Por Mauricio Botero Caicedo
Yohir Ackerman, en su artículo en El Espectador (Enero 30, 2016), señala: “El rastreo de los movimientos financieros permitió evidenciar que las millonarias ganancias producto del narcotráfico de las Farc estaban siendo enviadas, por medio de ese grupo, a varias personas y empresas en San José de Costa Rica….Algunas de las personas encargadas de manejar los recursos en el país centroamericano han sido identificadas como Nancy y Betty Torres Victoria, hermanas de Jorge Torres Victoria, alias «Pablo Catatumbo».…”.
En una entrevista concedida a la BBC Mundo, el líder guerrillero alias Iván Márquez, camarada de Catatumbo, aseguró en La Habana que ningún miembro de las Farc tenían dinero.
Con el permiso de Rafael Pombo, y desconsolado con la pobreza del Secretariado de las Farc, este columnista quisiera proponer una versión más moderna del poema:
Érase un pobre guerrillero
Sin nadita que comer
Sino carnes, frutas, dulces,
Tortas, huevos, pan y pez
Bebía cerveza, ron,
Vino, té y café,
Y el pobre no encontraba
Qué comer ni qué beber.
Y este pobre en La Habana no tenía
Ni un ranchito en que vivir
Fuera de una casa grande
Con su piscina y su jardín
Nadie, nadie la cuidaba
Sino Raúl, Maduro y Fidel
Y ocho criados y dos pajes
De librea y corbatín
Nunca tuvo en qué pasear
Sino un yate con sillas y sofás
Con banquitos y cojines
Y resorte al espaldar
Y este pobre guerrillero
Cada año, hasta su fin,
Tuvo un año más de viejo
Y uno menos que vivir
Y al mirarse en el espejo
La espantaba siempre allí
Otra viejo de antiparras,
Papalina y peluquín.
Y este pobre guerrillero
No tenía dónde invertir
Sino fincas de mil cortes
Y de apartamentos mil y mil.
Y a no ser por sus dólares,
Euros, francos y botín,
Descalcito por el suelo
Anduviera el infeliz
Y este pobre guerrillero
Al morir no dejó en Costa Rica más
Que onzas, joyas, tierras, casas,
Ocho centros comerciales y un platal
Duerma en paz, y Dios permita
Que logremos disfrutar
Las pobrezas de este pobre guerrillero
Y morir del mismo mal.
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