La Crónica

Si hombres y mujeres no tienen un cambio no tienen una vida: Padre Marino

Nosotros hijos de Dios debemos ser respetuosos de sus leyes y no enfrentarnos a él codiciando el bien del prójimo, ya que podríamos ser como Herodes que al desconocer la verdad que le predicaba Juan el bautista hizo caso de su esposa y lo mando matar, por que el bien más preciado que tiene el hombre es honra ante la ley de Dios
Oyó el rey Herodes la fama de Jesús, porque su nombre se había hecho notorio; y dijo: Juan el Bautista ha resucitado de los muertos, y por eso actúan en él estos poderes.

Otros decían: Es Elías. Y otros decían: Es un profeta, o alguno de los profetas.
Al oír esto Herodes, dijo: Este es Juan, el que yo decapité, que ha resucitado de los muertos.

Porque el mismo Herodes había enviado y prendido a Juan, y le había encadenado en la cárcel por causa de Herodías, mujer de Felipe su hermano; pues la había tomado por mujer. Porque Juan decía a Herodes: No te es lícito tener la mujer de tu hermano.

Pero Herodías le acechaba, y deseaba matarle, y no podía; porque Herodes temía a Juan, sabiendo que era varón justo y santo, y le guardaba a salvo; y oyéndole, se quedaba muy perplejo, pero le escuchaba de buena gana.

Pero venido un día oportuno, en que Herodes, en la fiesta de su cumpleaños, daba una cena a sus príncipes y tribunos y a los principales de Galilea,
entrando la hija de Herodías, danzó, y agradó a Herodes y a los que estaban con él a la mesa; y el rey dijo a la muchacha: Pídeme lo que quieras, y yo te lo daré.
Y le juró: Todo lo que me pidas te daré, hasta la mitad de mi reino.

Saliendo ella, dijo a su madre: ¿Qué pediré? Y ella le dijo: La cabeza de Juan el Bautista. Entonces ella entró prontamente al rey, y pidió diciendo: Quiero que ahora mismo me des en un plato la cabeza de Juan el Bautista.

Y el rey se entristeció mucho; pero a causa del juramento, y de los que estaban con él a la mesa, no quiso desecharla.

Y en seguida el rey, enviando a uno de la guardia, mandó que fuese traída la cabeza de Juan.

El guarda fue, le decapitó en la cárcel, y trajo su cabeza en un plato y la dio a la muchacha, y la muchacha la dio a su madre.

Cuando oyeron esto sus discípulos, vinieron y tomaron su cuerpo, y lo pusieron en un sepulcro.

Entonces los apóstoles se juntaron con Jesús, y le contaron todo lo que habían hecho, y lo que habían enseñado.