El canciller colombiano, Jaime Bermúdez, dijo en las últimas horas que espera por una respuesta del gobierno venezolano a la solicitud de España, sobre información relacionada con presuntos nexos entre las Farc, Eta y algunos funcionarios venezolanos.
«Vamos a ver eso cómo procede y cómo se adelanta en cuanto a esas explicaciones y que sean satisfactorias», dijo Bermúdez en un tono prudente, similar al manifestado la víspera por el presidente Álvaro Uribe.
Este -agregó- es un caso que adelanta un juez español y Madrid lo ha dicho públicamente, le ha pedido explicaciones a Caracas.
Según el juez Eloy Velasco hay indicios de cooperación de Venezuela con una presunta alianza establecida entre la organización Euskadi Ta Askatasuna (ETA), en español: País Vasco y Libertad, y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), que tenían como supuesto fin atentar en España contra altos cargos de Colombia.
Imputaciones que el presidente venezolano, Hugo Chávez, rechazó desde Uruguay al calificarlas de tristes restos de la época colonial española.
«Esos son restos todavía, tristes restos, de las antiguas cadenas que algunos quisieran colgarnos de nuevo aquí al cuello, pero nosotros somos libres», afirmó el mandatario, citado por medios locales de prensa.
Chávez también advirtió que el pronunciamiento del juez español y un reciente informe de la Corte Interamericana de Derechos Humanos de la Organización de Estados Americanos (OEA) alertando sobre un supuesto deterioro de la democracia en Venezuela no es casual.
«Detrás de todo esto, está el imperio yanqui», apostilló.
Por otra parte, desde Madrid el embajador venezolano en ese país, Isaías Rodríguez, rechazó las acusaciones por infundadas y políticas.
En declaraciones recogidas por medios periodísticos, Rodríguez desestimó los argumentos del magistrado Velasco, tras señalar que se trata de un auto de apertura que descansa en presunciones.
No hay ninguna prueba concluyente, más bien indicios fundados en elementos muy frágiles, explicó, en alusión a dudosa información contenida en una computadora atribuida al jefe guerrillero colombiano Raúl Reyes, muerto en marzo de 2008 durante una incursión ilegal del ejército nacional en Ecuador.
Computadora que milagrosamente se salvó pese al fuerte bombardeo a que fueron sometidos los insurgentes colombianos mientras dormían, y en la que, según reconocieron las propias autoridades locales, todo quedó destrozado.
