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Un macabro crimen en un ‘motel de mala muerte’

El vapor del agua caliente creaba en el cuarto la atmosfera perfecta para una película de terror, el sitio, un resguardo furtivo para amantes pobres, prostitutas de ‘tercera’, lustrabotas, vendedores ambulantes, desplazados, adictos y cuanto personaje urbano deambula por el centro de Bogotá, se tiñó de sangre en la noche del pasado lunes 3 de octubre.

Escuche la historia contada por el único testigo

Don Pedro Montealegre*, administrador del motel Catalán, ubicado en la calle 16 con carrera 13, se vio en la obligación de usar la llave de servicio para ingresar al cuarto 115, que 20 minutos antes había ocupado una cariñosa pareja, que pese al llamado a causa del exceso de vapor por la llave del agua caliente nunca atendió a la puerta.

El gerente del popular hostal entró a la habitación y en medio del humeante vapor halló en la humilde cama el cuerpo de Alexander Racedo Maldonado de 36 años, amarrado de pies y manos, degollado y abierto en el abdomen, como preparado para una disección.

“Yo lo encontré degollado, abierto en el estomago y el charco de sangre ahí” relata sin asombro el administrador del motel.

Las sabanas que momentos antes lucían un color azul claro y el colchón blanco desgastado por el uso de cientos de sueños callejeros, ahora se manchaban por la sangre de Racedo, un tramitador que laboraba en la sede de servicios para la movilidad, SIM, de la calle 147 con carrera 19.

De acuerdo con Montealegre, la pareja registró el ingreso a la habitación a las 6:30 de la tarde con la cédula de la mujer, quien al parecer demostraba un profundo afecto por el hombre quien la acompañaba.

“Ellos entraron abrazándose y (el hombre) dijo que era la esposa de él y vea en lo que salió” dijo desconcertado el administrador del motel donde sucedió el homicidio.

Minutos antes de que se descubriera el homicidio, la presunta asesina había salido del lugar con el pretexto de ir a comprar una botella de licor; cinco minutos después la mujer volvió a la escena del crimen, con sus manos y cuello cubiertos de sangre, un puñal en una mano y media botella de aguardiente en la otra, en ese momento don Pedro Montealegre se encontraba alertando a las autoridades sobre el hecho.

“Cuando ella vio que yo me había dado cuenta y que le había cerrado la entrada, ella se transformó en otra persona (…) me amenazó de muerte y todo” contó don Pedro.

Gracias al oportuno aviso del administrador del Catalán, la policía logró la captura de Jennifer Amaranto de 25 años. Quien al momento de su aprehensión continuaba exigiendo que le abrieran el cuarto, porqué según ella necesitaba recoger un elemento olvidado.

Esta es la habitación 115, lugar donde fue encontrado el cuerpo

En dialogo con Radio Santa Fe, el testigo de la escena de sangre contó que a él le parecía extraño lo que había sucedido, aunque en sus propias palabras, por la condición de los clientes del establecimiento era de esperarse.

“Eso me lo esperaba yo, por que uno por ejemplo registra a la persona y no sabe a quien se le arrienda una habitación, puedes llegar tú u otra persona y después de que dé los datos y todo pues se le arrienda la habitación, uno no sabe que va a hacer”, señaló don Pedro.

Montealegre indicó que lo que más le impresionó de esta dantesca escena, es que la dama que tan sólo media hora antes abrazaba y besaba a su compañero con ferviente afecto, se había transformado en un personaje de pesadilla.

“Ellos llegaron abrazados y en estado de embriaguez, ella lo abrazaba, lo agarraba, mejor dicho… y eso es lo que se le hace a uno raro,” relató.

Con nostalgia, Montealegre aseguró que tras el crimen su negocio se ha visto afectado y explicó que “luego del trágico hecho pues esto ha sido muy triste y solo, quedó tristemente solo”.

De acuerdo con el administrador del Catalán, “Ya la habitación no hace parte de la investigación, pero no está funcionando, está solo y uno se siente triste por que para poner a funcionar esa habitación así, no”

En cuanto al caso, las autoridades señalaron al inicio de la investigación que no se descarta que este macabro homicidio pueda obedecer a ritos satánicos o de brujería, teniendo en cuenta las características del crimen.

En medio de esta tragedia, al otro lado de la ciudad en el barrio El Codito, norte de Bogotá, Jenny Gutierréz, la verdadera esposa de Racedo y su pequeña de cuatro años, también fueron víctimas, y se quedaron sin la alegría de su “Barranquilla”, apodo con que era conocido Alexander por sus vecinos y amigos.

Por su parte, Jennifer Amaranto, una caleña radicada en Bogotá y con un prontuario judicial por hurto calificado, homicidio y violencia contra servidor público, sigue negando la autoría del homicidio, por el cual enfrenta cargos que la podrían mantener tras las rejas entre 400 y 600 meses.

Mientras tanto, don Pedro Montealegre continúa esperando a que los clientes regresen, aunque es conciente de que el negocio que administra definió literalmente la frase “motel de mala muerte”

*Pedro Montealegre es un nombre cambiado a petición de la fuente.

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