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Comienza el Cónclave en el Vaticano para elegir al sucesor del Papa Francisco: Los cardenales se juramentaron y se produjo el “extra omnes”

–Tras producirse la expresión “extra omnes” (Todos fuera) se cerraron las puertas de la capilla Sixtina en el Vaticano para iniciar en forma el Cónclave para escoger por votación al nuevo Papa en remplazo de Francisco. Tras la toma del juramento, Monseñor Ravelli pronunció la famosa expresión “Extra omnes”, una orden para que todos los que no participan en el cónclave abandonaran la Capilla Sixtina, dejando a los purpurados bajo la cúpula decorada con alegorías del juicio final realizada por Miguel Ángel Buonarroti en el siglo XVI.

Los 133 cardenales electores tienen desde hoy la responsabilidad de elegir al Papa número 267 para que dirija la Iglesia Católica teniendo como brújula la voluntad de Dios.

Con estas palabras solemnes, se selló el compromiso de confidencialidad total que rodea al Conclave, incluso mucho después de que termine.

Este es el texto completo del juramento:

“Nosotros los cardenales electores presentes en esta elección del Sumo Pontífice prometemos, nos obligamos y juramos observar fiel y escrupulosamente todas las prescripciones contenidas en la constitución apostólica del sumo pontífice Juan Pablo II ‘Universi Dominici Gregis’, emanada el 22 de febrero de 1996.

Igualmente prometemos, nos obligamos y juramos que cualquiera de nosotros, que por divina disposición, sea elegido Romano Pontífice, se comprometerá a desarrollar fielmente el Munus Petrinum de Pastor de la Iglesia Universal y no cesará de afirmar y defender hasta la extenuación los derechos espirituales y temporales, además de la libertad de la Santa Sede.

El secreto es absoluto: nada de grabaciones, ni de audio, ni de video. Cualquier intento de romper esta confidencialidad se castiga con la excomunión automática (latae sententiae), impuesta directamente por la Santa Sede.

Antes de prestar juramento, todos ellos recibieron una explicación detallada de su significado. Luego, recitaron y firmaron personalmente la fórmula oficial ante el cardenal Kevin Joseph Farrell, camarlengo de la Santa Romana Iglesia, en presencia de dos protonotarios apostólicos.

Al concluir, tanto el predicador como el maestro de ceremonias abandonaron la Capilla Sixtina, se cerraron las puertas y se colocaron guardias en todas las entradas.

Entonces, el Cardenal Parolin preguntó a los presentes si es posible “iniciar el proceso de la elección, o si fuera preciso aún aclarar dudas sobre las normas” contenidas en Universi Dominici Gregis.

Al no haber más objeciones, se procedió con lo estipulado en la Constitución Apostólica para la elección de un nuevo Pontífice. El mundo espera el resultado de la primera votación, la única de este miércoles 7 de mayo.

En la misa Pro eligendo Pontifice, celebrada esta mañana en la basílica vaticana, el cardenal Re ha delineado las tareas esenciales de cada sucesor de Pedro, guiadas por el «mandamiento nuevo» del amor, recordadno a los cardenales electores que deben votar con «la mayor responsabilidad humana y eclesial», dejando de lado intereses personales y pensando únicamente en el bien de la Iglesia y de la humanidad.

«Que sea elegido el Papa que la Iglesia y la humanidad necesitan en este momento de la historia tan difícil y complejo», proclamó.

El cardenal decano elevó su plegaria por la elección de un nuevo Papa, «según el corazón de Dios, para el bien de la Iglesia y de la humanidad», recordando que elegir a un Pontífice:

«No es una simple sucesión de personas, sino que es siempre el apóstol Pedro que regresa. Recemos para que Dios conceda a la Iglesia el Papa que mejor sepa despertar las conciencias de todos y las fuerzas morales y espirituales en la sociedad actual, caracterizada por un gran progreso tecnológico, pero que tiende a olvidarse de Dios».

Para realizar el juramento, los cardenales posaron su mano sobre la página del cuarto capítulo del Evangelio según San Mateo, versículos del 12 al 23.

En ella, tras el arresto de San Juan Bautista, Jesús llama a la conversión y convoca a los primeros apóstoles en Galilea:

«Al enterarse Jesús de que habían arrestado a Juan se retiró a Galilea. Dejando Nazaret se estableció en Cafarnaún, junto al mar, en el territorio de Zabulón y Neftalí, para que se cumpliera lo dicho por medio del profeta Isaías: «Tierra de Zabulón y tierra de Neftalí, camino del mar, al otro lado del Jordán, Galilea de los gentiles. El pueblo que habitaba en tinieblas vio una luz grande; a los que habitaban en tierra y sombras de muerte, una luz les brilló». Desde entonces comenzó Jesús a predicar diciendo: «Convertíos, porque está cerca el reino de los cielos». Paseando junto al mar de Galilea vio a dos hermanos, a Simón, llamado Pedro, y a Andrés, que estaban echando la red en el mar, pues eran pescadores. Les dijo: «Venid en pos de mí y os haré pescadores de hombres». Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron. Y pasando adelante vio a otros dos hermanos, a Santiago, hijo de Zebedeo, y a Juan, su hermano, que estaban en la barca repasando las redes con Zebedeo, su padre, y los llamó. Inmediatamente dejaron la barca y a su padre y lo siguieron. Jesús recorría toda Galilea enseñando en sus sinagogas, proclamando el evangelio del reino y curando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo».

Los fieles siguieron el juramento de los cardenales desde las grandes pantallas colocadas en la abarrotada plaza De San Pedro.

(Con información de Vatican News y Aciprensa).