Por Mauricio Botero Caicedo
El líder de las FARC dijo el lunes que la derrota en el plebiscito sobre el acuerdo de paz con el gobierno colombiano “no tiene efecto legal alguno”. “Timochenko” negó que los resultados del referendo sean una derrota política porque la consulta no es jurídicamente vinculante.
Consideró que el acuerdo “final” ya ha sido firmado y entregado al Consejo Federal Suizo en Berna como un acuerdo humanitario especial entre partes en conflicto en el marco de la Convención de Ginebra. “Esto le confiere innegable e irrevocable efecto jurídico”, remarcó el guerrillero.
Y esta opinión de Timochenko, que el resultado de una votación en la que participaron cerca de trece millones de colombianos no tiene ninguna validez, es exactamente el talante de estos marxistas a los que el gobierno de Santos les quiere dar un enorme espacio económico y político, todo naturalmente por cuenta de los contribuyentes.
Timo, comunista recalcitrante y con indeclinable vocación totalitaria, lo que dice es que dos personas – Santos y él – son los que pueden y deben tomar las decisiones que afectan a toda la población: lo que ellos acuerden en lo único que es válido. O sea, que la opinión de los colombianos le importa un soberano bledo.
Y esa es la enorme ventaja del resultado del domingo pasado. Que a Timo y a Santos se les esfumaron las posibilidades de embutirnos un Acuerdo a los colombianos, un Acuerdo tan mal redactado como asimétrico a favor de las Farc.
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