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Tecnología móvil y acceso a apuestas entre clases populares

En las calles de barrios como Ciudad Bolívar, Aguablanca o El Pozón, es habitual ver a grupos de vecinos pegados a sus celulares. No están hablando, ni chateando: están viendo cuotas, revisando resultados, probando suerte. La apuesta digital, empujada por el acceso masivo a smartphones básicos, se ha vuelto parte del paisaje popular colombiano.

No hace falta tarjeta de crédito ni plan de datos ilimitado. Con un teléfono sencillo, WiFi del parque o del vecino, y unos cuantos miles de pesos, cualquiera puede entrar al mundo de las apuestas. Es un cambio silencioso, pero contundente. Uno que llegó para quedarse. Lo que antes era dominio de los estratos altos, hoy es una práctica común entre trabajadores, estudiantes y amas de casa que buscan una vía rápida de entretenimiento —y en algunos casos, de ingresos variables.

El celular como puerta de entrada

Mucho antes que el Estado regulara del todo, los usuarios ya estaban jugando. Las plataformas se adaptaron al mercado informal: recargas desde tiendas, apps ligeras que corren en Android viejos y opciones para pagar en efectivo. Fue así como se abrió la puerta. 

Las redes sociales jugaron un papel clave en ese proceso: TikTok y Facebook están llenos de videos explicativos sobre cómo comenzar con pequeñas apuestas. Por ejemplo, Melbet casino online ganó terreno en sectores donde antes ni siquiera se hablaba de apuestas legales. Su estrategia fue directa: bonos para nuevos usuarios, posibilidad de jugar sin necesidad de tarjeta bancaria y acceso total desde dispositivos modestos. Esa combinación pegó fuerte, sobre todo después del Decreto 203 de 2024, que exigió condiciones más claras para los operadores.

Durante la Copa América, en barrios como Manrique o Soacha centro, los cafés internet y tiendas de barrio se llenaban para ver partidos y «apostar en combo». La apuesta mínima no pasaba los $2.000. Pero el ambiente era de final. Jóvenes, adultos mayores y hasta recicladores participaban activamente. Era una fiesta callejera donde el fútbol y el juego se cruzaban sin distinción.