Bogotá

Esta es la cárcel Distrital, considerada la mejor de Colombia


La Cárcel Distrital marca la diferencia en todo el país porque en este lugar los Derechos Humanos son los protagonistas. Este centro penitenciario, que está logrando la certificación internacional, está a punto de convertirse en ejemplo en Surámerica. Aquí no solo se cumplen condenas, también sueños.

En medio del desolador panorama penitenciario de Colombia la Cárcel Distrital se convirtió en un modelo de reclusión y de respeto por los Derechos Humanos. En centros penitenciarios de Bogotá viven en hacinamiento y en condiciones infrahumanas más de 12 mil detenidos. La ‘Distrital’ es la única cárcel del país que no enfrenta esta problemática.

A finales de 1999, siendo alcalde de Bogotá, Enrique Peñalosa, se dio la renovación del nuevo centro carcelario que contó con una inversión de 16 mil millones de pesos. La nueva edificación se transformó en un enorme búnker con cuatro garitas de 12 metros de alto que se asemejan a torres de control de un aeropuerto. En ese entonces se amplió su capacidad para 1.032 internos. Con la remodelación, la cárcel se dotó con un circuito cerrado de televisión, 96 cámaras, control de acceso, detección de intrusos, monitoreo técnico y sistema de perifoneo.

Dieciséis años después de su remodelación, nuevamente bajo la administración del alcalde Enrique Peñalosa, la cárcel está buscando la certificación internacional para convertirse en ejemplo en Suramérica por la Asociación Americana de Correccionales. La visita técnica de las autoridades carcelarias se realizó el pasado 11 de abril en donde se evaluó si se cumple parcial o totalmente con los protocolos exigidos para ese reconocimiento.

La ‘Distrital’ es la única cárcel del país para hombres y mujeres. Los internos están distribuidos en 6 pabellones: Esperanza, Básico, Autonomía, Transición, Opción, y Libertad. El centro penitenciario cuenta con 10 talleres para que los internos, que en su mayoría cumplen condenas por hurto y porte de estupefacientes, aprendan a desempeñarse en diferentes programas, no sólo para rebajar sus penas, sino también para trabajar en actividades similares cuando salgan libres.

Los internos están uniformados, cuando ingresan la guardia les da saco, camiseta, pantalón, cobija, manta, colchoneta, cepillo de dientes y crema dental. La comida está a cargo de nutricionistas y dietistas. Diariamente reciben desayuno, almuerzo, cena, dos refrigerios y un tinto.

Dos médicos, dos odontólogos y un equipo de 50 personas, entre trabajadores sociales, terapeutas, sicólogos y sociólogos, se encargan de la salud física y mental de los reclusos.