La Crónica

Dejemos huella, hay que ir dejando huella, vamos de paso: Padre Marino


Enero 10 de 2013

Evangelio San Lucas 4,14-22a

En aquel tiempo, con la fuerza del Espíritu, Jesús volvió a Galilea. Iba enseñando en las sinagogas; todos lo alababan y su fama se extendió por toda la región. Fue también a Nazaret, donde se había criado. Entró en la sinagoga, como era su costumbre hacerlo los sábados, y se levantó para hacer la lectura. Se le dio el volumen del profeta Isaías, lo desenrolló y encontró el pasaje en que estaba escrito: El espíritu del Señor está sobre mí porque me ha ungido para llevar a los pobres la buena nueva, para anunciar la liberación a los cautivos y la curación a los ciegos, para dar libertad a los oprimidos y proclamar el año de gracia del Señor. Enrolló el volumen, lo devolvió al encargado y se sentó. Los ojos de todos los asistentes a la sinagoga estaban fijos en él. Entonces comenzó a hablar, diciendo: “Hoy mismo se ha cumplido este pasaje de la Escritura que acaban de oír”. Todos le daban su aprobación y admiraban la sabiduría de las palabras que salían de sus labios. Palabra del Señor.

Solamente en Cristo podemos encontrar paz, libertad de nuestros cautivos corazones, salir de las cárceles y de la ceguera.

Solamente para que haya un cambio interior o del corazón del hombre llevado por el espíritu del evangelio: Hombres volvamos a Dios, miremos a Dios, busquemos a Cristo.

Dejemos huella hay que ir dejando huella, vamos de paso: no buscamos títulos, no buscamos cargos, premios, no buscamos escalar. Buscamos es dejar huella, cómo la que dejo Cristo en las playas, en el campo y en el camino.

Cristo dejo la huella del amor de Dios, es algo encantador, precioso, es algo que enloquece; el amor de Dios. Cristo esta en cada unos de nosotros. Y con la bendición de Dios todo Poderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo. Amén.