Ciencia y Tecnología

Manuel Elkin Patarroyo denuncia que «fuerzas oscuras» interfieren en su investigación

manuel elkin patarroyo

Tras un fallo del Consejo de Estado que le suspendió el trabajo con los micos del Amazonas a Manuel Elkin Patarroyo, se ha visto gravemente perjudicada la vacuna que según él, está avanzada en un 90%.

Patarroyo, director de la Fundación Instituto de Inmunología de Colombia (Fidic), dice que esta crisis se debe a “fuerzas oscuras” como las farmacéuticas multinacionales que trabajan hace décadas en el mismo proyecto.

Sobre esto, y la propuesta del Gobierno de Ecuador para que traslade sus equipos a ese país, el científico habló con Colprensa.

– ¿Es cierto que está pensando en trasladar sus equipos de investigación a Ecuador?

En junio del año pasado me reuní con el Viceministro de Ciencia, Tecnología y Desarrollo de Ecuador, quien me propuso irme a dirigir toda la política científica y tecnológica de ese país. La verdad, verdad, lo que más me suena es seguir realizando mis investigaciones en Colombia. Yo lo que creo es que el presidente Juan Manuel Santos y sus asesores van a encontrar una pronta solución a esto, porque es que ya estamos ad portas de entregar la vacuna contra la malaria, y más dilación es un millón 200 mil muertos al año.

– No me respondió: ¿De qué dependería su traslado a Ecuador?

Mi trabajo científico le pertenece a Colombia. Que haya fuerzas oscuras que quieren evitar que este trabajo se termine en Colombia o que haya pequeños enemigos solapados, que para mí son marionetas de las grandes multinacionales, eso es otra cosa. No tiene presentación que en el año y medio que yo mismo me impuse para entregar la vacuna contra la malaria al ciento por ciento, vaya y la entregue desde Ecuador por una situación coyuntural.

– ¿En qué consiste el fallo del Consejo de Estado?

Es un absurdo. Se da credibilidad a que estamos comercializando ilegalmente especies silvestres: que trabajamos con micos peruanos cuando un estudio de la Universidad Nacional de Colombia, terminado en marzo del año pasado, demostró con un 99,99 por ciento de certeza que esos micos son colombianos.

– ¿O sea, el fallo del Tribunal Administrativo de Cundinamarca, ratificado por el Consejo de Estado, es erróneo?

El fallo dice que la Fidic “incumple los permisos otorgados por Corpoamazonía para la caza (sic) de especímenes ‘Aotus Vociferans’, dado que esa fundación (Fidic) extendió el permiso para la especie ‘Aotus Nancymaae’, que no es colombiana’. Ahí ya hay una imprecisión: ‘caza’ implica muerte, nosotros lo que hacemos es captura de monos.

Incluso, el estudio de la Universidad Nacional de Colombia dice: “Se comprueba la presencia de ‘Aotus Nancymaae’ en territorio colombiano. Se estima como altamente probable la existencia de un linaje histórico de ‘Aotus Nancymaae’ al norte del río Amazonas”, lo que significa que no son micos que nosotros hayamos traído del Perú.

– ¿Cómo diferenciar esas dos clases de micos que viven hace miles de años en una zona geográfica compartida por tres países?

El problema es que estos miquitos son iguales, solo se pueden diferenciar por estudios de ADN. Algunos embajadores que nos han visitado me dicen en chiste: ‘Patarroyo, tienes que pedirles pasaporte a los micos’ (risas).

– ¿Entonces cuál es el argumento de los demandantes?

El argumento es que liberamos a los miquitos infectados con malaria, lo cual es mentiroso, porque si fuera así a los cinco días habrían muerto. El estudio de la Universidad Nacional dice que “de los 169 individuos capturados, 19 (11%) fueron liberados por la Fidic y 3 de ellos han sobrevivido más de tres años, 8 entre 2 y 3 años, 2 entre 1 y 2 años y 2 menos de 12 meses”.

A los miquitos se les vacuna, se les mantiene 20 días después, luego se les inyecta el parásito. A los cinco días se verifica si hay parásito en la sangre para tratarlo, pero el animalito no muere. De todas formas los mantenemos en cuarentena porque si no el parásito los mataría en cinco días. Después de la cuarentena les volvemos a dar más tratamiento y luego son liberados.

– ¿Entonces de qué lo acusan?

El delito es que en la zona donde confluyen las tres fronteras (Colombia, Perú y Brasil) es de apenas 320 metros, en un área de siete millones de kilómetros cuadrados.

Lo que nadie sabe es que los micos, para conseguir su comida, cada noche se desplazan 14 kilómetros, y cómo hace uno para detenerlos.

– ¿Usted conoce a la persona que lo demandó?

No, a Ángela María Maldonado nunca la he visto. Sé por los medios que es Administradora de Empresas, que se ganó una beca para estudiar en Oxford Brookes, y luego vino a Colombia a trabajar con micos en Caquetá o Vaupés y de allá salió por amenazas de la guerrilla. Y luego se dedicó a despotricar de nosotros. En su propia página dice que viaja por todo el mundo con una pancarta que dice ‘Salven los micos’, y dice que es científica, pero tiene solo tres o cuatro publicaciones científicas, yo tengo 400 de alto impacto científico mundial.

– ¿Y quién cree que la está financiado?

Pues la financian los ingleses y los norteamericanos. Ahora, ¿quiénes son esos ingleses y norteamericanos? Eso no lo sé.

– ¿Los distintos gobiernos colombianos han tenido algo que ver con la situación de la Fidic?

No, jamás. Yo conozco personalmente al presidente Álvaro Uribe y sé que él nada tiene que ver, pero sí su exministro de Protección Social, Diego Palacio, que debería estar en la cárcel: compra de vacunas por $22 mil millones de pesos y se desperdiciaron porque solo se aplicaron mil dosis; es el principal involucrado en la ‘Yidispolítiaca’; principal involucrado en el escándalo de Saludcoop; declaró la libertad de precios para los medicamentos. También me atrevo a decir que han sido responsables dos ex directores de Conciencias, pero no el presidente Juan Manuel Santos.

– ¿Las altas Cortes judiciales de este país están en contubernio contra usted?

No, jamás. Lo que creo es que los engañaron bien engañados (a los magistrados). La principal premisa es que esos micos no existen en Colombia y que al inocularlos se mueren, y luego los convencen de que estamos acabando con la selva. Contra los magistrados no tengo nada.

– ¿Cuál es la situación financiera del Instituto?

La sede de la Fundación se perdió cuando embargaron el Hospital San Juan de Dios, en enero de 2001. Un instituto que tiene 68 científicos de dedicación exclusiva, que no tiene sede propia, que pagamos arriendo, servicios, gastos administrativos, y con cero de presupuesto, pues es sencillamente asesinar el Instituto. Pero hace cinco años hicimos una alianza estratégica con la Universidad del Rosario que nos ayuda a pagar parte de la nómina.

Es absurdo que el instituto científico que más le ha aportado a Colombia en toda su historia, con casi 400 publicaciones científicas mundiales de alto impacto, con 10 patentes mundiales, habiendo doctorado a 35 personas, dándole el master a 115 y habiendo educado a casi 1.000 científicos, esté con cero de presupuesto nacional.

– ¿En qué estado se encuentra el estudio de la vacuna contra la malaria?

Estamos muy avanzados, pero deberíamos estarlo mucho más. Para que el país lo sepa, la estación de Leticia (Amazonas) ha estado cerrada prácticamente cuatro años, porque en los últimos tres años hemos tenido cero de presupuesto. Vamos en más del 90 por ciento de capacidad protectiva de la vacuna. Pero tenemos que terminar porque dejar abierta esa ventanita del 10 por ciento, pues el parásito por ahí se nos escapa y dentro de 10 ó 15 años tendríamos que replantear nuevamente el problema. Prefiero esperar uno o dos años más y no volver a recomenzar.

– ¿Qué se ha logrado hacer con ese 90 por ciento de protectividad?

Nosotros somos los únicos que tenemos ese mono en el mundo. Los demás tienen que hacer la experimentación en humanos. Por eso vamos más adelante. Esos monitos son del tamaño de un gato pequeño y como desarrollan la malaria de forma idéntica a como se desarrolla en el ser humano, entonces es un modelo experimental adecuado.

El resto de grupos científicos que no tienen esos micos han recibido 15 mil millones de dólares versus cero pesos que tenemos nosotros. Claro, vieron que teníamos los monos y esos intereses oscuros, desde muy arriba, buscan que no alcancemos el 100 por ciento de la vacuna.

– ¿Cuáles son esas ‘fuerzas oscuras’ a las que usted se ha referido?

Hay multinacionales que también llevan años intentando descubrir la vacuna contra la malaria. Es que detrás de esto hay muchos intereses económicos. Detrás de esto hay mucho dinero.

– En su momento, la comunidad científica mundial criticó los alcances de sus investigaciones…

Es que era cierto: una vacuna que protege entre el 30% y 40% de la gente vacunada, pues no es la vacuna perfecta. Por esa razón decidí parar los estudios con esa vacuna para encontrar lo que me hacía falta. Ya vamos en el 90% de efectividad.

Pero hay que ver lo siguiente: si bien toda esa gente tenía razón en sus críticas, es porque estaban detrás de otra vacuna. Le doy un dato: se han ensayado otras 197 vacunas con cero absoluto de efectividad.

– También se ha puesto en entredicho su credibilidad científica…

Es que algunos medios han querido destruirnos. Hace poco le pregunté al director de un periódico de España: ‘Si somos tan amigos, por qué tú no nos defiendes’, y me contestó: ‘Mira, la industria farmacéutica pauta en este periódico 390 millones de dólares anuales’. Esa es la respuesta. Ahora, yo sí estaría preocupadísimo donde las grandes revistas científicas no aceptaran nuestros artículos.

– ¿Usted se siente víctima de una especie de ‘matoneo científico’?

Mientras yo siga produciendo científicamente y las revistas científicas más importantes del mundo sigan aceptando nuestros artículos, me rueda lo que piensen algunos medios de comunicación que escriben cantidad de barbaridades.