Internacional

Luna y Manuela, tras ser liberadas en Israel: “Amamos ser colombianas”

–(Crédito: @UnCaricaturista). Víctor de Currea-Lugo, médico, profesor universitario, escritor, trabajador humanitario, periodista, quien tiene el sitio web BC-L, habló con las colombianas Manuela Bedoya y Luna Barreto, tras ser dejadas en libertad por Israel, luego de su detención cuando se dirigían en la flotilla Sumud para llevar ayuda humanitaria a Gaza.

El presidente Gustavo Petro destacó su informe:

Reproducimos a continuación su reporte:

«Llegaron a la flotilla allá después de conocer la guerra en Colombia, el exilio, el paro nacional de 2021. No era una aventura, sino un destino; sabían que podrían haber sido asesinadas por Israel, como cuando hace 15 años asesinaron a 10 turcos de otra flotilla humanitaria.

En la cárcel las recibieron con una foto de Gaza destruida, con el nombre «La nueva Gaza» y la bandera de Israel. La música y las imágenes eran repetitivas contra ellas. A los guardias les sorprendía que hubiera gente de tantos países en la flotilla.

Me explican que «siempre estábamos cantando». A los sionistas les sorprendía su entereza. Una de ellas me dice en broma: «Ellos quedaron traumatizados con nosotras». Y otra me dice: «Nos maltrataron, pero nada comparado con lo que les hacen a los palestinos».

«Así está este mundo que nos amenazan por llevar comida». Y continúa su relato: “Cuando nos capturaron, nos vendaron los ojos y nos ataron las manos; y nos decían al oído: «Ahora sí van a saber lo que es un terrorista».

Algunas de las camas tenían todavía cuerdas que, a lo mejor, habían sido usadas para atar a prisioneros palestinos, los que fueron movidos de la cárcel para hospedar a los activistas de la flotilla.

“No sabíamos a dónde íbamos; nos quitaron todas las cosas, con los ojos tapados; pero yo sabía que tenía el privilegio de ser una extranjera, colombiana; no soy palestina; a la larga, recibíamos un trato preferencial”.

En el carro en que nos transportaron, sus latas estaban arañadas, con rasguños de desesperación, de manos palestinas. Y las paredes de las celdas con letreros en árabe. Encontraron notas de antiguos prisioneros. “Estábamos en Palestina, sentíamos esa conexión”.

Desde las celdas «Escuchábamos los aviones que iban camino a Gaza», a seguir con el genocidio, a seguir la matanza de civiles. Por eso analizan su propio drama diciendo que no es comparable con lo que pasa cada día en Gaza.

Me comentan, con una gran alegría, que «aquí uno dice Colombia y la gente dice «quiero ser de Colombia’; el nieto de Mandela ama a Petro; el Medio Oriente ama a Petro». Ser de Colombia nos ha ayudado muchísimo. Hasta los israelíes mencionan a Petro».

Salieron con muy baja tensión arterial, pero ya en recuperación y en exámenes médicos, en territorio jordano. A una de ellas la conocí en Aman. Representan esa nueva generación de mujeres colombianas que luchan por el cambio, que son internacionalistas de verdad, que les duele el mundo.

Ahora mismo van a comer algo, por primera vez en días, algo decente y esta noche dormirán más tranquilas».