–Por supuestamente estar implicados en abusos sexuales a menores de edad, la Policía detuvo en España a 4 sacerdotes, según lo confirmó el ministro español del Interior, Jorge Fernández Díaz.
Las detenciones se produjeron en Granada como consecuencia de la denuncia que un joven de 24 años interpuso en octubre ante la Fiscalía, después de recibir en agosto una llamada telefónica del papa Francisco, que le pidió perdón en nombre de la Iglesia tras leer el escrito en el que le relató los hechos, ocurridos cuando era menor.
Entre los detenidos se encuentran el padre Román, de 61 años -el impulsor del colectivo conocido como Los Romanones, escindido de la congregación de los Hermanos Focolares-, Manuel Morales -que en los últimos años ha sustituido al padre Román al frente del grupo- y Francisco Javier Montes.
El arzobispo de Granada, monseñor Francisco Javier Martínez, pidió este domingo perdón postrándose –junto a otros religiosos –ante el altar mayor de la Catedral de Granada por los «escándalos» que han afectado a la Iglesia.
El gesto de monseñor Martínez se produjo una semana después de haberse conocido públicamente los presuntos abusos sexuales cometidos por sacerdotes de su Archidiócesis.
«Los males de la Iglesia son los males de cada uno de nosotros», aseguro el arzobispo, quien reiteró su perdón por los «daños» que se hayan podido causar y por los «escándalos» conocidos esta semana.
La instrucción judicial iniciada a raíz de la denuncia por supuestos abusos a un joven, que llegaron incluso a oídos del papa Francisco que telefoneó al denunciante, sigue su curso y pronto podrían conocerse más víctimas o incrementarse además el número de responsables, indican los medios locales.
El denunciante de los sacerdotes que fue abusado cuando era monanguillo de la iglesia de Granada, tiene hoy 24 años de edad y es miembro «supernumerario del Opus Dei”, hecho que destaca en la carta que le envió al Papa Francisco, la cual fue publicada hoy por el diario El País de Madrid.
“Querido santo padre”, señala el denunciante, “hoy soy profesor (…), pero por culpa de este sacerdote he desarrollado un trastorno de ansiedad generalizado (…) Al terminar la selectividad en el año 2008 dejé la parroquia y la relación con R. (…) Me consta que también cometieron abusos con un amigo mío, pero se marchó al ver lo que sucedía allí. Vio la luz y pudo escapar de todo eso. Querido santo padre, este tema es de una gravedad considerable. Desde que me fui con 18 años y hasta ahora que tengo 24, jamás pensé que informaría de esto a nadie, pero me preocupa que estas prácticas se estén haciendo también con una amiga mía (…) Sé que esta carta puede ser motivo de escándalo. No busco nada para mí, pero sí me preocupa que estos señores puedan estar arruinando la vida de otros jóvenes. Mil veces he deseado contarlo todo a mis padres… pero no lo he contado a nadie. He llevado este asunto con absoluta prudencia para no desgastar a la Iglesia y a tantos ministros que hacen tanto bien a las almas. (…) Querido santo padre, entiendo que es inaceptable que estas personas puedan estar haciendo daño a niños y niñas… Le ruego que no permanezca impasible ante esto (…) Jamás he querido llevarlo a los tribunales, pero estoy dispuesto a hacerlo si es necesario”.
Luego de señalar que «también cometieron abusos con un amigo mío», el firmante de la misiva señala: «Querido santo padre, este tema es de una gravedad considerable. Desde que me fui con 18 años y hasta ahora que tengo 24, jamás pensé que informaría de esto a nadie, pero me preocupa que estas prácticas se estén haciendo también con una amiga mía (…) Sé que esta carta puede ser motivo de escándalo. No busco nada para mí, pero sí me preocupa que estos señores puedan estar arruinando la vida de otros jóvenes. Mil veces he deseado contarlo todo a mis padres… pero no lo he contado a nadie. He llevado este asunto con absoluta prudencia para no desgastar a la Iglesia y a tantos ministros que hacen tanto bien a las almas. (…) Querido santo padre, entiendo que es inaceptable que estas personas puedan estar haciendo daño a niños y niñas… Le ruego que no permanezca impasible ante esto (…) Jamás he querido llevarlo a los tribunales, pero estoy dispuesto a hacerlo si es necesario”.
Tras esta carta, el denunciante recibió dos llamadas del Papa, la primera para pedirle perdón “en nombre de la Iglesia de Cristo”, expresarle su solidaridad ante el “sufrimiento” que había vivido durante su adolescencia como monaguillo de una parroquia de Granada.
Exactamente, el 10 de agosto recibió una llamada en su celular cuando a bordo de su carro esperaba el cambio de semáforo. Al otro lado de un teléfono de número desconocido alguien dijo: “¿Hablo con el señor…?” “Sí, soy yo, ¿quién llama?” “Buenas tardes, hijo, soy el padre Jorge”. “No conozco a ningún padre Jorge”, respondió el conductor (el papa se llama Jorge Mario Bergoglio). “Hijo, serénate, soy el papa Francisco”. El joven se quedó helado. Fue cuando el Papa le ofreció disculpas, entre otras cosas, “por este gravísimo pecado y gravísimo delito”, según expresó.
La segunda llamada el Sumo Pontífice se produjo pocos días después para decirle que se llegaría hasta el final y que no le parecía bien del todo que solo tres curas hubiesen sido apartados del ejercicio en el expediente abierto por la Archidiócesis de Granada.

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