El protocolo real que no fue: Fernando Corredor y Juan Manuel Santos ante Isabel II
En una de esas anécdotas, de las que nunca le pasará al ‘Chavo’, pero si a Fernando Corredor, el politólogo de cabecera de Radio Santa Fe, contaba que al ver a su amigo personal, el presidente Juan Manuel Santos frente a la reina Isabel II de Inglaterra durante la visita oficial que el Mandatario realizó al Reino Unido, recordaba algunos fiascos, que le sucedieron cuando presentó credenciales ante la Monarca inglesa, precisamente en compañía de Santos hace 35 años.
Hace 35 años, más o menos me acompañó, – óigame bien – me acompañó el actual presidente Santos a presentar credenciales ante la Reina, cuando yo era compañero del actual Presidente en Londres, él estaba en la Federación Colombiana de Cafeteros y yo en la embajada. Él tenía por ser representante de la Federación situación diplomática amparada, es decir no era diplomático de la embajada pero le daban el estatus de diplomático. En ese momento yo tenía ’veintipico’ de años y nunca había salido de Fusa o de Facatativa creo, o de la Dorada.
Jaime García Parra quien era el embajador de Colombia en ese momento me insinuó y me prohibió casi que yo fuera a esa presentación de credenciales, por conocer mi temperamento y mi manera de ser, y básicamente Juan Manuel, a quien yo conocía por razones distintas, me prohibió también no que fuera, sino que no me fuera con él, pero había un problema, que es un protocolo supremamente estricto, y lo fue, hace 30 años era tres veces más del que es hoy, Entonces había un problema de transporte que son unos coches bellísimos que recorren la ciudad desde la embajada hasta Buckingham Palace, en fin, y no había cupo para Juan Manuel, para el Señor Presidente perdón, en ninguno de los coches que íbamos y él no se quería ir conmigo porque decía que yo iba a hacer el oso y que yo era irrespetuoso.
Entonces hubo una gran discusión, porque no hubo mas carruajes, en el primer coche iba el mariscal del reino con el embajador, en el segundo carro de la embajada era el mío, y yo iba por protocolo y obligación, en el segundo coche donde tenía espacio para llevar a Juan Manuel que tenía un cargo menor que el mío en la categoría diplomática del momento, y después venía un tercer coche donde venían funcionarios de otro nivel de la embajada, pero en ese tampoco cabía el porque no había espacio y por dignidad, llámemelo así: Protocolo de Buckingham.
Yo tuve una discusión con Juan Manuel durante el viaje a Buckingham porque yo le dije, a mi me da muchísima pena mi querido Juan Manuel pero yo voy a abrir la puerta porque yo no me perdió de ver a algún turista colombiano caminando por Piccadilly o cerca de las calles por donde vamos a pasar y no poderle decir ¡Hola Ramírez!!! Y que me vea en un coche con todos los uniformes que le toca ponerse a uno, los sacolevas y las condecoraciones, y yo no tenía ninguna sino una condecoración inmerecida que me dieron en el colegio.
Entonces nos fuimos discutiendo y yo le dije ¡Ojo! déjeme hacer todo esto porque usted un día volverá aquí toda la vida, y le dije usted es Juan Manuel Santos, esta en la Federación, usted pertenece a la clase dirigente colombiana, usted va a hacer de pronto seguramente un funcionario del Gobierno, algún día llegará a ser Ministro, así le dije en el coche. Pero déjeme a mi la libertad por ejemplo al cambio de guardia a Buckimham Palace yo me asome y salude a la gente como si fuera yo la reina, Y Juan Manuel molesto, él no tiene sentido del humor, con todo respeto, él no tenía la payasada mía, digámoslo así.
Bueno llegamos, y eso veníamos de un entrenamiento de ocho días anteriores, donde yo, a mí si me toco hacer el entrenamiento a él no ir casi dos veces por semana a entrenar como se saluda como se camina, como se mira, como se desvía los ojos, como se mueve las manos, como no se le habla, como no se le toca, como no se le acerca, o sea, era un imposible físico llegar a ella y yo estaba advertido. Por protocolo me dijeron el embajador lo hace entrar, después hace entrar al doctor Santos y usted no puede llegar sino, eso es una serie de líneas indelebles que uno va mirando de reojo uno no puede mirar sino a un nivel determinado, ella si medio mueve la boca usted se acerca una gota más, en fin es un cuento supremamente largo de gestos, movimientos y situaciones dificilísimas que yo me convertí en Cantiflas y Charles Chaplin de los nervios y del atortole que medio cuando me anunciaron y tenia que entrar donde ella.
Y empiezo yo, haga de cuenta Cantinflas acercándosele a la Reina de Inglaterra, entonces La Reina iba cambiando sus actitudes y como a mi me habían dicho en que yo podía avanzar en la medida en que ella iba cambiando sus gestos, y sus movimientos de manos, el embajador estaba que se desmayaba y sudaba por que yo me había saltado ya todos los protocolos, cuando llegamos me había pasado de la línea que no me correspondía, miraba para donde no tenía que mirar, me devolví y le hablaba al mariscal del reino y le decía que estaba nervioso y le preguntaba que que hacía, cosa que está prohibido, mejor dicho, Cantinflas en Buckingham Palace.
Yo ya llegué me acerque, y mejor dicho llegué hasta donde ella, y yo le iba a dar la mano como quien dice ¡Que hubo! Como te ha ido?, que hay de tu vida!, yo casi que le digo así de los nervios. entonces ella me miraba pero muerta de la ternura y además quiero recordar una cosa, jamás me olvidaré del color de los ojos de la reina, nunca, porque son espectaculares, era un azul que yo nunca he visto, y yo era como decirlo, me veía amparado en mi mamá, y yo creo que ella me vio como a su hijo.
Entonces yo me agache, lo cual era prohibido y me le acerqué a la boca para entender un poquito lo que me decía, porque no entendía lo que me estaba hablando, yo me le acerqué, ella me dijo algo, entonces yo le dije Pardon!, como quien dice no le entiendo, entonces ella me dice, usted ha aprendido muy bien el inglés, lo habla muy bien, y yo me volteo y le digo a la Reina de Inglaterra, de la casa Winsor, le digo “you too”, usted también.
En ese momento se acabó el protocolo y todo el mundo casi se tira al cielo porque uno decirle a la Reina de Inglaterra ‘me too’, además de que habla un bonito inglés, es una gran falta de respeto.
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