Opinión

Sector palmicultor, creciendo vertical y horizontalmente.

Por: Luis Eduardo Forero Medina
En el mundo treinta países producen palma aceitera; en América Latina después de Colombia, cuarto cultivador de aceite de palma en el mundo y primero en América Latina, le siguen Honduras, Ecuador, Brasil, Guatemala, el Perú y Costa Rica.

El 80% del aceite de palma en el planeta se emplea para productos comestibles, el restante para usos industriales y la producción de agrodiesel. En ese monocultivo en el que se producen dos tipos de aceite, el del fruto y el de la semilla; se necesitan sembradas unas 40 millones de hectáreas para alimentar a la población mundial.

El incremento global de las áreas cultivadas en palma de aceite, es debido a las atractivas utilidades que genera el negocio; en el mundo dominan el mercado IOI GROUP, KLK, GAR y WILMAR, varias de ellas con más de cien años de trayectoria en el sector palmero. Por cifras que maneja el Golden Agri, en Indonesia se estima que dos millones de pequeños agricultores poseen más del 40% de las propiedades del aceite de palma en el país.

Colombia tiene un área de cerca de 500,000 has que producen anualmente un millón de toneladas de aceite de palma en 118 municipios de la Región Andina y Caribe. En este país miles de hectáreas se encuentran en proceso de sustitución de cultivos de hoja de coca que sembraban más 60 00 familias; la renovación de cultivos palmeros muy antiguos, y los infectados por la Pudrición del cogollo (PC). Como meta al 2020, el país aspira a multiplicar por seis la producción de aceite de palma, sembrado que requiere de grandes extensiones. Las familias que dependen de esta cadena en Colombia, compuesta por 700 mil personas, no estarían recibiendo el apoyo gubernamental necesario, por lo que serían atraídas por empresas en donde el trabajo se traduciría en esclavitud de los palmeros. Esta agroindustria genera 150 mil empleos directos y beneficia a unas 600 mil personas vinculadas a la cadena, indicó el Ministerio de Agricultura y desarrollo rural. Ecuador tampoco para de crecer en palma de aceite; y en el Perú ese monocultivo se duplicó entre el 2006 y el 2012, principalmente en la selva amazónica.

El sector en Colombia, donde el Grupo Aval es el único gremio económico que ha entrado al negocio palmero, arroz, sorgo, maíz, caucho y madera, empieza a demostrar buenas prácticas agrícolas, y es uno de los de mayor desarrollo de la economía a largo plazo, según se precisó en 2015 en la Conferencia Internacional sobre Palma Aceitera en Cartagena de Indias.

En Colombia la situación de los trabajadores palmeros se narra en el libro «El Amargo Fruto de la Palma Aceitera: despojo y deforestación»; y en 2005, en Audiencia Defensorial, la Defensoría el Pueblo en Bogotá, presentó la Resolución Defensorial N° 39 sobre Violación de Derechos Humanos por siembra de palma africana en territorios colectivos de Jiguamiandó y Curvaradó.
En Guatemala y Perú el negocio de palma de aceite lo dominan sociedades comerciales. En los referidos países latinoamericanos, abundan las pequeñas explotaciones, que proveen ingresos regulares a miles de familias campesinas, por ser un cultivo perenne.

En contra del auge del cultivo de palma africana, están los ambientalistas que traen como ejemplo lo sucedido en Indonesia y Malasia, países insulares del sureste asiático que proveen cerca del 90% de la palma africana o aceitera. En esos lugares como en la generalidad donde se cultiva la palma africana , se ocasionan irreparables daños a las comunidades nativas, como sectores campesinos e indígenas; y ocurre gran deforestación a veces ocasionada por los incendios provocados de bosques, como los sucedidos hace 20 años en Indonesia. Actualmente en prevención y manejo de estos incendios en Indonesia, las empresas Malasia Sime Darby y group IOI, con organismos gubernamentales han establecido FFA, Fuego Alianza Libre, y promueven una plataforma llamada Abril con ese propósito.

El calvario del sector además del problema fitosanitario de la Pudrición del cogollo (PC), es el cultivo ilegal de palma africana de parte presuntamente de grupos fuera de la Constitución colombiana, que se habrían apropiado con fuerza de extensos terrenos para plantar palma africana, generando no pocos desplazamientos de habitantes principalmente de la región pacífica de Colombia. Para algunos falta más compromiso de los eslabones de la cadena, con el fin de hacer de este monocultivo una agroindustria de prácticas comerciales éticas que beneficie a las comunidades; y sostenible en el ámbito ambiental, condición para entrar a mercados internacionales como Holanda, el principal comprador de aceites colombianos. México y España igualmente son compradores de esos productos colombianos.
La Federación Nacional de Cultivadores de Palma de Aceite (Fedepalma), que cumple 55 años, se lesionaría considerablemente si se le cae encima la rama de más de seis metros, y de una altura de más de 12 metros o más – lo que mide un árbol de palma africana-, si la cuota de fomento palmero se utiliza en el futuro para los programas y proyectos que desarrollen la ley que crea el Sistema Nacional de Innovación Agropecuaria, SNIA; proyecto de ley presentado al Congreso de la República por dos ministros del gobierno , el pasado tres de marzo. Hace 23 años Fedepalma maneja el Fondo de Fomento Palmero (FFP), cuenta especial que se nutre de una cuota del 1,5% del precio de cada kilogramo de palmiste y aceite crudo de palma extraídos.
@luforero4