La historia de Juan Pablo Iragorri Medina no podría resultar más enredada. Hoy, está condenado a pasar el resto de su vida encerrado por un crimen que aparentemente no cometió. Fue aislado, torturado y obligado a firmar la confesión de un delito del cual insiste es inocente.
Iragorri, profesional del paracaidismo, trabajaba para un General de Qatar quien le pidió su colaboración para servir de intérprete en un caso de narcotráfico por un cargamento de cocaína que habían traído desde Perú.
Los narcotraficantes trataron de disuadir al colombiano e incluso le propusieron parte del negocio y lo sobornaron pero Irragori, tajante, se negó a la solicitud. Los criminales no se quedaron con un no por respuesta y se vengaron. Le quitaron la visa de salida, lo secuestraron y le tomaron una fotografía en una mesa con cocaína, lo que se constituiría en la prueba contra el colombiano.
“De un carro se bajaron civiles armados los esposaron y lo metieron a un carro, lo llevaron al Sheraton de Doha, lo obligaron a arrodillarse en una mesa con cocaína y con dinero y lo fotografiaron, esa es la prueba reina que dicen tener”, dijo Mauricio Iragorri, hermano del paracaidista.
Luego de ser apresado por las autoridades de ese país fue torturado y obligado a firmar una declaración en la que se declara culpable.
“Fue torturado, lo golpeaban, lo metieron en un hueco de un metro por dos metros sin ventana, no tenía baño, no tenía ducha, le decían que si no cooperaba con la policía lo iban a ejecutar, eso duró tres meses hasta que él pudo contactarse con un abogado”, señala el hermano Iragorri.
Tras la intervención de su abogado fue puesto en libertad bajo fianza para ser capturado de nuevo en el 2012 y condenado a cadena perpetua basándose en la mencionada fotografía y en el documento que firmó bajo tortura y que se encontraba en árabe.
Su familia denuncia una falta completa del Gobierno colombiano y afirman que únicamente se envío al cónsul en Abu Dhabi, Rafael Arismendi, para que estuviera en las audiencias.
“No sirve de nada que el cónsul de se siente en una audiencia a mirar, vieron todas las injusticias, las irregularidades y no se pronunciaron, nunca hicieron nada, no defendieron los derechos de Juan Pablo (…) nuestra cancillería es la que más tiene que estar pendiente cuando se acusa a un colombiano de narcotráfico, porque es un estigma muy grande que tenemos”, subrayó Mauricio.