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¿Por qué tienen que ser el Gobierno y las Farc los que revisen las propuestas de modificación de los acuerdos?

firma-acuerdo-paz-cartagena-3¿Por qué no iniciar ya un “proceso constituyente” dentro del cual sea una “Junta Constitucional” la que estudie los acuerdos, y “las propuestas del NO”, en amplia consulta con toda la sociedad colombiana?

No nos digamos mentiras: la instrumentación de los acuerdos será larga, así que lo mejor es entrar en un período de enfriamiento de la política, suspendiendo todas las elecciones mientras, calmadamente, se estudian los cambios constitucionales y se llevan a la práctica: no podemos seguir manejando con carácter puramente gubernamental un proceso que tiene carácter nacional; por tanto, se requiere tiempo, pero ¿cómo hacer para que el cese del fuego sea indefinido y caminemos ¡desde ya! en el proceso de reconciliación?

El burocratismo con que ha sido manejado el proceso por parte del Gobierno solo da para que el acuerdo Santos-Farc no pase de ser una propuesta, un insumo para estudio de la sociedad colombiana, coordinado por la Junta Constitucional que proponemos.

Si se les suspenden todos los procesos judiciales, y las condenas también, a los miembros de Farc y Eln, tanto a los que se ubiquen en las zonas de concentración (según fueron definidas en el acuerdo) como a los que se hallan presos, condenados o no, para que, poco a poco – en un proceso gradual – se vinculen a las comunidades que los quieran aceptar en el marco de unos reglamentos de trabajo, y efectúen trabajo comunitario no político; y si el Gobierno y la empresa privada, y otros entes ciudadanos (grupos religiosos y políticos, ONGs, cooperativas y demás instituciones sin ánimo de lucro), se unen para fortalecer a las comunidades vecinales en cabeza de sus juntas de acción comunal para que estas juntas aporten recursos y los manejen, y no que simplemente sean peticionarias como sucede actualmente;
entonces, después de un tiempo, se sabrá qué tanto perdonaremos a los victimarios, según su comportamiento comunitario en un marco dinámico de servicio al pueblo raso.

Las Farc deben declarar sus recursos, que tienen ocultos por miedo a que se los quiten y se queden sin poder para posicionarse como partido político: si los van a usar en trabajo comunitario, pues ¡bienvenidos!: hay que legalizárselos.

Después de un tiempo, se reactivan los procesos judiciales, pero con un nuevo ingrediente: pedidos de perdón, parcial o total, por parte de las comunidades, o pedidos de condena (tendrá que haberlos también), con destino a la justicia ordinaria, la que proferirá fallos de dos tipos: individuales o en grupo (especialmente los fallos que involucren perdón podrán hacerse por grupos); fallos o sentencias sujetos a revisión por una comisión especial que podrá interponer recursos ante la justicia ordinaria, que será la que falle de manera definitiva.

(La llamada “justicia transicional” promete ser un limbo; nos abocará a una situación caótica, traerá zozobra y confusión; burocratismo rampante, ineficiente, degenerativo de nuestras instituciones).

Los miembros de los grupos armados que no se vinculen a las comunidades, desarrollarán proyectos productivos en sus zonas de concentración.

La Junta Constitucional entregará proyectos de acto legislativo (reforma constitucional) y proyectos de ley al Congreso: no habrá asamblea constituyente como tal, sino un proceso dinámico de nuestras instituciones actuales con algunas modificaciones.

Una vez finiquitados los procesos judiciales y reformada la Constitución (o promulgada una nueva), se efectúa la entrega de armas y se realizan las elecciones, con los partidos políticos nuevos incluídos.

Entretanto, se aplicarán correctivos al régimen monetario para garantizar la estabilidad económica que permita entrar por la senda del desarrollo, sin lo cual continuarán en aumento la pobreza y la descomposición social. Los grupos urbanos de Farc-Eln (con sus encapuchados y otros: las mal llamadas “milicias”) – muchos de cuyos miembros seguramente no irán a las zonas de concentración – serán el plan B de Farc-Eln si el Estado sigue sin aplicar correctivos estructurales.
La ayuda extranjera será pírricamente insuficiente, la deuda estatal y privada crecerá en espiral incontenible sin lograr nada significativo, si persisten fenómenos como las altas tasas de interés y la revaluación-devaluación descontrolada. Las empresas no podrán hacer planeación estratégica y no harán inversiones nuevas, no generarán empleo formal de manera significativa, no producirán tributación suficiente para sacar al fisco de penurias.

Por eso, si tienen la gentileza de leer nuestra breve propuesta, hallarán también lo atinente al frente económico.

Los cambios al régimen monetario requerirán concertación internacional. Si es verdad que la comunidad internacional quiere ayudarnos, pues sepan nuestros amigos extranjeros que no necesitamos subsidios ni agentes «facilitadores» de acuerdos burocráticos, sino un régimen monetario justo y equitativo – que también les conviene a los Estados Unidos y a Europa (¡les conviene y lo necesitan urgentemente!).

Estos aspectos del modelo económico no se negociarán con los señores de los grupos violentos marxistas.

Si hay desarrollo sostenible, habrá optimismo general y «otro gallo cantará».
Podrá haber sustitución de cultivos ilícitos de manera voluntaria (a los remisos se les podrá colocar encima todo el peso de la ley); en general, las víctimas tendrán recursos para recuperar o reponer lo que perdieron; puede que algunas de ellas no logren esta suficiencia y requieran que el Estado les gestione la restitución pero, en todo caso, la presión sobre el Estado será menor.

La búsqueda de los desaparecidos (¡oh dolor!), por supuesto, continuará.

¿No sería esta la respuesta razonable y realista para los que piden “la paz ya”?

Señores políticos, señores de los medios de comunicación: ¿tendrán ustedes la humildad de considerar la propuesta de un ciudadano de a pie, compatriota suyo?

La soberbia y la arrogancia de tantos políticos y medios, a lo cual nos tienen acostumbrados – lamentablemente – nos pone un poco pesimistas: ya tienen su rutina, ya tienen sus amigos y, por sobre todo, cuidan mucho sus intereses y sus medios materiales, que no podrán llevarse a la tumba, pero ellos piensan más en ventajas temporales que en una buena conciencia, porque su conciencia está centrada en conservar una buena imagen, más ante el hombre que ante Dios.

¡Sí, sí, ellos oyen al pueblo! … pero en lo anecdótico, y en cuanto que conviene hacerles buena cara a quienes les dan los votos a los unos, y la sintonía radial y televisiva a los otros, y la lectura (siempre a medias) del periódico. Pero en cuanto aparece un ciudadano sin pretensiones proponiendo ideas estudiadas y elaboradas, le hacen el vacío. ¿Seguiremos así, o seremos incluyentes, es decir, seremos sinceros con la paz? ¿No hemos dicho que toda la sociedad debe participar en el proceso?

Por: C. Ariel Hoyos H.
Gestor de Buena Voluntad,
en lo económico, en lo político y en lo comunitario

Economista, servidor sindical y de acción comunal.
Programador-analista de sistemas
Funcionario público gobiernos Lleras Restrepo, Pastrana Borrero, López Michelsen, Turbay.