¿Se le sale la orina al correr, al caminar, reírse o toser?, ¿siente afán por ir al baño a orinar?, tal vez usted esté sufriendo de incontinencia urinaria, una pérdida de orina involuntaria que hoy no sólo afecta más a la mujeres en el mundo, sino que para beneficio de ellas, es totalmente curable con sistemas que van desde cirugías mínimamente invasivas, hasta Botox.
Se calcula que en el mundo cerca de 2 de cada 5 mujeres mayores a 35 años puede tener incontinencia urinaria, una población cuatro veces más propensa que los hombres a sufrirla.
“Muchas veces el pudor, el temor a intervenciones riesgosas y costosas, el pensar que no existe solución, o el simple hecho de asumir la incontinencia como parte de la vida normal, hacen que esta no sea tratada a tiempo con el notable deterioro de la calidad de vida de la persona” – sostiene el doctor Mauricio Plata Vicepresidente Sociedad Colombiana de Urología y urólogo de la Fundación Santa Fé de Bogotá.
Además el diagnóstico es cada vez más simple y totalmente discreto. “A la paciente se le va a preguntar por sus molestias urinarias, las situaciones específicas con las que se escapa la orina, el número de veces que se orina al día, el numero de protectores a diario y se determina por medio de un cuestionario simple qué tan afectada está la calidad de vida para definir el tratamiento a seguir”.
En algunos casos se realizarán estudios de función del tracto que permiten determinar el tipo exacto de incontinencia que tiene la paciente, un seguimiento al número de veces que se escapa la orina y una prueba de orina para descartar infección urinaria.
¿Por qué las mujeres?
En un sistema urinario saludable la vejiga funciona en coordinación con la uretra que es el conducto por el cual sale la orina al exterior. Para las mujeres este funcionamiento se ve afectado no sólo por el normal deterioro del sistema con el paso de los años, sino debido a los partos y la pérdida de hormonas que experimentan con la menopausia.
Una solución para cada caso
El tipo de incontinencia urinaria, el sexo de la persona, la severidad de la incontinencia que presente y el grado de molestia que sienta determinará la solución a seguir.
En casos de incontinencia de esfuerzo moderada a severa que afecte la calidad de vida, la cirugía sigue siendo la mejor alternativa. En la actualidad se realizan cirugías mínimamente invasivas (mínimas incisiones y cicatrices) como la cirugía con cintillas libres de tensión con resultados similares a la cirugía convencional abdominal, pero con menor dolor y tiempo de incapacidad, más rápido retorno a las actividades diarias. No requiere sonda y es ambulatoria.
En la cirugía con cintillas lo que se hace es colocar una cinta sintética que eleve la uretra y que cuando la persona realice una presión como toser o reírse la uretra encuentre una resistencia y la orina no se escape. La incisión que se realiza es menor a medio centímetro por lo cual no hay cicatriz visible con ella. Tiene una efectividad similar a la cirugía convencional por vía abdominal. Se puede realizar con anestesia local y además es ambulatoria (no requiere hospitalización).
En el caso de la incontinencia de urgencia o vejiga hiperactiva, el cambio de comportamiento de los pacientes en cuanto a modificar el habito de consumo de líquidos, orinar por horario, evitar ciertas sustancias como la cafeína o los cítricos, que pueden empeorar los síntomas, y en ciertos casos la utilización de una medicación tomada que inhiba las contracciones anormales de la vejiga, pueden ser suficientes para controlar la incontinencia. Cuando esta no mejora, se puede utilizar la toxina botulínica (Botox) el cual se aplica dentro de la vejiga en un procedimiento ambulatorio sin necesidad de ir a quirófano, con mínimas molestias y máxima efectividad.
Otra opción es la neuromodaulación que consiste en colocarle una especie de marcapasos a la vejiga para que funcione bien.
Incluso, para aquellos que han tenido una intervención anterior fallida existen alternativas de tratamiento como son la colocación de cabestrillos o hamacas alrededor de la uretra en un procedimiento de corta estancia (hospitalización menor a 24 horas) o la inyección alrededor de la uretra de sustancias como colágeno o partículas de carbón o silicona (ambulatorio con anestesia local).