
En la Revista de Avianca, Ramiro Valencia (hermano de Fabio, el Ministro, y de Guillermo León, vinculado con narcos y paramilitares) recomienda a su familia “actuar como los muertos”.
Y hace estas reflexiones:
Todos los seres humanos pasamos a veces por la noche oscura.
En ocasiones son tormentas emocionales causadas por un fracaso laboral, de relaciones personales o de situaciones económicas.
No pocas veces este estado del alma lo desatan las opiniones de los demás, ya que vivimos sujetos al “qué dirán”. Es el “ego”, la imagen percibida de nosotros mismos, lo que nos hace sufrir.
Cuando nos inflan el ego con las alabanzas, nos recorre una satisfacción por todo el cuerpo. Pero cuando son los insultos o las críticas los que nos alcanzan, sufrimos hasta lo indecible. Digámoslo una vez más: es el ego el que se siente ensalzado o vituperado.
Nuestra esencia, ese ser interior, no puede ser tocada por nada. Ni un centímetro le agrega a tu estatura la alabanza. Ni un centímetro le quita a tu estatura el vituperio.
Deberíamos ser como el mar: no importa que en la superficie haya oleajes y mareas fuertes mientras en el fondo reine la serenidad.
Encontré un alivio, en estos momentos familiares difíciles, en una narración que el escritor español Ramiro Calle hace en una de sus maravillosas recopilaciones de la sabiduría oriental.
“Un maestro tenía un solo discípulo y a él procuraba transmitirle toda su sabiduría.
Un día el maestro le dijo a su discípulo que fuera al cementerio y durante una hora alabara a los muertos. A su regreso, el maestro le preguntó qué le habían respondido los muertos: nada, dijo el discípulo.
Entonces, vuelve al cementerio e insúltalos por una hora. Así lo hizo el discípulo. Una vez regresó, el maestro lo interrogó: ¿qué respondieron los muertos? Nada, dijo el discípulo”.
En tu vida mantente imperturbable ante la lisonja o las alabanzas, fue la enseñanza del maestro.
ACTUA COMO LOS MUERTOS.
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