que coinciden en aspectos importantes como ser transmitidos por mosquitos del género Aedes y causar cuadros clínicos similares que pueden ser confundidos y mal diagnosticados por los médicos.
Los virus de la Fiebre Amarilla y del virus del Dengue se incluyen en la familia Flaviviridae y el virus de Chikungunya pertenece a la familia de Togaviridae.
No existe actualmente ningún tratamiento antiviral específico frente a ninguno de estos virus y afectan a una gran cantidad de población de zonas tropicales especialmente en el continente africano aunque también, y según el virus, en países sudamericanos y centroamericanos así como asiáticos. Por estas razones, en los últimos años se han realizado numerosos estudios enfocados a mejorar el diagnóstico diferencial de estas enfermedades y encontrar un tratamiento.
Algunos de sus síntomas pueden confundirse con otras enfermedades. Las más comunes son las siguientes, junto con sus manifestaciones:
• Malaria: Fiebre, cefalea, dolor corporal, mialgias, artralgias, náuseas, y vómitos. Algunos pacientes pueden presentarse sin síntomas.
• Dengue: Fiebre, cefalea intensa y dolor retroocular (detrás de los ojos), mialgias, artralgias, náuseas y vómitos.
• Chikungunya: Fiebre alta (39°C) y dolor articular severo. Además, cefalea, dolores corporales difusos. Artritis simétrica con tumefacción, inflamación y rigidez.
• Fiebre Amarilla: Fiebre, escalofríos, cefalalgia, mialgias generalizadas, náuseas y vómitos. Puede sumarse ictericia (Coloración amarillenta de la piel y las mucosas) y leucopenia (Disminución del número de leucocitos en la sangre).
• Zika: Erupciones en la piel con o sin fiebre, conjuntivitis, dolor muscular y articular, malestar general y cefalea. Las complicaciones del Zika pueden ser: síndromes neurológicos y congénitos asociados a Zika.
La Malaria se transmite por la picadura de mosquitos hembra del género Anopheles, hay más de 400 especies de Anopheles, pero solo 30 de ellas son vectores importantes de la enfermedad.
El Dengue, Zika, Chikungunya y Fiebre Amarilla se transmiten por mosquitos Aedes aegypti.
La Malaria
La malaria se propaga a través de Anofeles mosquitos mientras fiebre amarilla la transmisión ocurre con Aedes o Hemagogo especies.
Ambas enfermedades prevalecen en diferentes partes de África. Esto no significa que ninguna de las enfermedades se limite al continente. De hecho, el brote reciente más peligroso de fiebre amarilla tuvo lugar en Brasil.
El virus de la fiebre amarilla se puede encontrar en áreas tropicales y subtropicales de América del Sur y África. Algunos países pueden requerir prueba de vacunación para la entrada.
La malaria se centra en gran medida en el África subsahariana y el sur de Asia. Alrededor del 90 por ciento de las muertes por malaria ocurren al sur del Sahara.
Los síntomas de la malaria sin complicaciones incluyen: fiebre, escalofríos, sudores, dolores de cabeza, dolores corporales, malestar general, náuseas y vómitos.
Los signos de malaria severa incluyen: insuficiencia renal aguda, hipoglucemia y problemas neurológicos. La enfermedad también podría conducir a hemoglobinuria, que daña los glóbulos rojos. El síndrome de dificultad respiratoria aguda también podría ocurrir, lo que dificulta la respiración.
Si bien la infección de cualquiera de las enfermedades puede ser fatal, las tasas de mortalidad por malaria son significativamente más altas. Aunque la malaria es tratable y la fiebre amarilla no lo es, se cree que la malaria afectó a 216 millones de personas y mató a casi medio millón solo en 2016.
Tratamiento para fiebre amarilla
No hay un medicamento antiviral específico para la fiebre amarilla. Los pacientes deberían guardar reposo, mantenerse hidratados y buscar asesoramiento médico. Dependiendo de las manifestaciones clínicas y otras circunstancias, los pacientes pueden ser enviados a casa, ser derivados para su manejo en el hospital o requerir tratamiento de emergencia y derivación urgente. El tratamiento para la deshidratación, la insuficiencia hepática y renal y la fiebre mejora los resultados. Las infecciones bacterianas asociadas pueden tratarse con antibióticos.
Diagnóstico
El diagnóstico de la fiebre amarilla es difícil, sobre todo en las fases tempranas. En los casos más graves puede confundirse con el paludismo, la leptospirosis, hepatitis víricas, otras fiebres hemorrágicas, otras infecciones por flavivirus (como el dengue) e intoxicaciones.
Mediante pruebas de reacción en cadena de la polimerasa (PCR) en sangre puede detectarse a veces el virus en las primeras etapas de la enfermedad. En fases más avanzadas hay que recurrir a la detección de anticuerpos mediante pruebas de ELISA o de neutralización por reducción de placa.
Prevención
1. Vacunación
La principal medida para prevenir la fiebre amarilla es la vacunación. La vacuna contra la fiebre amarilla es segura y asequible, y una sola dosis es suficiente para conferir protección de por vida. No son necesarias dosis de recuerdo.
La vacuna proporciona una inmunidad efectiva al cabo de diez días en el 80?100% de las personas vacunadas, y al cabo de 30 días en más del 99%.
Los efectos secundarios de la vacuna contra la fiebre amarilla son raros. Las personas habitualmente excluidas de la vacunación son:
-Niños menores de 9 meses;
-Mujeres embarazadas (excepto durante un brote de fiebre amarilla cuando el riesgo de infección es alto);
personas con alergias graves a las proteínas del huevo, y
-Pacientes con trastornos del timo o gravemente inmunodeprimidos por VIH/sida sintomático u otras causas.
De conformidad con el Reglamento Sanitario Internacional (RSI), los países tienen derecho a exigir a los viajeros que presenten un certificado de vacunación contra la fiebre amarilla.
En caso de que haya motivos médicos para no administrar la vacuna, dichos motivos deben ser certificados por la autoridad competente.
Países con riesgo de transmisión de la fiebre amarilla y países que exigen la vacunación contra la fiebre amarilla (noviembre de 2022) (en inglés)
Requisitos y recomendaciones de vacunación para viajeros internacionales; y situación del paludismo por países – edición de 2022 (en inglés)
2. Control de vectores
El riesgo de transmisión de la fiebre amarilla en zonas urbanas puede reducirse eliminando los posibles lugares de cría de mosquitos, por ejemplo aplicando larvicidas a contenedores de agua y a otros lugares donde haya aguas estancadas.
Se recomiendan medidas preventivas para evitar las picaduras de mosquitos, como aplicarse repelentes y ponerse ropa que minimice la exposición de la piel. El uso de mosquiteros tratados con insecticidas está limitado por el hecho de que los mosquitos Aedes pican durante el día.
La vigilancia y el control de los vectores son componentes de la prevención y el control de las enfermedades de transmisión vectorial, especialmente para detener la transmisión en situaciones epidémicas. En el caso de la fiebre amarilla, la vigilancia de Aedes aegypti y otras especies de Aedes ayudará a saber dónde hay riesgo de brotes urbanos.
3. Preparación y respuesta frente a epidemias
La detección rápida de la fiebre amarilla y la respuesta inmediata con campañas de vacunación de emergencia son esenciales para controlar los brotes. Ahora bien, la falta de notificación de casos es motivo de preocupación; la OMS calcula que el número real de casos es entre diez y 250 veces mayor de lo que se notifica actualmente.
La Organización recomienda que todos los países en riesgo dispongan al menos de un laboratorio nacional en el que se puedan realizar análisis de sangre básicos para detectar la fiebre amarilla. Un caso confirmado debe considerarse como brote en una población no vacunada, y debe ser investigado exhaustivamente en cualquier contexto. Los equipos de investigación deben evaluar los brotes y responder a ellos con medidas de emergencia y con planes de inmunización a más largo plazo.
Respuesta de la OMS
La estrategia mundial para poner fin a las epidemias de fiebre amarilla 2017–2026 (estrategia EYE) fue desarrollada en respuesta a dos brotes de fiebre amarilla urbana —uno en Luanda (Angola) y el otro en Kinshasa (República Democrática del Congo)— que también generaron casos exportados a otros países, entre ellos China, lo que demostró que la fiebre amarilla suponía una grave amenaza mundial que requería nuevos planteamientos estratégicos.
La estrategia EYE es integral y cuenta con múltiples componentes y asociados. Además de recomendar actividades de vacunación, exige crear resiliencia en los centros urbanos, planificar la preparación urbana y reforzar la aplicación del Reglamento Sanitario Internacional (2005).
Está previsto que, para finales de 2026, casi 1 000 millones de personas estén protegidas contra la fiebre amarilla a través de la vacunación.
Consejos de la OMS
La fiebre amarilla es una enfermedad epidemiógena prevenible mediante vacunación y transmitida a los seres humanos por mosquitos infectados, en particular del género Aedes spp. y Haemagogus. La proliferación urbana de los mosquitos del género Aedes spp., que pican durante el día, puede amplificar significativamente los riesgos de transmisión, especialmente en zonas densamente pobladas, lo que puede provocar rápidamente brotes.
Vigilancia y coordinación: la OMS hace hincapié en la importancia de la vigilancia activa y la coordinación y el intercambio de información transfronterizos. La investigación y la realización de pruebas a los casos sospechosos son cruciales para el control y la prevención de brotes. Se recomienda reforzar la vigilancia, investigar los casos sospechosos y realizarles pruebas de laboratorio.
La vacunación como herramienta de prevención primaria: la vacunación es el principal medio para prevenir y controlar la fiebre amarilla. La estrategia EYE de la OMS da prioridad a la vacunación en los países que notifican casos de fiebre amarilla, integrándola en los calendarios de inmunización sistemática para las personas de 9 meses o más. Los viajeros que entran en países con riesgo de fiebre amarilla o salen de ellos deben presentar el certificado de vacunación, con exenciones específicas. La OMS apoya la ampliación de la cobertura vacunal a través de programas de vacunación sistemática y campañas masivas de vacunación para mejorar la inmunidad comunitaria.
Recomendaciones para viajeros internacionales: se recomienda a todos los viajeros internacionales de 9 meses o más que se desplacen a áreas con riesgo de transmisión de fiebre amarilla, según determine la OMS, que se vacunen. La vacuna se considera segura y eficaz, y ofrece protección de por vida. Sin embargo, la recomendación de vacunar a bebés menores de 9 meses y a mujeres embarazadas o lactantes está matizada, y se promueve la vacunación en escenarios de alto riesgo después de sopesar los beneficios frente a los posibles riesgos.
Aspectos reglamentarios y validez de las vacunas: en virtud del Reglamento Sanitario Internacional (RSI 2005), los países tienen autonomía para exigir a los viajeros entrantes que presenten un certificado de vacunación contra la fiebre amarilla. El certificado internacional de vacunación o profilaxis debe documentar esta vacunación, cuya validez dura toda la vida de la persona vacunada. Las vacunas contra la fiebre amarilla aprobadas por la OMS garantizan inmunidad de por vida, lo que elimina la necesidad de dosis de refuerzo para los viajes internacionales.
Control de vectores y comunicación de riesgos: se recomienda un control eficaz de los vectores en entornos urbanos y estrategias generales para evitar las picaduras de mosquitos, con el fin de prevenir la transmisión de enfermedades. La OMS insta a los Estados Miembros a que informen a los viajeros sobre los riesgos de la fiebre amarilla y las medidas preventivas, y a que soliciten atención médica inmediata si aparecen síntomas. Este enfoque ayuda a prevenir el establecimiento de ciclos de transmisión local a través de viajeros infectados.
Viajes y comercio internacionales: la OMS desaconseja imponer restricciones a los viajes o al comercio en conexión con la fiebre amarilla. Se fomenta continuar educando a los viajeros sobre las medidas de prevención, incluida la vacunación.
Recomendaciones adicionales: dada la constante evolución de la transmisión de la fiebre amarilla, la OMS aconseja a los Estados Miembros que se mantengan al día de la información y las directrices más recientes disponibles en el sitio web de la OMS sobre viajes internacionales y salud. Se alienta a las autoridades de salud locales a que colaboren estrechamente con la OMS y otras partes interesadas pertinentes para aplicar medidas eficaces de prevención y control de la fiebre amarilla que garanticen la seguridad y el bienestar de las poblaciones en situación de riesgo.

