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Misión de ONU en Colombia: No estará armada y será juez imparcial del cese al fuego y dejación de armas por las Farc

–Un mandato de un año, prorrogable a pedido de las partes, tendrá la misión de la ONU en Colombia, que será será juez imparcial del cese al fuego y la dejación de armas por parte de las Farc. Sus integrantes no son cascos azules, sino observadores militares, que actuarán sin armas ni uniformes.

Así lo estableció la Organización de Naciones Unidas en un comunicado, en el cual explicó el carácter y la labor que adelantará la Misión creada a petición de gobierno colombiano y del mismo grupo guerrillero por acuerdo logrado en las negociaciones de La Habana.

«Las partes han dado a la misión cuatro funciones: verificar el cese al fuego y la dejación de armas; resolver diferencias entre partes; hacer recomendaciones para el cumplimiento del acuerdo; hacer pronunciamientos independientes, como mecanismo de verificación internacional», puntualiza el documento.

«Los observadores no ejercerán funciones de seguridad; la seguridad es tarea de los colombianos», aclara el comunicado emitido por la ONU, cuyo texto integral es el siguiente:

«A pedido del gobierno y las Farc, la Misión de las Naciones Unidas en Colombia fue creada por el Consejo de Seguridad, el 25 de enero de 2016, mediante la resolución 2261, aprobada por unanimidad.

Es una misión política, de observadores militares sin armas ni uniformes.

No es una misión de cascos azules.

La misión es una respuesta al pedido de las partes que negocian el fin del conflicto armado, no es producto de una decisión unilateral del Consejo de Seguridad.

La misión es transitoria. Tiene un mandato de un año, prorrogable a pedido de las partes.

El jefe de la misión es Jean Arnault, Representante Especial del Secretario General. A lo largo de su carrera ha participado en ocho misiones, en cinco de ellas como jefe: entre 1997 y 2008, lideró sucesivamente las misiones de la ONU en Guatemala, Burundi, Afganistán y Georgia. Desde hace un año se desempeña como delegado del Secretario General en la subcomisión del fin del conflicto de la Mesa de Conversaciones de La Habana, en la que ha trabajado estrechamente con las partes en el diseño del mecanismo de monitoreo y verificación.

El jefe de observadores es el general Javier Pérez Aquino, militar argentino con más de 35 años de experiencia nacional e internacional.

La misión tiene dos grandes tareas, definidas por las partes:

-Verificar el cese bilateral y definitivo de fuego y hostilidades.
-Verificar la dejación de armas de las Farc.

La verificación del cese al fuego la harán conjuntamente el gobierno, las Farc y la misión de Naciones Unidas. Los tres conformarán un mecanismo tripartito –que ya está en proceso de construcción– que será coordinado por la misión y tendrá un(a) vocero(a) designado por la misma.

Ese mecanismo se llama Mecanismo de Monitoreo y Verificación. Se encarga de verificar el cumplimiento del cese al fuego.

Este mecanismo, novedoso para la ONU, ofrece una doble garantía: por un lado, la observación imparcial por parte del componente internacional (la misión) y la observación directa por cada parte del cumplimiento de los compromisos de la otra parte; por otro lado, una estrecha articulación con la sociedad civil garantiza altos niveles de transparencia en esta fase crucial del proceso de paz.

La verificación de la dejación de armas es responsabilidad exclusiva de la Misión.

Siguiendo un calendario acordado por las partes, la misión recibirá el armamento de acompañamiento, las armas de las milicias y el armamento individual de las Farc, lo depositará en contenedores bajo su control exclusivo y lo destinará a la construcción de tres monumentos: en la sede de las Naciones Unidas en Nueva York, en Cuba y en Colombia. Además, la misión supervisará la destrucción del armamento inestable, que no pueda ser transportado.

Las partes han dado a la misión cuatro funciones: verificar el cese al fuego y la dejación de armas; resolver diferencias entre partes; hacer recomendaciones para el cumplimiento del acuerdo; hacer pronunciamientos independientes, como mecanismo de verificación internacional.

La misión iniciará sus labores de monitoreo y verificación solo a partir de la firma de un acuerdo final en La Habana. Hasta entonces, la misión no monitorea ni verifica; está en proceso de alistamiento y apertura de sus oficinas regionales.

La misión tendrá un número aproximado de unos 500 observadores militares y alrededor de 150 civiles de los países de la CELAC y de otras naciones que han solicitado contribuir, como España, entre otros.

El 19 de agosto, el Secretario General de Naciones Unidas precisará al Consejo de Seguridad las necesidades operativas y de personal de la misión.

Al primero de agosto han arribado a Colombia 79 observadores internacionales, que han pasado por un entrenamiento especial y se disponen a trasladarse a las oficinas regionales.

Estos observadores son la columna vertebral de la misión, son su esqueleto directivo. Pertenecen a ocho países: Argentina, Chile, Bolivia, El Salvador, Guatemala, México, Paraguay y Uruguay. Entre el personal civil de la misión que ya está en Colombia y entre los observadores que están por llegar, hay otras nacionalidades de Latinoamérica y el Caribe y otras latitudes.

En las próximas semanas estarán llegando 100 observadores más y se avanzará en la contratación del personal civil de la misión. Con esto, el personal llegará a más de 200 personas.

El objetivo es que la misión esté lista para operar cuando se firme el Acuerdo Final en La Habana.

La misión tiene ocho oficinas regionales, que empezarán a funcionar en agosto: Valledupar, Bucaramanga, Quibdó, Medellín, Villavicencio, Popayán, Florencia y San José del Guaviare.

La misión tendrá equipos permanentes en cada una de las 23 zonas veredales y los ocho campamentos donde se agruparán las Farc.

Se espera contar con unos 18 observadores internacionales, militares y civiles, por cada zona veredal.

Dada la predominancia de hombres entre los observadores militares, la misión está privilegiando la contratación de mujeres para el personal civil y la asignación de puestos claves, de mando y responsabilidad, al personal femenino.

La misión se diferencia de las agencias, fondos y programas de Naciones Unidas presentes en Colombia. Cada una de ellas tiene un mandato y un trabajo específicos que continuarán vigentes durante el periodo de trabajo de la misión.

Naciones Unidas es una sola familia pero la misión tiene su propio mandato, que no se cruza los de las agencias.

La situación en Colombia es totalmente distinta de la de otros países, donde después de un conflicto armado el Estado y las instituciones no funcionan y la ONU acude a llenar ese vacío. La misión no viene a reemplazar a nadie; es completamente respetuosa de la soberanía colombiana. Los observadores no ejercerán funciones de seguridad; la seguridad es tarea de los colombianos.

En resumen, la misión viene a prestar una contribución que le solicitaron las partes en una fase crucial para poner fin al conflicto armado –la fase del cese al fuego y la dejación de armas–, junto con países de la región y el mundo, amigos de Colombia.

Como juez imparcial, la misión aspira a ser un factor de confianza en la paz y una garantía de que los acuerdos sobre el cese al fuego y la dejación de armas se cumplan.