Opinión

Sector forestal, le cantan la tabla

Por: Luis Eduardo Forero Medina
Durante 27 años la autoridad forestal en Colombia estuvo en cabeza del INDERENA, perdiéndose la mayoría de su archivo; hoy la rectoría forestal está atomizada en el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Territorial-creado en 1993-, el Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural, las 33 Corporaciones Autónomas Regionales y el IDEAM.

“Esta estructura orgánica es muestra evidente de la poca importancia relativa que dentro de ellas tiene el recurso forestal en general y el sector forestal productivo en particular”, anota la FAO.
Colombia es el séptimo país del mundo con mayor cobertura de bosques tropicales que abarcan cerca de 53 millones de hectáreas (ha); en los seis países que conforman la subregión amazónica están plantados 325 millones de ha, la mayor parte en el Brasil. De acuerdo a la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), se calcula que los bosques naturales de la Amazonía poseen un volumen de 17 000 millones de metros cúbicos de madera.

Al incursionar en el negocio forestal varios inversionistas creen enfrentarse a una actividad a corto plazo, desconociendo que la silvicultura es una actividad a muy largo plazo, cuya cadena comprende en un primer plano a taladores y operarios de motosierra que se desempeñan en jornadas extenuantes; y transportistas que se abren camino en la selva para llevar la madera que supuestamente está respaldada por un salvoconducto. Talar y transportar madera desde bosques naturales supone labores riesgosas para los operadores y poco amigables con el medio ambiente, agravándose cuando ejecutan chacras, es decir derriban árboles de alturas de más de 30 metros, sin extraer la raíz y enseguida queman la ramas produciendo gran mortandad de aves que se refugiaban en los sotos. La cadena que genera muchos desperdicios, tiene como a sus segundos integrantes a arquitectos, autoridades ambientales, carpinteros, comercializadores, constructores, decoradores, diseñadores industriales, fabricantes de muebles, ingenieros forestales, pintores, reforestadores, tapiceros, transformadores de productos primarios y secundarios, entre otros. Todos responsables de una buena gobernanza forestal. Las plantaciones más comunes son pinos y eucaliptos, y más de la mitad de la madera la consume la industria de la construcción y la de muebles.

Los bosques nativos en la región en una superficie equivalente a unos dos millones de hectáreas, diariamente son objeto de la guadaña de cárteles de la madera dirigidos por hombres son rostro que traspasan fronteras extrayendo madera principalmente de áreas de propiedad de los Estados. Las organizaciones criminales disponen de al menos “30 modos ingeniosos de conseguir y blanquear madera de origen ilícito”, de acuerdo al informe «Carbono limpio, negocio sucio». Según el Banco Mundial en Colombia la tala ilegal alcanza un 42% de la producción total de madera. Las consecuencias de la tala ilegal se resumen en el despojo a los gobiernos y comunidades, reducción de la biodiversidad, aceleración de los efectos del cambio climático, y origen de conflictos por la tierra y otros recursos naturales, puntualiza la FAO.
Puntualmente ese organismo especializado creado hace 72 años, indica que no se evidencia que en el país se le de importancia al sector forestal, sacando a la superficie una serie de cuestionamientos sobre la política forestal en Colombia, como por ejemplo la ineficacia del gobierno y la burocracia; la inexistencia de un inventario forestal, y de ordinario que las estadísticas estatales difieren a las de organismos internacionales. El IDEAM calculó en su época unas 64 millones de hectáreas cubiertas por bosques naturales; el Ministerio de Agricultura tiene numerado el potencial en 24 millones de hectáreas aptas para la plantación forestal con fines comerciales, que genera 74.000 empleos o menos ( en 2020 se reducirá a menos de 46 millones de ha); el PNDF sostiene que las tierras idóneas para cultivos forestales son de 25 millones de hectáreas; y el Banco Mundial (BM) las calcula en 47´800.000 ha. Lo anterior se debe, según el BM a las “deficientes” cifras oficiales, o “debilidades de información forestal del país”. Este organismo internacional dependiente de las Naciones Unidas, percibe los bosques naturales “en diferentes niveles de deterioro, debido a que no se trabaja con base en planes de manejo sostenibles”. En Colombia hay un enorme desaprovechamiento de la tierra apta para bosques, utilizando en plantaciones sólo 174.241 de las 16 millones de ha disponibles. A esta desolación se suman entre otras escaseces la falta de una política de plantaciones forestales y de asistencia técnica, equipos obsoletos de más de 20 años, y “que gran parte de las áreas de la reserva no cuentan con linderos factibles de materializar, de gráficos de precisión.., de cartografía actualizada”, indica la FAO.
El sector se ve en calzas prietas cuando las autoridades quedan bloqueadas en las incautaciones por no contar con medios para sacar la madera de la selva; los incendios forestales, la mayoría intencionales; cuando el sector debe importar madera; la falta de alternativas para dejar de usar la madera como combustible, y la orfandad en que vive desde hace varios años, por ser declarada inexequible la Ley General Forestal.
El Certificado de Incentivo Forestal, CIF, que ha llegado a tener en su presupuesto 429.000 millones de pesos destinados a reforestación, estaría a punto de desaparecer porque no ejecuta al ciento los recursos, y el gobierno optó por reducirlo. Gracias al CIF entre 1995 y 2002 se plantaron 61.774 ha.

Colombia es ejemplo en la Región de ejemplo de gobernanza forestal a través del Pacto Intersectorial por la Madera en Colombia (PIMLC), financiado por la Unión Europea; iniciado en agosto del 2015 hasta el 2018, que busca que madera extraída, comercializada y utilizada provenga de fuentes legales; a su vez Fedemaderas es referente internacional “por su trabajo por un sector sostenible”.
@luforero4