Economía Tema del Día

Tierras que fueron del narcotráfico pasaron a víctimas del despojo en el Valle

ley-de-tierras–En un acto sin precedentes, el ministro de Agricultura y Desarrollo Rural, Rubén Darío Lizarralde y el director de la Unidad de Restitución de Tierras, Ricardo Sabogal entregaron en compensación, a familias víctimas del despojo y abandono forzado, unas tierras que pertenecieron a los capos del narcotráfico.

El acto, que beneficia a dos familias campesinas, se realizó la víspera en la emblemática Hacienda La Gloria, ubicada en el corregimiento El Hormiguero, vereda Cascajal, vía a Jamundí, al sur de Cali.

Las tierras pertenecieron a Dennis Gómez Patiño, alias El Zarco, ex integrante del Cartel del Norte del Valle; fueron recuperadas por el Estado, administradas por la Dirección Nacional de Estupefacientes y entregadas al Fondo de la URT para ser utilizadas en el proceso de Restitución.

Al evento asistieron 37 familias beneficiadas con sentencias de restitución en el Valle del Cauca, y a quienes también se les entregaron los títulos que las acreditan como dueñas de las tierras que tuvieron que abandonar como consecuencia del conflicto armado o el despojo.

En el lote de 29 hectáreas ubicadas en la finca La Gloria, se podrán establecer diferentes tipos de cultivos y cría de ganado, ya que las tierras que lo componen son aptas para este tipo de actividades.

Los beneficiarios, además de vivienda, tendrán el apoyo del Estado para adelantar proyectos productivos, como parte de las medidas de reparación integral a las que tienen derecho, según los fallos de restitución.

Solicitantes de tierras, las autoridades locales y regionales; los jueces encargados de los fallos y las autoridades militares y de policía, quienes hacen parte fundamental en la labor de devolución de las tierras, asistieron al acto.

La oficina de prensa del Ministerio de Agricultura entregó, además, el siguiente informe sobre una historia de altruismo por la comunidad:

No es sorprendente encontrar en Colombia, un país tan golpeado por la violencia, historias de altruismo y trabajo por la comunidad. Resalta, entre estos relatos, el de Fulbio Astorquiza (uno de los beneficiados con la entrega del lote que fue extinguido al narcotráfico) quien cambió la vereda en donde decidió radicarse.

La finca que Fulbio escogió como hogar atestiguó las labores que solo las buenas intenciones, acompañadas de trabajo y amor, pueden lograr. Fulbio proviene de una familia campesina del Cauca; ahí aprendió el cariño a los animales, los cultivos y a la tranquilidad del campo. Además, sus padres le enseñaron lo valioso del estudio. A los 13 años él se desplazó a Cali, en donde terminó sus estudios como normalista, en seguida buscó una parcela en el campo, dado que es su lugar predilecto para vivir.

Aunque a su padre no le gustaba la idea de que sus hijos trabajaran en la zona rural, Fulbio no podía encontrar un lugar en donde se sintiera mejor. Ya era un profesor formado, pero su deseo era criar animales pequeños en una parcela se mantenía desde su niñez. En palabras de este profesor: “El campo es más barato y tranquilo, además a mí siempre me gusto la cría de animales pequeños”.

Así, Fulbio llegó a la vereda El Otoño, municipio de Cali. Mientras comenzaba a criar gallos y gallinas y entablar relaciones con la comunidad, le contó a una de sus vecinas que él era profesor. El entusiasmo de la señora al oír la noticia no se pudo ocultar, ella le pidió que enseñara a los niños de la vereda, dado que las escuelas eran lejanas y los pequeños tenían que recorrer grandes distancias para acceder a la educación básica.

De esta manera y sin tenerlo como objetivo, la llegada de Fulbio cambió la historia de la vereda. La comunidad entusiasmada de tener a un profesor entre ellos construyó, con sus propias manos, un edificio que sirvió varios años de escuela. Al terminar la obra, 17 niños comenzaron a usar las nuevas instalaciones; después de 3 años de funcionamiento, eran 102 los estudiantes de este profesor.

La escuela permitió a la comunidad descubrir lo productivo del trabajo en grupo. Después de la escuela, la comunidad construyó, solo con la ayuda de sus picos y palas, una carretera que aún hoy los comunica con La Buitrera, la población cercana más grande.

Como dice Fulbio “la escuela se volvió el centro de la vereda”, se usaba como salón comunal y con el tiempo, después de gestiones de él y su esposa Yaneth, sirvió para que las brigadas de salud de la Alcaldía de Cali atendieran a las personas de la comunidad. “En las mesas de clase la brigada de salud tomó la primera citología practicada en la vereda”, algo que es poco común en el campo colombiano y vital para la salud de las mujeres.

En ese ambiente Fulbio comenzó a desarrollar lo que él llama pedagogía activa. Un sistema de educación en donde los niños, como parte de la comunidad, aprendían prácticas de las mismas personas de la vereda. Un día la escuela visitaba a una persona de la comunidad que compartía sus saberes con los niños, esto permitía a los estudiantes aprender técnicas que serían de suma utilidad en su vida como futuros agricultores.

El papel de Fulbio, como profesor, siempre fue el de dirigir el proceso de aprendizaje de los niños, debido a sus conocimientos en pedagogía, por su educación, y agricultura por su tradición familiar.

El aprendizaje que obtenían los niños siempre fue pertinente, podemos resaltar la visitas a la casa de don Antonio, quien producía energía eléctrica gracias a un dinamo y un sistema que él mismo diseñó con el que cargaba una batería de carro para después escuchar música en la radio y prender un bombillo por las noches. Estas habilidades son sumamente relevantes en algunas partes del campo, donde la electricidad solo llega por medio del ingenio de personas como don Antonio.

Fulbio nunca devengó un sueldo por parte de la comunidad de la vereda El Otoño, pero esto no quiere decir que le haya faltado algo. Las mamás de los niños a los que educaba siempre le enviaban desayuno o comida, viandas que él recibía con agrado. Solo, hasta poco antes de que la violencia llegara a la vereda El Otoño, el municipio le asignó un sueldo.