Después de uno de los mandatos más conflictivos y agónicos de la historia de Bélgica, el premier Yves Leterme ha dimitido, con todo su Ejecutivo, por culpa de la crisis financiera. El democristiano flamenco es el primer jefe de Gobierno en sucumbir a las turbulencias del mercado.

Leterme tomó la decisión después de la publicación este viernes de un informe detallado del Tribunal de Casación –el Supremo belga- que acusa a su Gobierno de haber interferido en la labor de la Justicia en el ‘caso Fortis’, o el ‘Fortisgate’, como ya llama la prensa francófona al intento de rescate del mayor banco y empleador de Bélgica.

Según el procedimiento habitual, Leterme presentó su dimisión ante el Rey Alberto II, que deberá decidir ahora si aceptarla o rechazarla, como hizo la segunda vez que el nacionalista flamenco intentó dejar el cargo, el pasado verano.

La prensa de Flandes apunta ahora a dos colegas de su partido como posibles sustitutos para uno de los cargos menos deseados de Europa, el presidente del Congreso de los Diputados belga, Herman Van Rompuy, o la eurodiputada Marianne Thyssen.
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Desde que ganó las elecciones en junio de 2007, el ‘premier’, que tardó nueve meses en construir una coalición, ha renunciado dos veces a su cargo por las batallas entre francófonos y neelandófonos que amenazan con partir el país, pero esta tercera vez, que parece la definitiva, el nacionalista flamenco dimite por haber interferido para salvar, paradójicamente, uno de los símbolos de la unidad nacional.

La Justicia belga acusó este jueves oficialmente a Leterme de haber presionado al tribunal encargado de examinar la demanda de los pequeños accionistas de Fortis para paralizar la operación de compra del francés BNP Paribas. La corte de Apelación le dio la razón a los demandantes, indignados por la pérdida de valor de sus acciones y que quieren ser consultados sobre la venta, pero que sufrirán la consecuencias de su victoria pírrica –ahora, es posible que la entidad gala se retire y se queden sin nada por el colapso del banco.

Ante la gravedad de la crisis, Leterme y su gabinete, según el presidente del Tribunal de Casación, intentó influir en los magistrados y sus familiares e hizo «todo lo posible» para evitar que la Justicia se pronunciara sobre la querella de los accionistas.