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El Vaticano reafirma la inviolabilidad del Secreto de Confesión frente al Derecho Civil

Foto Vaticano
–«Los sacerdotes deben defender el Secreto de Confesión hasta el punto de derramar sangre, como un acto de lealtad al penitente y como un testigo, un martirio, a la salvación única y universal de Cristo y la Iglesia.

Así lo notifica un documento aprobado por el Papa Francisco y publicado por el Vaticano en el cual reafirma la «inviolabilidad del secreto de la confesión», diciendo que cualquier intento político o legislativo para obligar a los sacerdotes a revelar lo que se dice en el confesionario es una violación de la libertad religiosa.

Cualquier presión política o legislativa para anular el secreto sacramental, subraya el documento, sería «una ofensa inaceptable» contra la libertad de la Iglesia, que proviene de Dios y no de las instituciones humanas, y sería «una violación de la libertad religiosa».

“La inviolabilidad del secreto de Confesión proviene directamente del derecho divino revelado y enraizado en la naturaleza misma del sacramento, hasta el punto de no admitir excepción alguna en el ámbito eclesial como tampoco en el civil”, puntualiza.

El secreto de Confesión se remite “a la esencia misma del cristianismo y de la Iglesia”, se subraya que, en la Confesión, el sacerdote actúa en la misma persona de Cristo y que “todo penitente que, humildemente, se dirige al sacerdote para confesar sus pecados, testimonia el gran misterio de la Encarnación y la misma esencia sobrenatural de la Iglesia y del sacerdocio ministerial”.

“Por tal razón, la defensa del secreto sacramental por parte del confesor, si fuese necesario hasta derramar la sangre, representa no sólo un acto de lealtad hacia el penitente, sino mucho más: un necesario testimonio, un martirio, directamente vinculada con la unicidad y la universalidad salvífica de Cristo en la Iglesia”.

“Ante pecados que supongan un delito, no está permitido nunca poner al penitente, como condición para la absolución, en la obligación de entregarse a la justicia civil, debido al principio natural, recogido en todo ordenamiento, según el cual ‘nemo tenetur se detegere’”, principio según el cual nadie está obligado a reconocer su culpabilidad.

Empero subraya que “la defensa del secreto sacramental y la santidad de la confesión no se podrán constituir nunca en alguna forma de connivencia con el mal. «Al contrario, representan el único antídoto verdadero contra el mal que amenaza al hombre y al mundo entero”.

“Ante pecados que supongan un delito, no está permitido nunca poner al penitente, como condición para la absolución, la obligación de entregarse a la justicia civil, debido al principio natural, recogido en todo ordenamiento, según el cual ‘nemo tenetur se detegere’”, principio según el cual nadie está obligado a reconocer su culpabilidad.

Sin embargo, se subraya que también “pertenece a la naturaleza del sacramento de la Reconciliación, como condición para su validez, el sincero arrepentimiento, junto al firme propósito de enmendarse y de no reiterar el mal cometido”.

El cardenal Mauro Piacenza, penitenciario principal de la penitenciaría apostólica, que firmó el documento con monseñor Krzysztof Nykiel, el Regente, indicó que el documento surgió en respuesta a la naturaleza centrada en los medios de la sociedad moderna, y dijo que está más interesado en divulgar la historia que en verificar los hechos. “Todo hoy está a la vista; Todo debe ser conocido», dijo.
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Piacenza señaló que “es esencial insistir en que no es comparable el secreto de confesión con el secreto profesional, al cual as atienen algunas categorías (médicos, farmacéuticos, abogados, etcétera), para evitar que las legislaciones seculares apliquen al secreto de confesión, inviolable, las derogaciones legítimamente previstas para el secreto profesional”.

También indicó que “el secreto de confesión no es una obligación impuesta desde el exterior, sino una exigencia intrínseca del sacramento y, como tal, no puede ser privado ni siquiera el mismo penitente”.

En una entrevista con Radio Vaticano, el cardenal Piacenza dijo que «hay una pretensión injustificable de que la Iglesia debe, de alguna manera, ajustar su sistema jurídico a las leyes civiles de los estados donde opera … Debemos trabajar con [el Estado], en todo Ese no es el foro sacramental».

El objetivo de liberar la nota, dijo el cardenal Piacenza, es «inculcar una mayor confianza, especialmente en estos tiempos, en los penitentes que vienen a confesarse … y, en última instancia, avanzar en la causa del sacrificio de Cristo que vino para quitar los pecados de el mundo.»

En la nota se pone de relieve que “el creciente progreso técnico-científico” favorece una situación en la que “el mundo de la comunicación parece volverse sustituir a la realidad, ya sea condicionando la percepción, ya manipulando su comprensión”.

“De esta tendencia, que puede asumir los rasgos perturbadores de la morbosidad, no está inmune, por desgracia, la misma comunidad eclesial, que vive en el mundo y, en ocasiones, asume sus criterios”, se advierte.

Incluso, “también entre los creyentes, con frecuencia, se gastan energías valiosas en la búsqueda de ‘noticias’, o de auténticos ‘escándalos’, adaptadas a la sensibilidad de determinada opinión pública con finalidades y objetivos que no pertenecen realmente a la naturaleza teándrica de la Iglesia”.

Toda esta situación “va en detrimento del anuncio del Evangelio”, por lo que “es necesario reconocer humildemente que, ni siquiera las filas del clero, hasta la más alta jerarquía, están exentos de esta tendencia”.

En este contexto, “parece que se reafirma un cierto preocupante ‘prejuicio negativo’ hacia la Iglesia católica, cuya existencia se presenta cultural y socialmente, por un lado, a la luz de las tensiones que puedan ocurrir dentro de su misma jerarquía y, del otro, de los recientes escándalos de abusos horriblemente perpetrados por algunos miembros del clero”.