La menor, que se perdió el 29 de julio, fue encontrada a unos 10 kilómetros de su pueblo, viva, sana y psicológicamente estable después de sobrevivir 12 días en el bosque comiendo bayas.
La desaparición no se descubrió hasta días después (el 2 de agosto) porque la madre asumió que la niña estaba con su padre que se había ido a una zona incomunicada para trabajar apagando incendios forestales.
Al darse cuenta de que la niña había desaparecido, se inició la búsqueda en la que participaron más de 100 personas, tanto socorristas como voluntarios. Con cada día quedaba menos esperanza de hallarla, ya que los socorristas encontraron muchas huellas de osos en la zona.
Después apareció en el pueblo el perrito de Karina, que había desaparecido con ella, y la posibilidad de encontrarla viva disminuyó todavía más: «Hace frío. Teníamos la esperanza de que al menos la niña podría pasar las noches abrazando a su perro y así protegerse del frío, pero cuando este regresó pensamos que sería imposible», contó a los medios rusos el portavoz de los socorristas.
La niña, que entiende todo y habla, ha contado que no recuerda por qué abandonó la casa y que sobrevivió bebiendo agua del río y alimentándose de bayas salvajes.
