Bogotá

Líneas de emergencia de Bogotá se ven copadas por casos de COVID-19

En los 14 años que lleva trabajando en ambulancias, el médico Carlos Barragán está acostumbrado a atender hasta tres llamadas durante su turno de 12 horas, frecuentemente accidentes de tránsito. Ahora gestionan hasta siete llamadas por turno en Bogotá.

“Han aumentado mucho para nosotros las móviles medicalizadas, los pacientes de psiquiatría y pues obviamente los pacientes que necesitan una valoración o traslado por sospecha o un confirmatorio de COVID-19”, dijo Barragán mientras la tripulación organizaba el equipo de protección al comienzo de su día.

El incremento no responde solo a llamadas de pacientes con COVID-19, sino también de personas que luchan con problemas de salud mental exacerbados por el aislamiento obligatorio.

Cuando entra una llamada de coronavirus, el miedo es inevitable.

“Entra la ansiedad, entra el miedo pero sabemos que tenemos que hacerlo porque es nuestro trabajo”, afirmó Barragán, casado y padre de dos hijos.

Hay más de 3.200 casos confirmados de coronavirus en Colombia y 144 personas han muerto.

Las llamadas al número de emergencias de salud de la ciudad aumentaron exponencialmente, dijo Andrés Álvarez, director de urgencias y emergencias de la Secretaría de Salud de Bogotá.

“Esta dependencia normalmente recibe, antes del COVID, un promedio de 1.400 llamadas (diarias)”, dijo de pie entre las filas de personas que responden la línea de emergencia.

“A partir del primer caso que se presenta el 6 de marzo en Colombia, las llamadas en el centro regulador se incrementaron hasta un 625%, esto quiere decir que hemos tenido días de 7.000 y 8.500 llamadas”, agregó.

Álvarez dijo que alrededor del 80% están relacionadas con el coronavirus, incluidas personas con síntomas respiratorios que solicitan pruebas y preguntan a dónde acudir para recibir atención.

Álvarez contrató docenas de recepcionistas para atender el centro de llamadas y médicos a domicilio debido al aumento de la demanda, inicialmente durante tres meses.

La recepcionista Juliet Bernal ha atendido llamadas durante 13 años, pero ahora responde a un volumen 10 veces más grande.

“Por lo menos unas 500 llamadas, tal vez un poco más, porque es una tras otra”, dijo antes de tomar una nueva.

Los trabajadores de la salud en toda América Latina han informado sobre la hostilidad de la población por temor a que estén difundiendo COVID-19, experiencias que también se vivieron en Bogotá.

“No más al entrar a un supermercado, al hacer la fila en un banco, la gente por ver el uniforme lo discriminan a uno pensando que uno de pronto los va a contaminar”, aseguró Barragán.

El médico afirmó que revisa los protocolos de seguridad constantemente y el equipo pasa hasta tres horas desinfectando la ambulancia cada vez que transporta a alguien con coronavirus.

“Tratamos de cuidarnos lo mejor posible para no contaminar a nadie”, comentó.

Aunque sabe que los casos continuarán hasta que haya una vacuna, Barragán espera que la cuarentena haga el truco y reduzca la propagación. “Que la cuarentena funcione”, concluyó.

Reuters