Un nuevo incendio que se registró al interior de un penal hondureño en la madrugada del viernes deja un saldo parcial de 13 internos muertos, tras una revuelta entre reos en el centro penal de la noroccidental ciudad industrial de San Pedro Sula, a 240 kilómetros al norte de esta capital.
Este percance se suma al de hace mes y medio que dejó 361 muertos en otro siniestro ocurrido en el penal de Comayagua, 90 kilómetros al norte de Tegucigalpa.
Las autoridades de la cárcel de San Pedro Sula explicaron que el fuego se desató en uno de los módulos durante un motín entre grupos por el control del penal y fue sofocado por los propios reclusos con baldes de agua.
En el momento del incendio, el centro penal albergaba a dos mil 400 reclusos, pese a que fue construido para 800, reconoció el Gobierno.
El incidente se originó cuando Mario Álvarez, un reo nombrado por las autoridades como coordinador para imponer disciplina, informó algunos traslados de celdas, y sus oponentes le cortaron la cabeza y se enfrentaron a quienes lo acompañaban.
Los otros reos fallecidos fueron identificados como Elder Ramos, Anacleto Gutiérrez, José Santos López, Marco Tulio Contreras, José Armando Gómez, ?»scar Emilio Colindres, Gary Jesús Menjívar, Felipe Humberto Erazo, Nery Sagastume, David Enrique Ríos, Jorge Amado Gutiérrez y Teodoro Archaga, según informe oficial.
La trifulca en el penal no pudo ser contenida por la policía y requirió de la mediación del obispo auxiliar de San Pedro Sula, el panameño Rómulo Emiliani, quien realiza una labor social entre los reclusos, reportó la emisora HRN.
En ese recinto murieron antes 107 presos en otro incendio ocurrido el 17 de mayo de 2004, pero aún así sus condiciones estructurales no fueron mejoradas, recordaron los medios locales de prensa.
Este nuevo suceso confirma la crítica situación de nuestros penales, que tienen capacidad para ocho mil personas y albergan 13 mil, reconoció el ministro de Seguridad, Pompeyo Bonilla.
El Comisionado de los Derechos Humanos, Ramón Custodio, recordó en un comunicado que el sistema penitenciario adolece de retardo en la aplicación de justicia (pues más del 60 por ciento de los encarcelados no están condenados), hacinamiento e inseguridad interna provocada por incendios y riñas.
Añadió que las cárceles carecen de medios para rehabilitación, el Estado se desentiende de los privados de libertad y, a la vez, se permite la introducción en los recintos de armas, drogas y licores.
A eso se suma que el régimen disciplinario de las cárceles está en manos de algunos internos, mientras la Policía ha demostrado su incapacidad en el manejo de esos problemas, apuntó Custodio.
Santa Fe con Prensa Latina
