Por: Gabriel Ortiz
BLANCO Y NEGRO
Da risa escuchar al Ministro de Hacienda Mauricio Cárdenas y al Gerente del Banco de la República, José Dario Uribe, cuando tratan de justificar la devaluación del maltrecho peso colombiano.

En esta época, durante la cual las monedas de países con economías similares a las nuestras son golpeadas por el dólar, sus autoridades defienden sus divisas, para evitar olas inflacionarias que tanto perjuicio ocasionan a sus ciudadanos, a sus empresas, a sus exportaciones y muy especialmente a sus agricultores.
Los dos funcionarios, responsables del manejo de la inflación que, este año parece que llegará al 7 por ciento (se estimaba que no pasaría del 4%) consideran que el fenómeno económico, es “saludable para la economía” y afirman que debemos empezar a convivir con ella.
Claro que se trata de personajes cuyas gestiones son resaltadas por revistas Internacionales como The Banker, Emerging Market y Global Finance. Los califican como los mejores de América en su ramo. Es probable que así sea, pero queda la espinita del desbarajuste del precio del dólar en los últimos meses y de la carrera que lleva.
Sin sonrojo, nos están preparando para un dólar a 3.500 o más pesos en el inmediato futuro.
Para ello, se inventaron la risible regla del 7%, que consiste en destinar precarios 500 millones de dólares que sacarán al mercado cuando la cotización durante 20 días sobrepase un 7%. La pusieron bien inaplicable. Y esos 500 millones no le harían ni cosquillas a la divisa norteamericana.
Cómo será la cosa, que llevamos un buen trecho de incremento permanente y aún no se ha podido intervenir.
Ente tanto la inflación galopa sin tregua, castigando al consumidor, a los productores nacionales que dependen de materias primas importadas, a los propios exportadores de esos bienes y servicios y a los agricultores.
En medio de este desbarajuste, se avecina la definición del aumento del salario mínimo, que a juzgar por el panorama actual se debe situar por encima del 8 o 9 por ciento. Los paganinis serán como todos los años, los pensionados que reciben incrementos miserables y discriminatorios. Parecen empeñados conducirlos a la indigencia.
Esta es la radiografía de una economía que solo proyectan para ganar reconocimientos de los ortodoxos de revistas que desconocen el sufrimiento de estos pueblos.
BLANCO: El merecido título del Santa Fe.