Papa Francisco pide a una Europa anciana y ya no fértil, redescubrir su alma buena y no girar en torno a la economía
–El Papa Francisco exhortó hoy a «una Europa que parece cansada y anciana, ya no fértil», a redescubrir «su alma buena» y a no girar en torno a la economía, sino a la «sacralidad de la persona humana», de los «valores inalienables»; que abrace «con valentía su pasado», con su «patrimonio cristiano», y mire con «confianza al futuro», viviendo el «presente con esperanza»; que abandone la idea de una Europa atemorizada y replegada en sí misma.
En una intervención en el Parlamento Europeo, Francisco expresó que «el futuro de Europa depende del redescubrimiento del nexo vital e inseparable entre estos dos elementos: Una Europa que no es capaz de abrirse a la dimensión trascendente de la vida es una Europa que corre el riesgo de perder lentamente la propia alma y también aquel «espíritu humanista» que, sin embargo, ama y defiende».
«Es igualmente necesario afrontar juntos la cuestión migratoria», enfatizó el Papa Francisco: «No se puede tolerar que el mar Mediterráneo se convierta en un gran cementerio. En las barcazas que llegan cotidianamente a las costas europeas hay hombres y mujeres que necesitan acogida y ayuda. La ausencia de un apoyo recíproco dentro de la Unión Europea corre el riesgo de incentivar soluciones particularistas del problema, que no tienen en cuenta la dignidad humana de los inmigrantes, favoreciendo el trabajo esclavo y continuas tensiones sociales».
Francisco habló incluso de la necesidad de impulsar la ecología, la custodia de la creación, de la naturaleza, de la que debemos ser «custodios» y «no dueños» y se refirió al sector agrícola «llamado a dar sustento y alimento al hombre».
«No se puede tolerar que millones de personas en el mundo mueran de hambre, mientras toneladas de restos de alimentos se desechan cada día de nuestras mesas. Además, el respeto por la naturaleza nos recuerda que el hombre mismo es parte fundamental de ella. Junto a una ecología ambiental, se necesita una ecología humana, hecha del respeto de la persona, que hoy he querido recordar dirigiéndome a ustedes», precisó.
El Papa Francisco pidió al Viejo Continente instaurar “una nueva colaboración social y económica, libre de condicionamientos ideológicos, que sepa afrontar el mundo globalizado, manteniendo vivo el sentido de la solidaridad y de la caridad mutua, que tanto ha caracterizado el rostro de Europa”.
El Papa recordó el sentido de la solidaridad y de la caridad mutua que “ha caracterizado el rostro de Europa, gracias a la generosa labor de cientos de hombres y mujeres que, a lo largo de los siglos, se han esforzado por desarrollar el Continente, tanto mediante la actividad empresarial como con obras educativas, asistenciales y de promoción humana”.
Estas últimas, sobre todo, –señaló el Pontífice– “son un punto de referencia importante para tantos pobres que viven en Europa” que “no sólo piden pan para el sustento, sino también redescubrir el valor de la propia vida, que la pobreza tiende a hacer olvidar, y recuperar la dignidad que el trabajo confiere”.
La protección de la vida humana, la acogida de los emigrantes, el trabajo y desempleo juvenil, la protección del medio ambiente fueron los temas que, según el Pontífice, requieren “nuestra reflexión y colaboración”.
Recordando además la crueldad de la segunda Guerra Mundial, el Papa destacó el proyecto de los padres fundadores del consejo de “reconstruir Europa con un espíritu de servicio mutuo, que aún hoy, en un mundo más proclive a reivindicar que a servir, debe ser la llave maestra de la misión del Consejo de Europa, en favor de la paz, la libertad y la dignidad humana”.
El camino privilegiado para la paz, para evitar que se repita lo ocurrido en las dos guerras mundiales del siglo pasado – subrayó – es reconocer en el otro no un enemigo que combatir, sino un hermano a quien acoger. “Para lograr este bien – continuó – es necesario ante todo educar para ella, abandonando una cultura del conflicto, que tiende al miedo del otro, a la marginación de quien piensa y vive de manera diferente”.
El Papa advirtió que la paz está todavía demasiado a menudo herida en tantas partes del mundo y también en Europa, en donde no cesan los conflictos. Paz que “sufre también por otras formas de conflicto, como el terrorismo religioso e internacional, embebido de un profundo desprecio por la vida humana y que mata indiscriminadamente a víctimas inocentes. Por desgracia – constató – este fenómeno se abastece de un tráfico de armas a menudo impune”. «Esta paz, continuó el Papa, se quebranta además por el tráfico de seres humanos, que es la nueva esclavitud de nuestro tiempo y que convierte a las personas en un artículo de mercado, privando a las víctimas de toda dignidad”.
En este contexto el Papa destacó el ‘papel importante del Consejo de Europa en la lucha contra estas formas de inhumanidad’, a través de la “promoción de los derechos humanos que enlaza con el desarrollo de la democracia y el estado de derecho”.
Señaló la importancia de la contribución y la responsabilidad europea en el desarrollo cultural de la humanidad, destacando que “para caminar hacia el futuro hace falta el pasado, se necesitan raíces profundas, y también se requiere el valor de no esconderse ante el presente y sus desafíos. Hace falta memoria, valor y una sana y humana utopía”.
“Estas raíces, resaltó Francisco, se nutren de la verdad que es el alimento, la linfa vital de toda sociedad que quiera ser auténticamente libre, humana y solidaria. Sin esta búsqueda de la verdad, cada uno se convierte en medida de sí mismo y de sus actos. Esto – dijo – lleva al sustancial descuido de los demás y a fomentar esa globalización de la indiferencia que nace del egoísmo. «Del individualismo – continuó – nace el culto a la opulencia, que corresponde a la cultura del descarte en la que estamos inmersos”.
Junto a las raíces, el Papa se detuvo también en dos de los desafíos actuales del Continente: el reto de la multipolaridad de Europa y el desafío de la transversalidad. “Hablar de multipolaridad europea – afirmó – es hablar de pueblos que nacen, crecen y se proyectan hacia el futuro. Hoy Europa es multipolar en sus relaciones y tensiones”.
Al hablar de la transversalidad, Francisco destacó la importancia de recurrir al diálogo, también intergeneracional. “Si quisiéramos definir hoy el Continente, debemos hablar de una Europa dialogante, que sabe poner la transversalidad de opiniones y reflexiones al servicio de pueblos armónicamente unidos”.
“En esta perspectiva – continuó el Papa – acojo favorablemente la voluntad del Consejo de Europa de invertir en el diálogo intercultural, incluyendo su dimensión religiosa, mediante los Encuentros sobre la dimensión religiosa del diálogo intercultural. Es una oportunidad provechosa para el intercambio abierto, respetuoso y enriquecedor entre las personas y grupos de diverso origen, tradición étnica, lingüística y religiosa, en un espíritu de comprensión y respeto mutuo”.
“En esta lógica se incluye la aportación que el cristianismo puede ofrecer hoy al desarrollo cultural y social europeo en el ámbito de una correcta relación entre religión y sociedad. En la visión cristiana, razón y fe, religión y sociedad, están llamadas a iluminarse una a otra, apoyándose mutuamente y, si fuera necesario, purificándose recíprocamente de los extremismos ideológicos en que pueden caer.
Finalmente, el Papa invitó a «realizar juntos una reflexión a todo campo, para que se instaure una especie de ‘nueva agorá’, en la que toda instancia civil y religiosa pueda confrontarse libremente con las otras, si bien en la separación de ámbitos y en la diversidad de posiciones, animada exclusivamente por el deseo de verdad y de edificar el bien común».