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Víctimas y victimarios del conflicto colombiano conviven en un acto de reconciliación


Hoy, después de la firma del acuerdo de paz con las Farc comienzan a visibilizarse alguna historias que reflejan los horrores del conflicto armado en el país. Ese es el caso de 43 habitantes del corregimiento de Puerto Bello, juridicción de Turbo (Antioquia) quienes el domingo 14 de enero de 1990 desaparecieron de sus casas.

¿La causa? Los paramilitares los sindicaban de ser guerrilleros y, además, de robarle 43 cabezas de ganado a nadie más ni a nadie menos que al temido Fidel Cataño Gil, alias «Rambo”, el hoy extinto forjador del paramilitarismo en Colombia, hermano del fundador de las Autodefensas Unidas de Córdoba, Carlos Castaño Gil.

Para la historia quedó que la noche de ese dantesco 14 de enero de 1990 unos 60 paramilitares del grupo «Los Tangueros”, dirigidos por Fidel, llegaron hasta el corregimiento de Pueblo Bello y escogieron en la plaza a los 43 sindicados de supuestamente agraviar al máximo cabecilla de ese grupo al margen de la ley.

Allí acostados los moradores boca abajo en el piso seleccionaron 43 campesinos y se los llevaro amordazados. Nunca más se volvió a saber de ellos hasta cuando corrió el rumor de que los habían masacrado.

Según indicó una sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos se estableció que el raro ojo por ojo y diente por diente de Carlos Cataño Gil solo obedecía a la premisa de «cambiaron gente por ganado” tal como les afirmó al otro día del secuestro masivo a los desesperados familiares una fuente oficial.

Tendiendo en cuenta los testimonios aportados por los familiares ante la Corte Interamericana, la versión se refería a un ganado de Fidel Cataño robado por la guerrilla en diciembre de 1989 que habría sido el motivo por el que alias «Rambo” se llevó exactamente 43 personas y las mató. Acto que devela el grado de sevicia alcanzado en el conflicto colombiano.

Pero esa realidad vivida en los años más crueles de violencia a lo largo y ancho del país, está siendo reemplazada por historias que buscan no solo borrar los amargos recuerdos de la guerra sino, también, generar espacios que impidan que aquellos hechos vuelvan a suceder.

«Ahora hay un espacio de convivencia hermoso donde hay desmovilizados, víctimas, personas que no tienen nada que ver ni con las víctimas ni con el conflicto, es una convivencia bonita, verlos como charlan, bailan”, dice hoy un vecino del lugar que se ha transformado totalmente 27 años después de sucedido el infame hecho.

Una muestra de que quizá el tiempo se lleva todo, hasta lo malo. «somos así porque acá nos consideramos una familia y para donde hala el uno halamos todos”, dice por estos días la residente en ese el que fue escenario de guerra, Edith Garnau.

Y es que historias como esta han dejado una huella muy profunda en el corazón de la humanidad y parecen compartir similitudes con hechos como los sucedidos en Indonesia entre 1965 y 1966, donde murieron más de 500 mil personas.

Indonesia es un país insular ubicado entre el Sudeste asiático y Oceanía, que comprende 17 mil 508 islas y según estadísticas a 2015 es el cuarto país más poblado del mundo, con 255 millones de habitantes y que tiene una historia de violencia con puntos en común con lo acontecido en Colombia.

En 1965, se asesinó en Indonesia a más de medio millón de supuestos comunistas, ciudadanos de etnias chinas, gente contraria al gobierno e intelectuales.

Y estos hechos similares son los que narra precisamente la película The Act of Killing (El Acto de Matar) dirigida por Joshua Oppenheimer, un documental que trata de las matanzas cometidas en Indonesia entre 1965 y 1966.

De contenido impactante, la película recibió excelentes comentarios tanto del público como del los expertos en cine del mundo al punto que se consideró La Mejor Película de 2013 para el periódico inglés The Guardian, luego de comenzar a proyectarse el 31 de agosto de 2012.

En The Act of Killing la masacre la explican los propios asesinos: Anwar Congo y sus secuaces que muestran sus formas de matar, de convivir y, paradójicamente, sus escasos remordimientos. La película abre la ventana a uno de los peores capítulos del Sudeste Asiático y a uno de los más cuestionables escenarios de la Guerra Fría.

Esta película la presenta DirecTv próximamente.